Facebook, esa poderosa herramienta… ¿para el Mal?

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Me borro de Facebook.  Al menos una vez al mes me digo esto, y nunca lo hago.  Y el motivo sólo es uno: porque estar en Facebook tiene potencial.  Potencial para contactar con mucha gente, para comunicar rápidamente, para aprovechar su efecto viral (si tu mensaje puede conseguir tal resultado)…  Potencial, como para decir al máximo número de conocidos, en el menor tiempo posible, por ejemplo, que te acabas de enterar de que vas a ser padre en 5 días; o para animar a la gente a que vote tu vídeo que participa en un concurso.  ¿Y por qué quiero borrarme si es tan bueno?  Lo primero de todo porque hay demasiado cotilleo, y eso lo detesto.  La mayoría de la gente que usa Facebook es para cotillear, y los que no, para aprovechar las susodichas ventajas comunicativas y promocionarse o promocionar sus productos.  A mí, ni me gusta cotillear, ni suelo aprovechar las ventajas de la comunicación en Facebook.  Pero le veo potencial.

La potencia de Facebook está en su información y eso, como todo en esta vida, tiene su lado bueno y su lado malo.  Dispones de información de mucha gente, y puedes comunicar muchas cosas.  Y la gente tiene información de ti, y lo mejor de todo es que esa información la damos voluntariamente, y queda a disposición de todo el mundo.  Se puede investigar la fiabilidad del vendedor de un artículo de segunda mano, o simplemente saber qué tal les va a amigos y familiares distantes.  La información está ahí, a tu entera disposición, sólo tienes que cogerla.

Pero Facebook también puede servir para que tu futuro jefe pueda ver tu alegre y chisposa cara de beodo cuando sales de fiesta con tus amigos o para que dentro de unos años, los “colegas” de tu hijo puedan coger, para hacer un montaje de lo más bestia, la foto tan graciosa que le hiciste a tu retoño y que la mamá orgullosa y gozosa colgó en la red social para pavonearse ante el resto de mamás de lo mono que es su pequeñín, haciendo arrepentirse al retratado, ya adolescente, de no haber causado más dolor en el parto.

De todos modos, los deliberadamente provocadores ejemplos que he relatado son nimiedades insignificantes comparando con el poder real de Facebook.  Facebook tiene más de 125 millones de visitas al día.  La cuestión es que la información que maneja Facebook supera la imaginación de cualquiera.

La gente que lee El Agitador, o cualquier otro medio sea digital o no, sólo quiere leer El Agitador, no dar información de forma gratuita.  La gente que pone su información voluntariamente en Facebook, apenas lee una minúscula porción de la información que hay en Facebook, entre otras cosas porque no es posible verlo todo, así que sólo vemos lo que le interesa que veamos. Facebook dirá que es lo que nos interesa a nosotros, definido por su «inteligencia» artificial que se basa en nuestras interacciones con el resto de perfiles y páginas.  Pero el hecho es que Facebook posee toda la información que le damos.  Y la tiene, irremediablemente, porque la has expuesto, y no está bajo tu control, ni siquiera con los filtros plagiados de Google+ (antes ni eso).  Tu información está en la red y ya no puedes hacer nada por evitarlo.

Facebook es una empresa que a pesar de lo gigante que es, no sabe rentabilizar sus visitas.  El día de su estreno en bolsa llegaron a pagar $45 por sus acciones, y seis meses más tarde valían $23, aunque si bien es cierto que en febrero de 2013 se ha recuperado un poquito hasta los $28, sigue muy por debajo de su precio de salida.  Y eso que en 2012 tuvo unos ingresos de más de $5.000 millones y cuenta con más de 4000 trabajadores, pero no consigue unos beneficios a la altura de esos números.

Cierto es que Mark Zuckerberg no comenzó su proyecto con idea de ganar dinero, o al menos no era su principal objetivo, si hubiera sido así habría empezado a poner publicidad mucho antes, y seguramente su proyecto no habría tenido el éxito que tiene, o la habría vendido hace tiempo por muchísimo menos valor del que tiene ahora.  Pero siendo una empresa muy cara de conseguir y de mantener, llama la atención que no tenga un claro plan de negocio que rentabilice la enorme inversión.  Como ejemplo, hasta hace poco no había personal en España que se preocupara de conseguir anunciantes.

Tal vez sea difícil sacar rentabilidad económica a un mentidero digital, pero en realidad no busca dinero directo.  La información que maneja tiene un valor incalculable, y no estoy hablando de billetes.  Para que la aplicación creada por Mark Zuckerberg haya conseguido llegar a ser el gigante que es ahora, ha tenido que ser ayudada por gente que le haya facilitado mucho las cosas.  Quien ayudaba a ser lo que es a la red social más importante hoy día, sabía bien lo que hacía.  En la película La red social ese momento se ve entre líneas cuando un grupo de inversores desconocidos aportan una exorbitante cantidad de dinero.  Dinero que en la práctica no ha sido retornado a los inversores.  No de manera directa.

El personaje de Mark dijo en la película refiriéndose a los usuarios: «no son nuestros amigos, son nuestros colaboradores».  Facebook sabe quiénes son tus amigos, qué música te gusta, a dónde te gustaría viajar, cuáles son tus tendencias políticas, cuáles son tus inclinaciones religiosas…  Sabe si eres un agitador, sabe si promueves la revolución social, si quieres «resetear» el sistema (frase de moda), o si por el contrario eres un corderito bueno que atiende a lo que dicen los poderosos.  Sabe si participas en manifestaciones contra el gobierno, si te codeas con los manifestantes, o con los policías de paisano que provocan las cargas.  Sabe si lees publicaciones agitadoras.  Ahora mismo sabe que estás leyendo esto.  Estás a punto de ser fichado, no por Facebook.  Posiblemente Zuckerberg no sepa ni que le estén utilizando.  O sí, ¿qué más da?

Cuando Microsoft, actual dueño de la principal herramienta para llamadas telefónicas a través de Internet, Skype, patenta un sistema para identificar la voz al hablar por teléfono, lo normal es que un día le quiera sacar una rentabilidad económica, pero más allá, y tal vez de manera no oficial, ¿no le pedirá el gobierno de turno la información que esa tecnología pueda necesitar?  Y siendo Microsoft una empresa tan metida en el sistema, tan cercana a la clase dirigente, ¿alguien cree que se negará?  Aunque luego digan que eso nunca ha ocurrido.

Si los poderosos pueden utilizar la información que Facebook posee, ¿no lo harán?  Puede que Zuckerberg lo sepa, o puede que no.  Pero aunque no haya ocurrido, ocurrirá.

Ellos sí aprovechan todo el potencial de Facebook.  Si has llegado hasta aquí, ellos ya lo saben.

 

Javier Giménez Rebollo

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