Recortar en educación es como ahorrar en cimientos

Cuando yo estudiaba primaria, E.G.B. que era entonces, el colegio “Alejo Lorén” ni siquiera estaba construido. Iba a un colegio concertado, no a uno público, y aún se notaba diferencia en el trato dependiendo de si tu familia era más o menos “de bien”. Seguro que hoy día las cosas no son así, pero prefiero que mi hija vaya a un colegio público y saber que va a recibir una enseñanza de calidad.

Por concepto, la enseñanza pública debería ser la mejor, y así es en países de referencia como, por ejemplo, Finlandia. La presidenta de ese país, dijo una vez: “Un pueblo educado no permite ni corruptos ni incompetentes”. Allí tienen claro que en un país sin demasiados recursos naturales la riqueza reside en su gente, y hoy día un pueblo vale dependiendo de lo que vale su educación. El caso es que, siendo España, al igual que Finlandia, un país sin petróleo, sin oro, sin diamantes… parece que aquí nuestros gobernantes no tienen claro la importancia de la enseñanza. Tal vez no les interese evitar la corrupción ni la incompetencia. Aunque para que consigamos prevenirlas, no basta con la enseñanza en la escuela, hay que comenzar con la educación en casa.

Pero es la enseñanza pública de calidad la que realmente puede garantizar el “ascensor social”, para evitar la separación de la sociedad en capas. Una pancarta vista en las manifestaciones contra los recortes educativos rezaba: “Un profesor menos hoy son cuatro policías más en el futuro”. Por eso es tan importante defender la educación pública y gratuita;no sólo depende de ella el progreso económico, también la igualdad de oportunidades y la cohesión social.

Todo cambia, y la enseñanza no iba a ser una excepción. Atrás quedaron los tiempos en los que “la letra con sangre entra”. Desaparecen unos problemas y se dan pasos a unos nuevos. La sociedad ha evolucionado, la educación y la enseñanza también. Y está claro que la enseñanza es más importante aún que antes. Cuando mi abuelo nació, una persona valía sólo por el hecho de nacer. Sus brazos eran una fuerza de trabajo que tenía un valor. Hoy en día hay máquinas que hacen gran parte del trabajo que antes hacían las personas, y eso va a ir a más. La tecnología hace que el modelo productivo cambie, así pues, el valor de una persona ya no está en la fuerza de sus brazos, sino en su conocimiento.

Siempre he tenido claro que la Educación y Enseñanza de las nuevas generaciones son algo importante, pero cuando miro a mi hija y veo la responsabilidad que tengo delante, es algo más que una frase hecha. Porque no se trata sólo de mi hija. Estamos hablando de los hijos e hijas de todos. Estamos hablando del futuro del país, de nuestro futuro, de cómo será el mundo donde vivamos dentro de otros 25 años.

Javier Giménez Rebollo

(publicado en la revista “25 aniversario Colegio Alejo Lorén Albareda”)

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