Alguien se pone en contacto con nosotros. Han aparecido dos extrañas espadas en el monte de Caspe. Son prácticamente iguales. Primero nos las muestran en foto. A simple vista se trata de dos espadas cortas (después las mediremos: 63 cm de longitud). Están bastante oxidadas. La forma de las empuñaduras invita a pensar que pudieran ser árabes. Primera hipótesis: ¿Podría tratarse de espadas anteriores a la Reconquista? Pronto descartamos esa posibilidad cuando nos dicen que están bastante bien conservadas.
Todo sigue siendo muy misterioso porque pasan varios días hasta que tenemos más noticias sobre el tema. Por fin vamos a poder verlas, pero antes nos llevan hasta el sitio donde han sido halladas, en lo alto de en un barranco próximo al camino de Zaragoceta. Desde luego, se trata de un escondite perfecto, como puede verse en la imagen que adjuntamos. Fueron encontradas de forma totalmente casual, siguiendo los pasos de unos niños jugando. Hay que estar en forma para acceder hasta el pequeño abrigo. Nos enseñan el sitio exacto donde estaban, perfectamente ocultas bajo unos 20 cm. de polvo de roca. La pregunta es desde cuándo. Porque algo no encaja.
Cuando por fin las tenemos ante nosotros en un primer análisis nos percatamos de que no pueden ser espadas milenarias. El hierro está muy bien, casi perfecto, y si fueran de la época de dominación musulmana estarían muy dañadas por el tiempo. Medimos la empuñadura, la hoja, el grosor, la longitud, las pesamos… más de lo mismo. Demasiado bien conservadas para ser piezas históricas. Las cachas, que podrían proporcionarnos valiosa información, no están. Y tampoco en los alrededores hay ningún tipo de evidencia arqueológica que nos permita datarlas por estratigrafía.
Empeñados en desvelar el misterio se las mostramos a Luis Albiac, maestro herrero. Opina lo mismo: están fabricadas con técnicas modernas. Incluso asegura que los agujeros de la empuñadura se hicieron con broca. Nos ponemos en contacto con varios especialistas en la materia para tratar de saber más sobre este curioso hallazgo y todos coinciden en lo mismo: tienen pinta de haberse fabricado hace no muchos años y sin utilizar técnicas de armero. No llevan ni arriaz, ni espiga, ni cacha, ni pomo… es todo de una pieza. Apenas tienen filo pero sí son puntiagudas. En definitiva, más que armas de verdad parecen reproducciones más o menos modernas de espadas cortas de la antigüedad. Son recientes pero por su peso y filo en punta tampoco parecen un objeto comercial (son típicas las reproducciones de espadas concebidas para ser vendidas a los turistas).
Hacer las pruebas metalográficas tampoco nos aportará gran cosa, nos dicen. Así que ya solo nos queda especular. Después de darle vueltas al tema dos posibilidades son las que más nos convencen:
Por la primera, debemos pensar que en aquella zona pasaron tropas moras en marzo de 1938. ¿Quizá alguno de ellos las llevara encima? ¿Quizá resultó muerto y alguien las escondió después?
Por la segunda, podría tratarse, simplemente, del trabajo de algún virtuoso del metal. Fueron elaboradas en un taller local y, para completar la faena, escondidas donde fueron halladas, quizá queriendo jugar a la cueva del tesoro. O al Ministerio del Tiempo.
Una de las espadas ha sido depositada en las instalaciones del CECBAC. Por nuestra parte nos seguiremos preguntádonos quién, por qué y cuándo las fabricó, y cómo acabaron en aquel lugar.
El Agitador Bajoaragonés
