Centro de Ciencias de Benasque «Pedro Pascual»

El edificio del Centro de Ciencias “Pedro Pascual” en Benasque podría pasar desapercibido en medio de tanta casa de montaña, de nueva construcción la mayoría de las que tiene a la vista, y que, como el propio Centro de Ciencias, intentan integrarse, con mejor o peor atino, en el encantador entorno de un pueblo de montaña que vive principalmente del turismo.  Fachada de piedra, ventanas de madera, tejado de pizarra…  Como digo, podría pasar desapercibido.  Pero no es así.  Su forma y tamaño denotan que no es un bloque de apartamentos más.  Construido sobre lo que en su día fueron las escuelas de Benasque y su diseño moderno pero pensado para estar en un pueblo del Pirineo, delatan lo especial de la construcción.

En las Montañas Rocosas de Colorado el “Aspen Center for Physics” hay, desde hace tiempo, un lugar idílico donde los físicos de todo el mundo debaten  ideas en un entorno relajado y distendido, radicalmente distinto de las típicas convenciones donde un ponente realiza un monólogo de varias horas y los oyentes sólo escuchan.  José Ignacio Latorre (Catedrático física teórica de la UB) y Manuel Asorey (Catedrático Física teórica de la UZ) propusieron a Pedro Pascual (prestigioso físico teórico a nivel internacional y que fue su director de tesis) la creación de un centro igual en Europa, donde no había nada parecido.  Pedro era conocedor del precioso pueblo de Benasque, por tener ahí su segunda residencia, así que, con ayuda de varias instituciones, en 1994 se consiguió instaurar en este pueblo pirenaico el “Centro de Ciencias de Benasque para Físicos”, pensando que en Europa hubiera un lugar análogo de Aspen, dentro de la modestia.

Edificio del Centro de Ciencias de Benasque "Pedro Pascual"El centro fue creciendo en actividad y prestigio, ya no es sólo para físicos, ahí se dan cita todo tipo de ciencias (matemáticas, física, química, filosofía…).  En 2009 la entonces Ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, inauguró el actual edificio de 1.800 m2, construido con fondos del CSIC, que costó aproximadamente 2,8 millones de euros.  Parece mucho, pero comparado con, por ejemplo, los 2.800 millones (1.000 veces más) que costó la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia… es nada, y menos teniendo en cuenta lo prolífico del trabajo que se hace en Benasque y lo mal aprovechado que está el complejo de Valencia (y el dinero que nos sigue costando a los contribuyentes).

Asistimos a una de las visitas guiadas pensadas para que los que estamos lejos de ese olimpo científico, y que no solemos asistir a los eventos que suelen organizar, podamos conocerlo.  Entramos en el Centro, donde una imagen de Einstein en yeso a escala natural hace de recepcionista.  En el vestíbulo hay varias mesas con algo de bebida y comida para el coffee-break de los científicos que están ese día en Benasque.  También hay una enorme mesa que se aprecia desmontable y que luego nos aclaran que está inspirada en la forma de Pangea.  Como tal, se puede separar cual placas tectónicas por si en un momento dado se necesitan varias mesas más pequeñas.  Encima de la mesa se ven algunas camisetas que el centro vende como un modo más de autofinanciarse.  Poco tienen que ver con las frikis camisetas del Dr. Sheldon Cooper, protagonista de The Big Bang Theory.  En realidad, y como era de esperar, ninguno de los científicos con los que me cruzaré en los pasillos tienen que ver con lo que vemos en la hilarante serie.  Y eso que suele ir mucho físico teórico.

Nuestro guía será David, el Responsable Técnico del Centro, que comienza mostrándonos una anecdótica aula de informática, con apenas 10 ordenadores donde están instalados los 3 principales sistemas operativos: Windows, Macintosh y Linux.  Como nos explica, todo participante trae su portátil, su tableta y/o su teléfono inteligente, preparar la red para tanto dispositivo de tanto participante es una de sus tareas que le suelen quitar más tiempo, al tiempo que apenas se necesitan los ordenadores del aula.

Vestíbulo del Centro de Ciencias de Benasque "Pedro Pascual"David nos explica el funcionamiento del Centro, a pesar de sus comienzos con ayudas de dinero público, se ha vuelto casi autosuficiente, mejor así con los tiempos que corren, “el CSIC bastante tiene con lo que tiene” nos dice.  Los miembros del patronato que gestiona la institución van aportando dinero, pero cada vez menos.  Una de las grandes bazas para la sostenibilidad del centro es el apartado energético.  Además de unas testimoniales placas fotovoltaicas en el tejado, se utiliza biomasa para la calefacción y el edificio está domotizado para combinar el sol y el aire fresco de la montaña para regular la temperatura interior.  Ha recibido varios premios de eficiencia energética, y eso, más que prestigio, es interesante por reducir el gasto corriente.  Para darnos una idea de lo bien que funcionan en ese sentido, extrapolemos los poco más de 2.500€ al año que pagan de calefacción para calentar 1.800 m2, en un pueblo de montaña como es Benasque con sus fríos inviernos, con lo que pagamos en casa y los metros que tenemos…   El centro hoy día se financia principalmente con las propias cuotas de los participantes, que vienen de todas partes del mundo.  Como nos dice David “aquí se piensa en el ahorro desde en la calefacción hasta con las grapas y el reciclado de folios”.  Hay que pensar en ser autosuficientes por si un día se pudieran cancelar las ayudas.

La semana que visitamos el Centro se realizan dos actividades.  Una de ellas se llama “Effective methods for Darmon points”.  En el Centro, el idioma “oficial” para comunicarse es el inglés, salvo entre los pocos trabajadores que lo gestionan (secretaría, servicio técnico, dirección y limpieza).  “El nivel de especialización de las conferencias del centro es tal que, en este caso, por muy matemático que seas, si no conoces los puntos Darmon, tal vez no entiendas muy bien la conferencia” nos comenta.  Como curiosidad, el tal Darmon que dio nombre a ese tipo de ecuaciones, se encuentra entre los participantes.  “Hay que recalcar que de lo que aquí se habla es ciencia en estado puro” nos dice, no es ciencia experimental, es ciencia teórica.  Aquí se fraguan las teorías que en el futuro marcarán el cifrado de las telecomunicaciones, o las bases para la construcción de innovadores materiales.

Entre la gente que ha pasado por el Centro de Ciencias de Benasque, ha habido varios premios Nobel y varios premios Príncipe de Asturias (entre otros ilustres con prestigiosos galardones).  El catalán Juan Ignacio Cirac (oriundo de Caspe), director del Instituto Max Planck para Óptica Cuántica y galardonado (entre otros) con el premio Wolf de física, que recientemente dio una charla en la Ciudad del Compromiso sobre “física cuántica y los ordenadores del futuro”, es un habitual del Centro.  “El prestigio del Centro es sobre todo internacional” nos dice David.  Han pasado más de 6.000 científicos de más de 60 países distintos.  Algunos vienen con sus familias, y eso que llegar a Benasque desde Toronto, tiene su complicación.  “El impacto económico para el valle es importantísimo”, sólo en pernoctaciones los ingresos que llegan a Benasque ronda los 400.000 euros al año, además de comida, compras diversas y actividades varias que puedan realizar los asistentes y sus familias.

Pasillos del Centro de Ciencias de Benasque "Pedro Pascual"

Todo esto lo va comentando mientras nos está enseñando todo el Centro.  Dada la internacionalidad del mismo, no hay nombre para ninguna sala, salvo la “Pedro Pascual”, el resto están identificadas con números y con originales iconos.  En la primera planta es donde están las aulas para los asistentes.  Los pasillos están llenos de pizarras que ocupan paredes enteras del suelo al techo.  “A los científicos les encanta poder pararse en cualquier lugar para desarrollar teorías con sus colegas”, hay pizarras incluso en los ventanales del exterior del centro, para poder teorizar al agradable sol del Pirineo.

En la segunda planta se encuentra el auditorio, con capacidad para casi 200 personas, que se puede modular para poder tener varios actos al mismo tiempo.  En esta zona se puede apreciar uno de los elementos importantes de la eficiencia energética del edificio: las ventanas están robotizadas, de modo que en la parte alta donde se concentra el calor, llegado el momento se abren automáticamente de manera que se crea una corriente de aire que regula la temperatura interior.  “Esto no se podría hacer en Barcelona, por la contaminación, pero aquí en el Pirineo…” aclara David.

En la planta baja, además de las mesitas con el coffee-break y de la enorme mesa Pangea, se encuentra el despacho de administración, también con la imagen de Einstein, esta vez en formato cuadro pop-art, el de dirección, y una sala de esparcimiento, tanto para participantes como para sus familiares.  Además de mesas, sillas y sillones, hay juegos para los más pequeños.  Y también un piano.  “La música y la ciencia van de la mano, y en todos los grupos asistentes siempre hay alguien que sabe tocar el piano”, comenta nuestro guía.  Me acerco, y una sonrisa se dibuja en mi cara al ver la partitura que se puede leer en la página que está abierta el libro sobre el piano: “Karma Police” de Radiohead.  Al finalizar la visita, cruzando la puerta de salida, una chica pasa por mi lado con la camiseta de la última gira de Muse.  Si es que… tiene razón David… sabiduría y buena música van de la mano :)

 

Javier Giménez

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