No seremos nosotros quienes neguemos la necesidad de acometer obras de adecentamiento y actualización en muchos de los espacios públicos de la ciudad (mucho más ahora que tenemos el VI Centenario a la vuelta de la esquina) pero tampoco debemos callar ante algunas intervenciones que entendemos que son, como mínimo, cuestionables. Les ofrecemos una instantanea reciente de la plaza de la Virgen después del largo proceso de obras a que ha sido sometida. Contémplenla. Probablemente les provoque las mismas reflexiones que a nosotros: 1. Costó un «pastizal». 2. Se prolongó durante muchos meses y por si fuera poco el retraso no sirvió para incorporar los hallazgos arqueológicos al patrimonio de los caspolinos ya que se optó por volver a taparlos como si no existieran. 3. Estéticamente se ha optado por una solución de una dureza innecesaria, poco respetuosa con las codiciones climáticas del lugar, y nada coherente con la configuración del entorno. 4. A ver quien es el guapo que aguanta en esa plaza en pleno verano. 5.¿El cartel explicativo es de broma?

De todas formas, si no les gusta lo que ven pueden darse la vuelta. A escasos metros, las palmeras de los jardines del Sagrado Corazón cada día lucen más hermosas. Duele constatar que dichos jardines fueron proyectados en los años veinte del pasado siglo.

 

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