Caspe Chanante: La increible historia del convento de Santo Domingo en Cuarto Milenio.

Al principio, hace ya unos años, veía siempre Cuarto Milenio pero luego dejé de hacerlo. En general me interesan muchos de los temas que se tratan pero me cansé de los efectos especiales, la música de peli de miedo y todo eso. Reconozco que Iker es un fuera de serie comunicando y que el invento todavía le funciona pero a mi, a estas alturas, me aburre un poco. Aunque está claro que el programa dedicado al Convento de Santo Domingo de Caspe no podía perdérmelo. Y mereció la pena porque hacía mucho tiempo que no flipaba tanto. Aunque lo que me hizo flipar no fueron las siempre ininteligibles psicofonías, ni los forzados encuadres de paisajes que conozco desde la infancia, tampoco los abruptos movimientos de cámara con los que se pretendía hacer pasar la pared de un anodino pasillo por el corredor de un castillo transilvano o el alicatado de un cuarto de baño por la cripta de una narración de H.P. Lovecraft. Toda esa batería de trucos se los conoce cualquiera que haya visto Cuarto Milenio un par de veces y es difícil que consigan provocar en el espectador algo más que una sonrisa cómplice. Con lo que flipé fue con lo que se dijo en la mesa y con como se dijo.

Un representante de la Asociación Cultural Compromiso por Caspe, serio, circunspecto, muy en su papel de émulo del mítico Jiménez del Oso, afirmaba con toda rotundidad que el Convento de Santo Domingo venía a ser, poco más o menos, el IKEA de los fenómenos paranormales. Abundancia, variedad, buen precio y, encima, sin necesidad de recurrir a extraños nombres suecos ni de descifrar absurdos croquis con las instrucciones de montaje. Todo muy habitual en ese tipo de historias. Apariciones, susurros, presencias espectrales. Inquisición, monjes, ouijas, enfermos psiquiátricos, niños abandonados. Un popurrí con lo mejor del género. El Resplandor, Otra Vuelta de Tuerca, Carrie, El Orfanato, El manuscrito encontrado en Zaragoza, Los Otros. Poe, Stephen King, Matthew G.Lewis, Machen, Washington Irving, Scooby Doo. Todos los clásicos del terror reunidos en un mismo inmueble. Como La que se Avecina pero con ambientación en el más allá. Como digo, en ningún momento el portavoz de la mentada Asociación manifestó duda alguna en relación a lo narrado. Ni una vez se permitió matizar lo que en aquella mesa se afirmaba. Asentimiento, adhesión inquebrantable, complicidad absoluta con la causa. Sí tenemos que hacerle caso, mejor no dejarse caer por el Convento a menos que vayamos provistos de una sulfatadora rebosante de agua bendita, una pistola con balas de plata y una buena provisión de estacas puntiagudas. Pocas veces Iker Jiménez habrá encontrado mejor aliado en un invitado a su programa.

Aunque esta semana, después de preguntar a amigos y conocidos de Caspe, incluso a gente que ha trabajado durante muchos años en las obras del convento, mi nivel de flipaje ha ido aumentando y aumentando hasta colocarme al borde de la pura intoxicación lisérgica. Y es que nadie, absolutamente nadie, había oído en su vida nada de lo que se dijo en el plató de Cuarto Milenio. Ni cambios bruscos de temperatura, ni susurros en la oscuridad, ni voces infantiles arrastradas por la brisa otoñal, ni empujones al borde de las escaleras, ni agua y jabón en baños que nunca se han utilizado, ni presencias espectrales, ni traviesos ectoplasmas. Algunas de las personas con las que he hablado se han tirado años y años trabajando en el viejo convento. Entraron allí cuando era una pura ruina y salieron hace muy poco tiempo. Lo han recorrido en verano y en invierno, con lluvia y con sol, acompañados y en solitario. Y nada. Ni rastro de psicofonías, fantasmas o ecos de ultratumba. Si acaso, un comentario cruel, una sonrisa borde, una mueca de desprecio.

Llama la atención que una asociación cultural a la que apenas se le conoce actividad cultural, más allá de apoyar incondicionalmente a la agrupación de electores con la que comparte nombre en el caso de que dicho cometido pueda considerarse como «actividad cultural», dedique sus esfuerzos y sus recursos a investigar precisamente temas como este en una ciudad con una riqueza cultural tan apabullante como la nuestra. Llama la atención que su representante, persona joven y con brillante curriculum académico, dé pábulo a este tipo de historias sin mantener una prudencial distancia, sin aplicar el método crítico que, a buen seguro, hizo suyo en sus años de formación universitaria. Llama la atención que una asociación cultural, que tan bien coordinada anda siempre con la agrupación de electores con la que comparte nombre, se meta en estos berenjenales en víspera de elecciones, tan dada como es la gente, y con razón, a descojonarse de todo lo que huela a friquismo. Pero leo en la penúltima columna del Jiménez del Oso bajoaragonés en La Comarca el deseo de que se produzca una “normalización” de ese extraño y pionero “turismo del Misterio” abanderada por Caspe y entonces lo entiendo todo. Estamos ante la enésima “vuelta de tuerca” a la eterna tontuna caspolina, al argumento preferido de esa mitología tan nefasta y perniciosa: la redención por el turismo. Se ve que, cautivo y desarmado el argumento del turismo religioso vinculado a la Veracruz, asumido el nulo efecto del Sexto Centenario y el Castillo del Compromiso, nuestras mentes más preclaras no se resignan a seguir improvisando delirantes argumentarios colectivos sin miedo alguno al ridículo. Siempre es más fácil creer en antiguos caballeros y en fantasmas que en empresarios que invierten y crean valor; en mitos y leyendas que en gente formada que puede ganarse el pan en el territorio en el que nació en igualdad de condiciones; en fenómenos paranormales y conspiraciones judeomasonicas que en una administración regida por criterios de justicia y eficiencia y no de inseguridad jurídica y favoritismo.

He de decir, no obstante que, dejando de lado todo lo anterior, me gustó el representante de la Asociación Cultural Compromiso por Caspe. Estuvo bien en su papel de hombre misterioso, de oficioso portavoz de los mundos feéricos y numinosos. Y aunque, como aficionado que soy a este tipo de temas, eché de menos el universo ovni, sin duda mi favorito, ya me han avisado de que no me preocupe, que ya está en marcha, que también tendremos ovnis caspolinos en Cuarto Milenio. Bien. Quedo a la espera, pues, de la siguiente entrega de este interesante aunque poco original folletín decimonónico y me atrevo a proponer alguna sugerencia para actualizarlo y conseguir subrayar el factor diferencial caspolino para regocijo de todos los españoles. Pongamos que una mafia de traficantes de IBI es expulsada del lejano planeta en el que habita, un planeta en el que no existe el patrimonio histórico, y decide instalarse en Caspe. Pongamos que para sentirse como en casa, destruir el apabullante patrimonio histórico caspolino, de dimensión casi veneciana o florentina, se convierte en su auténtica obsesión. Pongamos que para llevar a cabo sus siniestros planes fundan la Agrupación local del PSOE y roturan ilegalmente terrenos y construyen una base secreta bajo las aguas del pantano desde la que envían sus naves al hiperespacio. Pongamos que el terror que desatan en Caspe parece no conocer fin hasta que un día un valiente concejal de patrimonio y urbanismo, enfundado en una armadura dorada, llega a Caspe a bordo del Halcón Milenario dispuesto a desenmascarar la oscura trama alienígena aun a costa de su propia vida… No sé ustedes pero a mi es que, solo de pensarlo, se me hace el karma pepsicola.

Jesús Cirac

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