José Latorre Blasco, el asesinato de un alcalde que preludió una tormenta

Tal día como hoy, hace ahora exactamente 82 años, un suceso conmocionó a la ciudad de Caspe. Frente a la escalinata de la iglesia se cometió un terrible crimen. Más allá de la relación familiar, serias diferencias políticas, dos maneras de entender el mundo, se dieron cita en aquella tórrida velada del verano de 1935.

No es la primera vez que hablamos en El Agitador de José Latorre Blasco y su trágica muerte. Tiempo atrás, en sendos libros, dos de nuestros compañeros también escribieron profusamente sobre este asunto. Unas líneas más abajo extractaremos parte de lo escrito por ellos. Pero este año tres nuevos motivos, como también veremos, nos invitan a acercarnos a esta página tan destacada de la historia local, Así que pongámonos en antecedentes. Acompáñennos hasta agosto de 1935.

La noche del 4 al 5 de agosto el ex alcalde José Latorre Blasco -depuesto arbitrariamente por el Gobernador Civil a causa de la Revolución de Asturias de octubre de 1934-, recibió un tiro mortal por parte de su primo lejano Arturo Latorre Timoneda. Arturo era hermano del anterior alcalde José Latorre Timoneda, cuya gestión como primer edil durante la dictadura de Primo de Rivera sería puesta en tela de juicio desde la llegada de una nueva corporación.  Y dos figuras políticas serían claves en la depuración de responsabilidades de Latorre Timoneda: Rafael Bosque, primero, y José Latorre Blasco, después. Nuestro compañero Jesús Cirac Febas lo relató detalladamente (2010: pp. 68-69) en su «Anatomía de una leyenda urbana»:

«El fin de la Dictadura de Primo de Rivera proporcionó a Bosque la ocasión que había estado esperando para poder regresar a su hábitat natural: la política. En 1930 lo encontramos sentado de nuevo en el ayuntamiento de Caspe, como concejal de izquierdas […]

«Bosque entró a formar parte de la Comisión de Hacienda cuya principal misión consistió en fiscalizar la acción de gobierno de la anterior corporación, la que presidió por designación gubernativa el farmacéutico José Latorre Timoneda y cuya frenética actividad había transformado la faz de la ciudad. Tanta transformación tuvo que costar mucho dinero. Demasiado para un consistorio modesto. La nueva corporación necesitaba auditar su situación patrimonial para conocer exactamente con qué recursos contaba y hasta qué punto éstos se hallaban hipotecados por decisiones del pasado. Parece que Bosque tuvo éxito en sus pesquisas y muy pronto el ayuntamiento decidió “proceder en forma legal contra el Alcalde del último ayuntamiento de la Dictadura y el Teniente de Alcalde que hubieran tomado los acuerdos referentes a algunos de los gastos…” (Acta del Ayuntamiento de Caspe de sesión de 24/04/30) Dichos gastos no son otros que “…irregularidades observadas en la adjudicación y ejecución de las obras de abastecimiento de aguas y alcantarillado y concierto de empréstito para las mismas…” (Acta de sesión 28/06/1930) Pero no sólo el alcalde y el teniente de alcalde anteriores fueron acusados de hacer lo que no debían, el propio alcalde propuso, con la aprobación de la mayoría de los concejales, proceder legalmente también contra otros trece concejales de la anterior corporación (cuatro de los cuales morirían violentamente entre julio y agosto de 1936) ¿Y por qué un ayuntamiento eminentemente de derechas seguía al pie de la letra lo que apuntaba un concejal eminentemente de izquierdas? Porque Bosque era mucho Bosque. Porque Bosque tenía razón y así habría de quedar demostrado en los tribunales años después. Y porque Emilio Tapia, el alcalde en aquel momento y también algunos años atrás, precisamente había tenido que dejar de serlo en beneficio de José Latorre Timoneda después de que éste hubiera sido designado por orden gubernativa. 

«Así de caldeados estaban los ánimos en el momento en el que llegó la República y se constituyó el ayuntamiento netamente republicano elegido por sufragio universal de todos los caspolinos varones». 

Con la llegada de la Segunda República, Rafael Bosque, que por sus capacidades apuntaba alto, dejó su ciudad natal para desempeñar puestos de más relevancia. Fue designado Gobernador Civil de Almería y, tras el impas del bienio radical-cedista, ocupó de nuevo una gobernatura civil, esta vez, en Asturias. Los republicanos Agustín Cortés (sustituido en el sillón de la alcaldía por enfermedad) y José Latorre Blasco, se encargaron de continuar lo que Bosque había empezado. De nuevo habla Cirac Febas (2010: pp. 83-84):

José Latorre Blasco

«El ayuntamiento de Caspe interpuso recurso contencioso-administrativo ante el Tribunal Provincial contra el acuerdo municipal de adjudicación de las obras de traída de aguas y alcantarillado. El tribunal dictó sentencia en fecha veinticinco de febrero de 1933 dando la razón a los impulsores del recurso. José Latorre Blasco, ya alcalde en sustitución de un enfermo Agustín Cortés Guiu, tenía vía libre para reclamar el reintegro de todas las cantidades pagadas indebidamente en virtud de un acuerdo que la justicia ordinaria había declarado, efectivamente, lesivo para los intereses de Caspe. La cantidad era lo suficientemente importante, doscientas sesenta y una mil setecientas treinta y seis pesetas. Se incluían, además, algunas partidas de gastos del ayuntamiento que no estaban justificadas y que, a pesar de su importe relativamente modesto, poseían un fuerte carácter simbólico: ochocientas noventa y cinco pesetas   desembolsadas por un viaje a Madrid de José Latorre Timoneda acompañado del teniente alcalde para asistir a un homenaje a Primo de Rivera y otras dos mil noventa y cinco pesetas gastadas en un banquete en honor de la visita del Ministro de Justicia a Caspe. 

«Para el alcalde “resultan personalmente responsables los concejales que adoptaron las acciones declaradas lesivas y nulas y quienes pudiendo hacerlo no salvaron su voto en forma legal ya que unos y otros obraron con negligencia y omisión probadas por las causas que se determinan en los pliegos de cargos que contra los mismos se tienen formulados.” (Acta de Pleno municipal de fecha 21/09/1934) Lo grave del caso era que ya no era sólo José Latorre Timoneda el responsable. Ahora lo eran también todos los miembros de la corporación que no votaron en contra del acuerdo impugnado. Aquella medida era una verdadera enmienda a la totalidad de la gestión realizada por las antiguas elites durante el que fuera el periodo de esplendor de Caspe bajo el paraguas de la dictadura de Primo de Rivera. Hasta un banquete era puesto en tela de juicio. Hasta los gestos puramente simbólicos que tan hondamente habían quedado encajados en la memoria colectiva caspolina como ornamentos de una época irrepetible en la Historia de la Ciudad del Compromiso podían ser ahora cuestionados sin ningún respeto». 

Unos meses después llegó la noche fatídica en la que Latorre Blasco fue herido de muerte. Y ni siquiera la Guerra Civil fue capaz de borrar de la memoria colectiva de Caspe aquel terrible suceso. No en vano, fueron los testimonios orales recopilados por nuestro compañero Amadeo Barceló muchas décadas después, unas de las principales herramientas que permitieron reconstruir los hechos en su libro El Verano de la Tormenta (2011: p. 41):

«Los primos Latorre saben de la presencia del otro…no pasan inadvertidos y pronto algo ocurre con la gramola del bar. Uno pide que se ponga una pieza para molestar al otro y los dos se calientan, tanto es así que llegan a insultarse. Hasta que José se levanta dejando el bastón que lleva siempre con él en el respaldo de la silla. Se acerca al velador de su primo con ánimo hostil. Todo sucede muy deprisa. Arturo levanta la silla, se la pone delante y por el hueco de los barrotes le pega un tiro a José con una pequeña pistola que nadie ha visto sacar. José recibe el disparo en la cabeza además de una herida en la parte superior del cráneo por haberse dado en la caída con uno de los hierros de la silla. Toda la gente que se halla en los alrededores ha oído la detonación y llega rápidamente. Al poco rato, la Guardia Civil se ve obligada a intervenir para desalojar la plaza. Los primeros servicios de asistencia al herido son practicados por el médico Paco Blasco y el practicante Santiago Insa. Acuden también el médico Valentín Blasco y el forense Fermín Morales. Arturo ya no está allí. A toda velocidad se ha dirigido al cuartel de la Guardia Civil a entregarse. Esa misma noche queda preso en el cuartel sito en la plaza Ramón y Cajal«.

José Latorre Blasco murió una semana más tarde. Arturo Latorre fue a prisión pero, con la amnistía decretada tras la victoria del Frente Popular, su asesinato, considerado político, le permitió salir muy pronto del presidio zaragozano de Torrero. Paradógicamente, la victoria de los rebeldes en la Guerra Civil permitiría al camaleónico Arturo Latorre -había presidido la UGT en Caspe durante la República- convertirse en un hombre importante dentro de la estructura del régimen en la comarca. Años después de los hechos posaba tras la casa donde nació y pasó su infancia.

Arturo Latorre, primero por la izquierda

Como decíamos, este año se han producido tres noticias en relación a José Latorre Blasco. Una de ellas ha sido el hallazgo por parte de la investigadora Lola Bielsa de una extensa crónica en relación al entierro de José Latorre Blasco. Por su interés,  la transcribimos de manera íntegra y les recomendamos que la lean con detalle. Descubrirán en ella que buena parte del republicanismo nacional mostró sus condolencias, como el propio Manuel Azaña; o que la diputada Victoria Kent acudió al sepelio:

HOMENAJE AL QUE FUE CIUDADANO EJEMPLAR

EL TRASLADO DEL CADÁVER MOMENTO SOLEMNÍSIMO

A las cinco de la madrugada comenzaron a reunirse, ante la Facultad de Medicina, las personas que deseaban rendir último tributo de cariño y admiración a don José Latorre Blasco.

Sin que en ello haya ni atisbo de exageración, ni pretendamos hacer literatura, demasiado fácil en este caso, afirmamos que hubo momentos en los cuales, tras el comentario por el hecho dramático, la emoción ahogaba las palabras en la garganta de numerosísimos correligionarios y amigos del muerto.

Pocas veces hemos hallado una comunión de ideas, de afectos, de sentimientos en su complejidad política, social y humanamente acendrada de lealtad, como en los ochenta y tantos concurrentes al acto de despedir de Zaragoza los restos del ciudadano ejemplar que fue en existencia Latorre Blasco.

Llegaron representaciones de todos los organismos locales de Unión y de Izquierda republicanas. Don Mariano Tejero, presidente del Consejo provincial de Izquierda, había venido de Madrid para acompañar a Caspe los restos mortales de su entrañable amigo. De madrugada recibió un telegrama de don Manuel Azaña, que decía:

“En nombre propio y en el del Consejo nacional haga constar nuestro sentimiento por la pérdida del estimadísimo amigo correligionario Latorre, renovando nuestra protesta por el criminal atentado. Ruégole ostente nuestra representación acto entierro. – Azaña”.

Había unos representantes de Caspe y otros de Fabara, personas cuya emoción era, a su vez, conmovedora.

En el momento de ser depositado el cadáver en la carroza funeraria hubo muchos hombres que lloraron como seres débiles e incapaces de sentir sino debilidad. Pero luego (…) oímos palabras rebosantes de afanes de justicia.

Depositadas las coronas en la carroza –no hacemos mención de ellas porque consta su procedencia en la reseña que nos envió nuestro querido compañero el corresponsal de Caspe- ,el automóvil se puso en marcha y la caravana formada por veinticinco coches, partió rápidamente.

Descanse en paz el hombre ejemplar, el ciudadano meritísimo, del cual queda memoria en lo más hondo del sentimiento republicano de los aragoneses.

PRELIMINAR. – DUELO DE TODOS

CASPE.- A las siete horas treinta minutos del día de hoy llegó a este [a] ciudad el cadáver del exalcalde don José Latorre Blasco, quedado depositado en el patio del hotel de su señora madre.

Imposible describir, pues ni hay palabras para ello ni nuestro estado de ánimo nos lo permite, el recibimiento tan entusiasta, tan grande, tan doloroso, verdaderamente indescriptible, que se ha tributado al mejor de los alcaldes y ciudadano ejemplar. De no haberlo presenciado no podríamos ni imaginarnos muy remotamente la grandeza que ha revestido su conducción al cementerio municipal, acto que ha tenido lugar a las once en punto de la mañana.

Todo el pueblo, y no hay exageración, izquierdas y derechas, mujeres y hombres, todos no hemos podido por menos que derramar abundantes lágrimas al paso del féretro que conducía los restos mortales del que fue tan querido amigo, tan ejemplar ciudadano. Difícilmente, por no decir imposible, se borrará de la mente de todo el que ha presenciado el acto del día.

DESFILA LA COMITIVA

Como decimos, a la hora de las once empezó a formarse la luctuosa comitiva, figurando en primer lugar el clero parroquial con cruz alzada y Padres Franciscanos, a los que seguía el cadáver encerrado en riquísima caja de caoba, y tras éste abundantes coronas y ramos de flores naturales enviados por distintos organismos con sus respectivas inscripciones, que luego detallaré. A continuación seguían los duelos, que estaban formados, el primero por el comandante de la Guardia civil, señor Sandoval; capitán del mismo benemérito Cuerpo don Manuel Navarro y el oficial de la Marina de guerra don Juan Verdaguer, estos últimos hermanos políticos del difunto. Seguía detrás el duelo femenino, formado por doña Ramona Langostera, pariente del difunto, y señoras de don Enrique Lashers, don Joaquín Valls y don Emilio Bordonaba. Tras estos duelos iban otros formados por amigos del difunto y representaciones de varias entidades republicanas. En las compactas filas de acompañantes no exageramos nada si decimos que no bajarían de unos cinco mil. 

EN EL TEMPLO. – AL CEMENTERIO

Llegados a la iglesia parroquial se cantó al cadáver el oficio de sepultura, y a continuación se celebraron solemnísimos funerales, y mientras en la iglesia tenía lugar el religioso acto, el cadáver, siempre a hombros de entusiastas amigos, fue conducido al cementerio municipal seguido de una multitud de más de cuatro mil personas, quedando depositado el amigo Latorre en el nicho número 613.

EN LOS PUEBLOS DEL TRAYECTO. – MANIFESTACIÓN DE DUELO

He de hacer constar que, según me informan el señor Sarriá y demás acompañantes del cadáver desde Zaragoza, en la mayoría de los pueblos del trayecto esperaban el paso de la fúnebre comitiva multitudes de vecinos, mereciendo especial mención los pueblos de Escatrón y Chiprana, pues de éstos casi no quedó ni uno sin acudir a dar el último adiós al inolvidable amigo.

De todos los pueblos de la comarca, como de las más próximos de Cataluña, han acudido muy nutridas representaciones, siendo de notar que sólo de Fabara, pueblo del homicida, han acudido más de cien personas.

No he de olvidar que, como complemento del duelo que ha causado la pérdida del hombre bueno, a la hora del entierro todo el comercio, sin distinción, ha cerrado sus puertas, que ya no ha vuelto a abri hasta bien entrada la tarde, a excepción de algunos que no lo han hecho en todo el día.

Para terminar estas notas manifestaré que con este triste motivo he tenido el gusto de estrechar la mano a muy buenos amigos de fuera e ilustres personalidades cuyos nombres, por no incurrir en omisiones, dejo de mencionar.

LAS CORONAS

Las inscripciones que ostentaban las coronas y ramos de flores naturales eran: “El gremio de aceiteros, a su compañero”; “El Consejo Provincial de I.R., a su querido correligionario”; “La Junta Municipal de I.R. de Zaragoza”; “la sección primera de I.R. de Zaragoza, a su querido correligionario”; “Recuerdo de sus amigos”; “Partido Unión Republicana a su amigo Latorre”; “Recuerdo de la I. Aceitera, S.A.”;  “La Agrupación Republicana, a su presidente, Recuerdo eterno”; “El gremio de fruteros, a su compañero”; “Los concejales de izquierda de Zaragoza, de Unión Republicana, a don José Latorre”; siguiendo otras muchas.

DETALLES

Como complemento de lo ya expuesto agregaré que acompañando al cadáver llegaron: Don Mariano Tejero, presidente del Consejo provincial de I.R.; don Mariano Joven, exgobernador civil de Madrid, quien ha traído la representación de don Marcelino Domingo; doña Victoria Kent y Agrupación de Izquierda Republicana de Madrid; don José María Gamonal, en representación de Ciudad Real y Ejea; don Venancio Sarriá, exdiputado a Cortes de las Constituyentes; don Tomás Carbronero, vicepresidente de Izquierda Republicana; don Mario Gracieta, secretario del Consejo provincial de Izquierda Republicana; don Julio y don Bernardo Velilla, por la sección primera de Izquierda Republicana de Zaragoza; don Enrique Usán, por la Juventud de Izquierda Republicana de Zaragoza; don Mariano Campillo, por la Unión General de Trabajadores de Zaragoza.

Don Mariano Tejero, como presidente del Consejo provincial de Izquierda Republicana de Zaragoza, es portador de un sentido telegrama del ilustre y gran político don Manuel Azaña, expresidente del Consejo de ministros, adhiriéndose al duelo y confiriéndole la representación en el luctuoso acto.

Con los anteriores, en coches particulares y en el rápido que tiene su llegada a ésta a las diez de la mañana, llegaron también numerosos afiliados a Izquierda Republicana de Zaragoza y otras personalidades, entre ellas el ilustre director del Instituto de Segunda Enseñanza, señor Armisén, don V. Franco de Tejada y don Gumersindo Sánchez, decano de la Facultad de Medicina de Zaragoza.

Entre las representaciones llegadas de los pueblos merecen destacarse las de Mora de Ebro y Agrupaciones de la Esquerra de Cataluña y partido Federal Socialista de Cataluña.

Siguiendo con las notas de nuestro carnet agregaremos que también vimos al señor Bosquet, de Mora de Ebro; al presidente y secretario de Izquierda Republicana de la Puebla de Híjar, don Esteban Barceló y don Miguel Membrado; representación de Izquierda Republicana de Calaceite; don Santiago Guiral, don José Jover y don Alejandro Nicoláu, de Mequinenza, y del mismo pueblo don Roque Navarro, representando a la U.G.T; don Ramón Rovirosa, de Flix, y del partido de Unión Republicana de Zaragoza don Luis Fernando, don Armando Abadía, don Carmelo Esqués y don Saturnino Fustero, por el Comité provincial; don Pascual Tejero, don Eloy Quílez y don Claudio Collados, por el Comité local; don Gil Tena, presidente de Izquierda Republicana de Belchite, y el secretario, don Martín Velilla.

También hubo comisiones de Escatrón, Quinto, Belchite, Chiprana, representando a la comarcal de Gandesa, y varias de pueblos de Teruel.

TEXTOS DE TELEGRAMAS RECIBIDOS

“Zaragoza. – Unido ustedes estos momentos lucharemos juntos por nuestros ideales y memoria inolvidable José. – Ramiro Viana.”

“Cuenca. – Reciban nuestro pésame muerte José Latorre y protesta vil asesinato. – Alfredo García, presidente.”

“Ciudad Real. – Protestamos injusta agresión presidente Izquierda solidarizada agrupaciones de esta provincia. – Gómez Lobo, presidente Consejo provincial.”

“Madrid. – Pésame enérgica protesta nuestro querido correligionario Latorre. – Blasco Pueyo.”

“Madrid. – Enterados Prensa fallecimiento su presidente Juventud Madrid asóciase dolor esa Junta directiva, familia y agrupación. – Presidente, Gil.”

“Madrid, a don Rafael Bosque. – Ruégole me represente entierro ejemplar ciudadano Latorre. – José María Lamana.”

“Morella. – En este momento recibo telegrama. Imposible asistir entierro. Profundamente apenado por pérdida correligionario. Reicban condolencia de esta organización Izquierda Republicana. – Sagüesa.”

“Epila. – En nombre de esta organización republicana y mío propio sumamos condolencia pérdia correligionario Latorre vilmente asesinado. Artigas Latre y víctimas euforia republicana encarnada espíritus caciquiles viejo régimen. Labor y perseverancia. – Alfonso Gaspar.”

Siguen recibiéndose telegramas de pésame de todos los puntos de España. – CORRESPONSAL

La Voz de Aragón, edición del 14 de agosto de 1935. Páginas 3-4

La segunda noticia ha sido la puesta de una nueva placa en la calle José Latorre de Caspe, que ahora incorpora el segundo apellido del malogrado alcalde. Con motivo de la inauguración de la nueva placa, el 1 de julio Bajoaragonesa de Agitación y Propaganda organizó un sencillo homenaje al que asistieron familiares (hijo y nietos) de José Latorre Blasco y que contó con una nutrida representación del Ayuntamiento de Caspe.

 

 

 

 

 

 

Cerramos nuestro recuerdo a José Latorre Blasco con música. Porque su nieto, conocido en el mundo musical como Juantxo Skalari, acudió hace unos meses a Caspe en el marcho de las jornadas sobre el Consejo de Aragón. Juantxo se reencontró con su propia historia, tocando, en acústico, en el mismo lugar por el que su abuelo se dejaba ver con frecuencia décadas atrás. Sin duda, el momento más emotivo de su actuación fue el tema que compuso en memoria de su abuelo, José República.

 

 

 

 

 

 

 

 

El Agitador

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