Hará poco más de un mes, un tal Alessio Rastani, agente independiente de bolsa, dejaba boquiabierta a la audiencia de la BBC con unas declaraciones tan sinceras 
como preocupantes. Rastani admitía que el control económico del mundo recae en las grandes empresas financieras, a las que no les importa cuándo o cómo se solucione la crisis. Por supuesto, estas empresas se apresuraron a deslegitimar al lenguaraz bróker…Hubo entonces quien sugirió que los actores financieros y los criminales nazis compartían algo: su desprecio por las brutales consecuencias de su trabajo. Individuos que aunaban el mal cotidiano de su sustento con el perfecto y cariñoso cuidado de su familia.
Quizá el lector recuerde una película de Quentin Tarantino titulada “Malditos bastardos”. La película cuenta la historia de un grupo de cruentos militares estadounidenses que se infiltra en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial con un único objetivo. Los bastardos, nombre que recibe el escuadrón, deben eliminar -sin miramiento alguno- a la cúpula nazi para finiquitar la contienda.
Tan solo he atado cabos. ¿Y si lo que necesitamos es un grupo de valientes que plante cara a los que realmente mandan? ¿Qué ocurriría si un escuadrón secreto enterrara a Goldman Sachs? ¿Qué sucedería si anulara la voluntad de agencias de calificación ¡privadas! que viven de la desconfianza generada en las economías que ellas mismas devalúan? Tal vez sea cuestión de empuñar, de una vez por todas, el bate de la justicia. Quizás haya llegado el momento de perseguir a quienes se enriquecen, también sin miramientos, con el dinero de los demás. Y es posible que, de entre los millones de indignados en este planeta, alguien más haya visto el filme de Tarantino… Claro, que todo ello es fantasía… ¿o no?
Pablo Blasco
