No se trata de discernir quien es mejor o peor, pero es que cuando me siento a la mesa, como buen cocinillas que soy, me gusta ver uno de estos dos programas de cocina. Da la casualidad que puedes ver en Telecinco el programa del día de Robin Food y en Nova el programa repetido de Arguiñano, ya que es imposible para la mayoría de los mortales que aún trabajamos en esta país ver el programa en su horario. Me gustan los dos, aunque claro, Arguiñano es el original, el primero que comenzó a hacer programas de cocina con un punto (o puntazo) desenfadado. Los dos explican muy bien las recetas de una manera muy didáctica y lúdica, aunque si que existen muchas diferencias.

 robin food

Arguiñano hace una cocina no se si más sencilla, pero al menos con más sencillez. De Jorge siempre le da algún giro más a todo, algo así como más cool, es un cocinero del siglo XXI. Arguiñano es un cocinero del siglo XX que triunfa en el XXI, atemporal. Que pueden ser un poco cargantes, pues claro, son dos hombres solos frente a la cámara. Uno cuenta chistes malísimos, los cuales me hacen gracia por el hecho tener el valor de contarlos, y el otro lanza proclamas originalmente políticas adaptadas a la gastronomía. Es lo que hay, algo tienen que hacer para llenar los tiempos muertos, no nos van a estar comentando segundo a segundo como crepita la cebolla con  la panceta en la sartén.

Una curiosidad que me ha sucedido varias veces últimamente: cuando busco una receta en internet siempre consulto varias webs para elegir la que más se adapta a mis circunstancias culinarias, pues bien, si coincide (y suele coincidir) que la tienen ambos allí colgada, suelo decantarme por la de Arguiñano. De Jorge siempre utiliza algún ingrediente que yo no tengo a mano o utiliza alguna técnica que me hace perder demasiado tiempo según mi criterio. Supongo que muchos de los que lean esto opinarán lo contrario, pero es que afortunadamente todos no tenemos la misma despensa ni el mismo gusto.

 Arguiñano

Todo superhéroe tiene su criptonita, y estos dos no iban a ser ajenos a ella. Para mí lo pero de ambos son dos de sus “colaboradores”. Arguiñano, Ainhoa, esa mujer que se pasa de simpática y dicharachera hasta límites altamente edulcorados en la presentación, y que cuando tiene que hacer su comentario aprendido de memoria sobre la receta parece que le enchufan un cable al cerebro y se convierte en un robot anodino. De Jorge, Berasategui, altamente cargante, diciendo sandeces mirando a la cámara y haciéndose el simpático sin gracia ninguna con su “garrote” y otras chorradas, será uno de los mejores cocineros de este país, pero en televisión me mata. Aunque es el jefe del chiringuito, el programa se hace en su restaurante y el es el productor  y no se cuantas cosas más, así que difícil tiene quitárselo de encima. De todos modos, si un día no nos gustan ambos espacios, siempre podemos poner Antena 3 y ver por enésima vez el capítulo repetido de los Simpsons.

Carlos Garcés

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