La basílica del Pilar y la objetividad

Esta semana me llegó el típico mensaje de Whatsapp (Guasap para los amigos) en el que te invitan, e incitan, casi amenazan,  a que votes en una lista de veinte, que realmente son cincuenta y dos, para dilucidar cuál es la mejor… en este caso, catedral de España.

Lo que más me llama la atención de este tipo de referéndums populares, o populistas, es la objetividad con la que se afronta la sagrada responsabilidad del voto individual.  “¡Todos a votar por El Pilar!”.  No nos cabe ninguna duda de que se trata de una decisión informada, ya que ¿quién en su sano juicio no ha visitado todas esas catedrales?  Y si a algún insensato le falta una en la colección, seguro que se tomará la molestia de, cuando menos, investigarla por internet.  Por supuesto, siempre hay algún extremista, seguro que pocos, que se deja llevar por su pasión patriótica y se pone a votar a la catedral de su región porque sí, porque hay que defender lo nuestro, la cosa nostra.  El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra… y así construyeron el Vaticano con todas sus piedras pecaminosas.

De chovinismo barato sabemos mucho en España; de opinar sin fundamento todavía más.  Así, a bote pronto, recuerdo un par de conversaciones internacionales de cuando era (más) joven y (más) incauto.  “¿Prosciutto? Venga ya, donde esté el jamón español”.  Huelga comentar que por entonces mi ingesta de productos porcinos transalpinos difícilmente superaría los cincuenta gramos (en forma de salami de Telepizza).   Pero la palma del cho-vinismo se la llevaría mi defensa a ultranza de los vinos españoles, porque, por supuesto, están a la altura de los caldos franceses.  En esas conversaciones nunca revelaba mi debilidad por un buen calimocho crianza con toques afrutados (sería el chupito de fresa) ni por un buen tinto reserva con matices caseros (y gaseosos).

En cuanto a mis viajados vecinos, ya he perdido la cuenta de las veces que me han recordado “pero como en España no se vive en ninguna parte”.  Ante lo cual, no me queda más remedio que asentir, aunque siempre me queda la duda de si se estaban refiriendo a la confianza en la clase política, a la calidad de la parrilla televisiva o quizá, simplemente, al agradable cierzo y a las brumas matutinas que aderezan nuestros inviernos.

Espero que la próxima vez que me llegue un correo pro voto vaya acompañado del siguiente mensaje: “Infórmate y vota con criterio.  Lo tuyo no tiene por qué ser lo mejor.  De hecho, casi seguro que no será lo mejor… y no pasa nada”.  Defender “lo nuestro” porque sí solo nos lleva al enchufismo, al monopartidismo de por vida, al fanatismo deportivo o…, aún peor, a ilusionarnos cada año con Eurovisión.

Sergio Ferrer Giraldos

http://listas.20minutos.es/lista/la-mejor-catedral-de-espana-322087/

 

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