Canción triste de la tercera vía

Cuando leemos sobre las bondades de la tercera vía, (referida a los trágicos años de la Guerra Civil y a los tiempos esperanzadores de la Segunda República) siempre lo solemos asociar con personas independientes, o que, militando en cualquier partido, tenían un sentido de la política y de la convivencia en este malhadado país que les hicieron ir moviendo sus posiciones hacia un destino funesto: la salida de su grupo político y la estigmatización siguiente, por apartarse de las tesis oficiales y no cuadrar en las líneas marcadas por los líderes de sus partidos. Partidarios de la tercera vía tenemos en todos los lados de la política (y de las artes, las letras, el periodismo…), tanto a derecha como a centro, o izquierda, o mediopensionistas. Se podría decir que en esa vía esperaban al tren del progreso y del cambio social toda una clase especial de españoles. Aquellos que pensaron que era posible la convivencia por encima de la ideología. Lamentablemente, esperaron un tren que nunca llegó. España, nunca madre y siempre madrastra, como se decía de manera cursi en la época, (que era de por sí bastante cursi y algo ñoña) no es país para medias tintas: o conmigo, o contra mí. La carga de odio y resentimiento que almacenaban los españoles (y españolas) era demasiado grande como para pensar en trabajar todos juntos para que la patria avanzara hacia un futuro mejor, la idea de que el vecino también disfrutara de las bondades del futuro posible, parece que no era plato de gusto: prefiero perder tres y que el vecino pierda cuatro, a que los dos ganemos uno….images

Por supuesto que con estas premisas la tragedia estaba servida. Después de la guerra, Azaña ( aquel hombre tan soberbio, en todas las acepciones de la palabra) acuñó la expresión, dirigida al general Franco, para ver si era posible una convivencia entre españoles, todos perdedores de la contienda, con un país destrozado y un abismo de odio ya imposible de cruzar, Paz, Piedad y Perdón, pero era demasiado tarde, quizás unos años antes… y con ella la doble tragedia (doble, porque para los suyos eran desertores, y para los de enfrente seguían siendo enemigos) de los que esperaban en el andén de la tercera vía. Era evidente que por allí no circularía ningún tren. Nunca.

Pero las intenciones bondadosas de la tercera vía, en un momento dado, cristalizaron en un empeño político que se llamó Agrupación al Servicio de la República (a partir de aquí ASR). Aquel fue el momento de gloria de los que representaron esa opción política: un empeño personal de don José Ortega y Gasset, secundado por el novelista Ramón Pérez de Ayala, y el médico don Gregorio Marañón, entre otros muchos.

Aunque el analfabetismo era bastante grande en la época, un artículo en prensa que fuese lo que ahora llamamos rompedor, tenía una repercusión extraordinaria: en los ateneos obreros y en locales de sindicatos, entre blusones, gorras y alpargatas, los que sabían leer, leían para el resto (no solo a Floreal Esgeas y a Federico Urales). En los casinos republicanos, zapato, sombrero y chaqueta, se leía, y mucho, y hasta en los casinos de los señoritos, botines, plastrón y corbatas, la opinión de Ortega, Azaña, Maeztu, o Herrera Oria era tenida en cuenta. Eran otros tiempos.

Tiempos en los que una agrupación como la ASR, tuvo su momento de gloria. Su manifiesto fundacional fue publicado en El Sol el 10 de febrero de 1931. El 14 de febrero tuvo lugar su primer acto público (la fotografía con la que abrimos el artículo de hoy) en el Teatro Juan Bravo de Segovia, bajo la presidencia de Antonio Machado. El día siguiente, 15 de febrero, el jefe de gobierno, General Berenguer, presentó su dimisión.

La ASR no fue creada como partido político, sino como un grupo de unión de intelectuales y profesionales interesados en construir un nuevo Estado. La ASR debe entenderse, sobre todo, como una empresa y proyecto personal orteguiano, en la línea de su artículo el 15 de noviembre de 1930 (“El error Berenguer”) en el que Ortega y Gasset concluía, frente a la crisis de la Restauración y la Dictadura de Primo de Rivera :

“!Españoles, vuestro Estado no existe! ¡Reconstruidlo! ¡ Delenda est Monarchia!”.al

A partir de este mitin fundacional, las cosas se aceleran: en las municipales del 12 de abril, la ASR no presentó candidatos, pero pidió el voto para la candidatura republicana. En vista a las elecciones constituyentes del 28 de junio de 1931 la ASR si presentó candidatos, dentro de la candidatura republicano-socialista, consiguiendo 13 escaños.

Su programa electoral, de signo liberal, incluía como puntos importantes:

-Separación clara de los poderes ejecutivo y legislativo.

-Parlamento unicameral elegido por regiones.

-Una estructura regional (pero no federal) del Estado.

-Un estatuto general del trabajo, con sindicación obligatoria de los trabajadores.

-Una “economía organizada”, con planificación económica por parte del Estado, en vista a la construcción de un “Estado Social”.

-Una separación nítida de Iglesia y Estado.

Luego fue corriendo el agua debajo de los puentes, y la polarización en dos bloques cada vez más separados y antagónicos llevó a Ortega y a muchos de sus conmilitones a apartarse de la primera línea de la contienda. No llegaron a sentirse a gusto en aquella república que se decantaba al conflicto sin remisión. El exilio y la vuelta, (para los que pudieron, o les dejaron) acabada la guerra terminó por amargar a aquellas personas que una vez creyeron que otra España era posible.

Desde luego, no parece que hayamos avanzado mucho en setenta años, porque este programa ya lo firmaría hoy cualquiera con dos dedos de frente. Y no parece que sea el caso. Más bien estamos cometiendo los mismos errores que nuestros padres y abuelos.

Mantengan, y guarden con cariño, esta fotografía en su disco duro mental: entre aromas de café y tabaco, con olor a sudor, aquí está el recuerdo imperecedero de unos hombres que pensaron que los españoles nos merecíamos algo mejor que lo que la Historia, una estructura social atrasada, una Iglesia ultramontana y unos funestos gobernantes, nos habían legado. Unos hombres que no quisieron alinearse a ningún lado de la trinchera. No siempre pudieron, y algunos quedaron por el camino. Que su lucha, su empeño, y sus anhelos no hayan sido en vano.

Para más información sobre esta etapa apasionante de la historia de España, y en concreto sobre la ASR:

www.segundarepublica.com

www.nucleosa.org/nosotros/dochistoria/int

 

Manuel Bordalloagrupacion

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