Mabel Pérez Pelet: «Todo lo que soy me lo he ganado a pulso siendo aragonesa»

Mabel es una mujer  de 58 años resuelta y batalladora, ama a su tierra, Zaragoza, y el tono de su voz se enriquece de matices que transportan el amor que le nace, al hablar de su barrio y de su gente. Ama a su tierra, claro, como no podía ser de otra manera, pero hace 31 años que vive lejos de ella. Se marchó, como muchos, buscando oportunidades y sueños y los encontró en su país de acogida, el Principado de Andorra, donde dirige una perfumería desde hace ya más de tres décadas. Su marido, Javier, jugador de fútbol del Real Zaragoza retirado, inició con ella este periplo que hoy queremos compartir con nuestros agitadores.

 

Hola Mabel, gracias por aceptar abrirte a los lectores del Agitador y por compartir tu historia con nosotros. Me hace ilusión, me parece una cosa bonita que escribáis nuestra historia, la de los aragoneses que vivimos lejos de la tierra. Pero dime ¿Qué quieres que te cuente?

Todo (sonrío) Pero empecemos por el principio ¿Dónde naciste? En Zaragoza, en el barrio de Las Delicias. Concretamente en la c/ Quinto de Ebro nº 6. Seguro que te  dirá  lo mismo todo el mundo, pero para mí es el barrio más bonito del mundo.

¿Qué recuerdos tienes de esos años? ¡Los mejores! fui una niña feliz. Allí viví desde que nací, allí jugué, reí. Los aragoneses somos gente alegre y eso es lo que más recuerdo, la alegría que se respiraba en mi barrio.

¿Cuándo dejaste el barrio? Cuando me casé. En aquellos años salías de casa de tus padres para casarte, y yo hice lo propio con Javier y ya nos ves, aquí seguimos después de los años, juntos, luchando y apoyándonos siempre.

¿Por qué el Principado de Andorra? ¿Fue una elección o una obligación? Bueno,  Javier era jugador del Real Zaragoza. En el 74, creo recordar, acabó contrato con el club y  después de un periplo por varias ciudades españolas, lo fichóla Real Sociedad así que nos trasladamos a Donosti (San Sebastián) donde , por cierto, nació nuestra primera hija Eluska y tras dos años allí y cuando Javier ya estaba al final de su carrera deportiva, un empresario farmacéutico andorrano y persona vinculada al mundo del fútbol le ofreció a Javier finalizar su carrera deportiva en el FC Andorra y un empleo en su empresa. En aquel tiempo los futbolistas no ganaban lo de ahora (ríe) Así que ese fue el motivo de que llegáramos a Andorra. Esa vez solo estuvimos un año.

Y ¿Cómo fue para ti el cambio? Pues de Zaragoza a otras ciudades no me supuso un cambio brusco, aunque echaba de menos a mi familia y a nuestros amigos, pero el año que estuvimos en Andorra fue para mi traumático, recuerdo llorar todos los días.Rezaba para que ese año pasara rápido

¿No te adaptabas? No, rotundamente no. Los aragoneses somos gente abierta, Sol, y aquí es todo lo contrario. Echaba de menos ¡todo! de Zaragoza. Solo deseaba que ese año pasara pronto y pudiéramos volver. Recuerdo que pensaba: ”qué gente más rara, qué feos son todos, aquí ni saludan a las personas”.

Pero tú debías estar ya acostumbrada a cambiar de ciudad con cierta regularidad siendo mujer de un futbolista, ¿no? Sí, si y en ninguna ciudad donde estuvimos viviendo me sentí tan sola como aquí y mira que Javier jugó además de en el Real Zaragoza o en la Real Sociedad, en el Real Murcia y en el Nàstic de Tarragona, pero en ninguna lo pasé mal, esto era muy distinto a todo.

Caramba, os recorristeis una buena parte de España. ¿En qué posición jugaba Javier? (Me ha entrado la curiosidad, le reconozco a Mabel) De delantero-centro, fue “pichichi” cuando jugaba en segunda división con el Real Zaragoza ¿ lo sabías?

No (admito) ¿Sabes en qué temporada fue? Javier! (llama a su marido que cena tranquilamente con unos amigos, mientras nosotras conversamos) ¿en qué año fuiste “pichichi”?

Javier: En la temporada 71-72. Jugábamos en segunda división y ese año fui “pichichi” de la liga (se oye a lo lejos sobresaliendo de un murmullo de voces)

La voz de Javier  es tranquila y reposada, como es él, un ser humano excepcional.

¿Cuántos años jugó en el Real Zaragoza? Desde 1969 hasta 1974. Estudiaba y jugaba al fútbol. En el 76 estábamos en San Sebastián y en el 78 nos vinimos aquí, hasta el 79 en que regresamos a casa.

Así que al final os fuisteis a Zaragoza, feliz al fin, ¿no? Sí, pero no resultó como esperábamos. En aquellos años también había una crisis importante como la que estamos viviendo ahora y el trabajo estaba muy mal. Tras estar ocho meses buscando un empleo y no encontrar nada, empezamos a plantearnos otras opciones. Los  ahorros se iban agotando y no aparecía ningún trabajo. A través de un amigo de Javier le ofrecieron dirigir un negocio comercial en Andorra y nos volvimos.

No quiero ni preguntar como debiste sentirte al saber que volvías aquí, con lo mal que lo habías pasado.  Pues mira, te diré que curiosamente la segunda vez fue distinto. Vi las oportunidades educativas que tenían mis hijas, aquí podían ir al Lycée con todas las facilidades, tener educación en idiomas, en fin, lo que allí, en Zaragoza, seguramente no habría podido pagarles en aquellos años, además de la seguridad con la que aquí se vive.

Bueno, entonces ahora eres ya casi andorrana, Mabel (la miro esperando su respuesta que sé no me va a dejar indiferente) No, (rotunda) soy maña y con orgullo. Yo no he querido adoptar la nacionalidad andorrana, Sol, porque creo que todo lo que soy me lo he ganado a pulso siendo quién soy  y soy ¡aragonesa! (me dice en ese tono risueño y resuelto que tiene Mabel) Javier y yo estamos orgullosos de serlo. Pero reconozco que ahora estoy bien aquí.

¿Visitas Zaragoza a menudo? Antes más, pero desde que falleció mi padre, no visito tanto la ciudad, ya sabes que yo estaba muy apegada a los míos y ese era mi principal motivo de visita. Aunque añoro ir, no voy tan a menudo como quisiera a visitar a mi familia. Ya sabes como se trabaja aquí, no nos queda tiempo para nada.

(Sé como se trabaja y asiento con la cabeza, entiendo perfectamente que me quiere decir) Y ahora  ¿Cómo te sientes en tu país de acogida? Feliz, muy feliz. La segunda vez conseguí adaptarme a esta forma de ser tan distinta a la mía. Aquí se han criado mis hijas, aquí al menos podemos ir aguantando. Ahora estoy a gusto, tengo un buen empleo y sobre todo, veo a mis hijas felices.

¿No te planteas volver? Ahora ya no. Tal vez algún día…

 Sol Roque

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