Este año el FIB ha decidido recuperar el prestigio que tuvo, volver a ser leyenda y que las masas acudan como peregrinos al santuario que les sacará de sus rutinarias vidas para que, aunque sólo sea durante un fin de semana, el hedonismo sea su religión y se disfrute de la fiesta de la música en su máximo esplendor. Más de 100 artistas repartidos en cinco escenarios para hacer disfrutar a 170 mil personas entre los cuatro días, que agotaron las entradas del sábado con Muse de cabeza de cartel, pero que además este año ha traído nombres de la talla de Major Lazer, The Chemical Brothers, The Maccabees, The Vaccines, Kendrick Lamar o Massive Attack.
Acudo al evento convencido de que voy a disfrutar del fin de semana, pero con la duda de si desentonaré ante la segura mayoría de jóvenes ebrios de música, ganas de fiesta y alcohol, que cundirán en el festival. Han pasado bastantes años desde mi última asistencia al mismo, en seguida me daré cuenta de algunos cambios, como la zona en la entrada, o el mercadillo, en el que apenas quedan tiendas de ropa, ya no hay tiendas de discos y sí hay más opciones para poder comer.
En la cola observamos la heterogeneidad de los asistentes: abundan veinteañeros anglosajones, pero también hay bastante fibber español de variedad de edades. Nos llama la atención lo que nos pareció que era una familia de cuatro miembros, con los padres cincuentones acompañando a su hijo e hija adolescentes. Incluso llegaré a ver a un quasi sexagenario subido a hombros y jaleando en la euforia de uno de los conciertos. Una vez conseguida la pulsera todo es más fácil y rápido, sólo hay un pequeño tapón cuando el personal de seguridad hace un rápido cacheo y miran la mochila para que no lleves nada que pueda resultar peligroso.
En los festivales de esta magnitud los conciertos se solapan y a veces hay que elegir. No se trata de ir al espectáculo de tu grupo favorito, aquí el público es parte del espectáculo. Un parque temático para adultos. Aunque también se ve algún que otro niño acompañado de sus felices a la par que preocupados padres. No es para menos, miles de personas deambulando con ganas de fiesta y con nivel elevado de alcohol en sangre hacen preocuparse a la madre más hippie.
Aunque el público español se concentra en los conciertos de artistas nacionales, el FIB es una actividad codiciada para los jóvenes extranjeros que veranean en España, o incluso la excusa perfecta para venir a hacer turismo. Sol, playa, música y fiesta es un buen conjunto para unas vacaciones.
El sábado es una locura de gente. Los mediáticos Muse lo petan. Ese día la edad media se eleva, y también se aprecia más público español que el viernes o el domingo. La épica y grandilocuencia de Muse siempre resulta efectiva en el escenario, incluso con las limitaciones que impone un festival a un grupo tan exagerado en vivo.
Antes de empezar Bloc Party le hago una foto a un fibber inglés cubierto con la Union Jack, y un colega suyo me comenta que «ese tío es estúpido porque ha votado sí al Brexit», que él no lo entiende y hubiera preferido quedarse en la UE, que le encanta estar en Europa y poder moverse libremente, por ejemplo, para venir sin problemas al FIB en España. Massive Attack en su espectáculo también harán críticas al Brexit, además de mostrar su apoyo a las víctimas de los atentados terroristas.
El domingo el ambiente se aprecia más tranquilo, y se nota el cansancio en los asistentes. No hay tanta aglomeración como en la locura del sábado, pero se sigue palpando, más si cabe, el buenrrollismo y las ganas de pasarlo bien, disfrutar de la música y del festival.
Maquillajes exagerados con purpurina brillante y pintura para piel, hipsters, rastas, pijos, indies, disfraces de carnaval… Todos los looks se dan cita en el festival más heterogéneo, que ofrece música electrónica, rock, rap o pop. Massive Attack escriben en las pantallas de su espectáculo en el escenario Las Palmas: “Pedro Sánchez y Andrea Levy no llegan a un encuentro para formar gobierno, pero sí se encuentran en el FIB”.
Javier Giménez
