Si la memoria no me falla, solamente he visto una vez a Rosendo en concierto y sin ser uno de mis grupos de cabecera, lo recuerdo como uno de los que proporcionalmente me ha dejado mejores sensaciones.  Me recuerdo sorprendido observando ensimismado como un simple trío era capaz de llenar de sonido toda aquella carpa: una batería, una guitarra y un bajo.  Y no hace falta nada más.  Bueno, sí: saber hacerlo.  Y de eso, Rosendo Mercado sabe un rato largo.

Viene aquel momento a mi memoria al escuchar cualquier canción al azar de «Sonámbulos», el primero de todos los discos de Diluendo, un trío que con la base del rock, los instrumentos antes nombrados, es capaz de llenarlo todo de música y potencia.  Y el culpable al que uno dirige la vista en primer lugar es Palillos, sin duda, que se confirma como un virtuoso de la guitarra.  Un enfermo, quizá, sí, pero virtuoso al fin y al cabo.  Al menos a mí me lo parece y no lo puedo discutir claro, que ya se sabe que uno ha sido más de calimocho y dejarse llevar por el rock urbano y el grito pelao.  Y tanta calidad y tan cerquita de casa me desborda.
Porque intentemos ser objetivos: en Caspe ha habido grandes guitarristas, y los sigue habiendo, pero creo que este es el momento de Palillos.  Al menos en lo suyo.  Ahí lo dejo.

Pero la gran fortuna de Palillos, amén de su técnica, y por ende de Diluendo, es su compañía: que Mendrugo cree y marque el fondo de las canciones de una manera tan exquisita es un elemento básico y todo un regalo para nosotros.  Incluso para los que no tenemos ni pajolera idea de música.

Y detrás de ellos dos, o delante, según se mire, nos encontramos al bueno de Fran, con la batería y la voz, aunque no por ello con mas peso en el grupo.  Porque este grupo ha demostrado sobradamente ser democrático: cada uno de ellos aporta una tercera parte al proyecto, formando un todo compensado.  Al menos así se ve desde fuera, desde donde no se contempla un líder ansioso, un ego que amenace con comerse a su propio monstruo.
Bueno, que me voy por las ramas.

Pues eso, que una vez sabido que Mendrugo es un trabajador incansable del bajo favorecido por el hecho de que el grupo sea un trío, llegamos a Fran, que lleva tocando la batería desde… desde…  No sé, supongo que siempre.  Uno se imagina a Fran naciendo con un palillo debajo del brazo, tocando a todas horas, en su casa, por la calle, con dos cubos de basura a lo guayomaná.  Vamos, un enfermo de la percusión.  Otro enfermo de la música, el tercero del grupo.  Bendito hospital.  Bendito manicomio que han creado estos chavales para nuestro orgullo, pariendo en su segundo intento un disco sobresaliente, de auténtico hard rock.  Potentísimo musicalmente hablando y sobrado de calidad.  Han dado lo mejor que tienen y por suerte, eso es mucho.  Da la sensación de que todo les ha salido bien y eso se nota en el conjunto.  El trabajo no tiene ni una sola fisura.

Existe una evolución muy perceptible entre este disco  y el anterior.  O entre este grupo y el anterior, que a pesar de ser los mismos, se han cambiado el nombre.  Igual tiene como objetivo marearnos: Necropsia cuando comenzaron allá por el 97, Atlas mas adelante, ya convertidos en trío y con la grabación del, llamémosle EP, «Mirar la realidad» y ahora Diluendo, nombre con el que por fin han grabado un larga duración, aunque los componentes del grupo no se hayan modificado.

Siendo Mirar la realidad un buen trabajo, este Sonámbulos lo es mucho más.  Cualquier comparación entre canciones es buena muestra.  Hemos pasado de un buen rock, hecho con timidez y como pidiendo disculpas por la intromisión en un hard rock «progresivo», convincente, seguros de sí mismos y sabedores de que son capaces de hacerlo mejor que otros que han vivido de la música.  La mejoría es notabilísima en la voz: Fran controla por fin su garganta y se le observa muchísimo mas suelto, no tan atenazado por cantar bien.  Quizá ahí tengamos el cantante que hemos estado buscando tanto tiempo.

Un pero, por supuesto, tiene el disco.  Y es que yo al menos no le he encontrado ningún gancho, ninguna canción con vocación clara de single que atraiga a desconocidos.  Quizá el tema Sonámbulos pueda representar ese papel.  No sé.  De todas formas esa ausencia sea incluso buena.

No quiero extenderme mas y soy consciente de que apenas analizo el disco: es premeditado.  Este disco tienen que escucharlo todos en casa.  Y si no les convence a la primera, denle una segunda oportunidad, cierren los ojos e imaginen que son un trío de… Madrid por ejemplo.

Ahora solo esta por ver como lo defienden en directo.  Y eso lo podremos comprobar este mismo viernes dos de noviembre en el Muro, tras la fantasmada.

Así que aprovechen la oportunidad y corran a su tienda de discos a hacerse con un cd antes de que se agoten.  Y no les duela el dinero, que ni ustedes ni yo, por mucha música que consumamos, gastamos hoy en día dinerales en ella como para decir que se nos ha agotado el presupuesto.  Y no me pongan como excusa que no son sus amigos, porque sus enemigos, seguro seguro que no lo son.  Que yo al menos no se los conozco.  Bueno, y si en su habitual tienda de discos no lo tienen, cuando los vean por las calles, se lo pidan, que cuentan que siempre llevan uno encima…

Definitivamente se han ganado un hueco en mi corazón.  Digo… en mi mp3.

Petu

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