Ah,¿pero esto era Europa?

Si los padres fundadores de la idea de una Europa Unida, levantasen la cabeza, el sonrojo que les produciría ver en lo que se ha convertido sería escandaloso. Probablemente volverían a agacharla para no levantarla más.

Lamentable espectáculo, (no solo español, sino continental) el que está dando la clase política europea: parece que todo se reduce a un quítame allá esos millones (que la CEE, reparte con abundancia y generosidad) y que la unión política está más lejos que en los años 50, cuando un grupo de políticos visionarios diseñaron el invento.

Es verdad que los dineros son importantes (sobre todo para los ciudadanos que más contribuyen, alemanes especialmente, aunque también luxenburgueses, belgas y holandeses ponen lo suyo) y que los países receptores de fondos, los otrora famosos pigs (Portugal, Irlanda, Grecia y España, más los nuevos integrantes) deberían poner sus cuentas blanco sobre negro y sin artificios contables para demostrar que ese ingente río de dinero se ha empleado bien.bandera

Seguramente el problema está ahí: en el debate y campaña electoral española, ese aspecto ha quedado escondido de una manera harto sospechosa y solo se habla del fin del bipartidismo (que si es verdad, bienvenido sea) del machismo de algún candidato, y del supuesto derecho al aborto, cosa que no existe en la mayoría de países europeos (despenalización, y gracias) y nada del verdadero intríngulis de las elecciones: donde y como se pone y se gasta el dinero, y si la unión política es viable o no, porque si no es viable, no hacían falta estas alforjas y lo lógico sería dar marcha atrás ( cuando alguien se pierde en un camino, lo normal es volver hacia atrás, el que se empecina en seguir, acaba por caer en alguna acequia, o se mete en un tremedal del que le es muy dificultoso salir), y si es viable, pues adelante con los faroles, y pierdan las clases políticas nacionales su monopolio para hacer y deshacer. Que las decisiones políticas (no solo las económicas) vengan desde Bruselas. Visto como se las gastan nuestra clase política española, casi mejor (que digo casi: mejor que mejor).

Leyendo estos días el periódico, me encontré con un artículo de José María de Areilza Carvajal, cátedra Jean Monnet, en el que explica bastante bien el meollo de la cuestión:

“Nuestro futuro colectivo como Unión tiene que ver con la adopción de decisiones difíciles, como el aumento de la capacidad de competir en un mercado global y de defendernos en un mundo peligroso, en el que no hacemos las reglas. Además, las instituciones de Bruselas y los gobiernos nacionales deben reconectar con los ciudadanos, para que estos se sientan dueños del proyecto europeo y no meros destinatarios de decisiones magnánimas tomadas sin que se entienda muy bien el como”.

Y algo más adelante:

“La utopía formulada por la generación de Jean Monnet ha ido mucho más allá de lo que se podía esperar. A pesar de la crisis del euro, los demás proyectos de integración económica regional de todo el mundo siguen viendo a la Unión como el ejemplo más avanzado. No obstante, se puede argumentar que a finales del siglo pasado Europa completó la utopía inspirada por los ideales de paz y prosperidad compartida formulados en los años cincuenta. La reconciliación entre los antiguos países enemigos se materializó en mercado y políticas comunes. En el fondo, los estados miembros fueron rescatados de sí mismos por una nueva disciplina jurídica y económica, querida por ellos mismos. Las Comunidades libraron a los estados-nación de su obsolescencia, pero al precio de que dejaran atrás el nacionalismo”.

Yo no lo hubiera podido expresar mejor( aunque hubiese querido).

Manuel Bordallo.

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