Clásicos de hoy. 2666 de Roberto Bolaño.

2666 

Roberto Bolaño.

Editorial Anagrama.

Publicada en 2004, ya muerto su autor esperando un trasplante de hígado que no llegó a tiempo, con apenas cincuenta años, cumple,  pues, todos los requisitos para ser un clásico de nuestro tiempo: autor muerto, autor excelente, novelón (en realidad son cinco novelas cortas) de mil y pico páginas que no se hace pesado gracias al estilo fragmentado de Roberto Bolaño. La atomización de la narración en pequeños trozos, con saltos vertiginosos de los personajes a lo largo de la novela, apareciendo cientos de páginas después de haber desaparecido del hilo narrativo principal, sorprenden y agradan, otorgando al libro un aliento insospechado, deambulatorio, viajero y dilatado, como un largo paseo circular por la escritura que, desde siempre, ha sido unos de los temas favoritos del autor. Literatura sobre la literatura y los que escriben literatura. Una caterva de personajes enfermos de palabras, enfebrecidos por los adjetivos, dolientes por anacolutos, envenenados por la tinta de viejas máquinas de escribir, convalecientes de tropos y figuras, fracasados de la poesía y la novela, fallidos personajes que escriben y leen sin otro objetivo en la vida que leer y escribir, que viven por y para la palabra, sin trabajo, sin futuro, sin pasado, con sólo un presente eterno de palabras, despojados de todo lo demás, la vida es algo accesorio para ellos, un fondo inmóvil sobre el que se mueven, entran y salen cargados de poemas y novelas que se arrojan como cuchillos, que se intercambian como pistolas, libros que son armas…..Roberto Bolaño, que fue, como sus personajes, un enfermo de literatura, desarrolló un estilo corrosivo y un humor ácido y a veces amargo que le venía de molde para contar su historia más querida y recurrente: el fracaso latinoamericano.

El fracaso de Latinoamérica, político y social, se solapa con el fracaso de los escritores trasterrados por gobiernos dictatoriales y sanguinarios. Los países son tratados como personajes y los personajes como paradigmas de la sociedad; como ejemplo al modo cervantino, como síntoma de una enfermedad moral que corroe toda América y que la independencia de la metrópoli no consiguió curar. Podredumbre que se ha extendido por todas partes y de la que nadie está a salvo. Aunque esto parezca deprimente y triste, Roberto Bolaño consigue que nos desternillemos de risa mientras nos lo cuenta: el arma defensiva contra el horror es el humor y esto lo sabe hacer como nadie. Un nuevo tema aparece en esta novela-río, como telón de fondo, tema terrible y que se sale de lo habitual en el autor: los crímenes de Ciudad Juárez, los cientos de mujeres asesinadas de manera atroz  y abandonadas en los vertederos de una ciudad que ha crecido vertiginosamente, sin planificación, al modo latinoamericano. Una verdadera pena que la prematura muerte del escritor dejara esta novela inacabada. Aún así es un monumento que usted no debería dejar de visitar al menos una vez en la vida.

Manuel Bordallo

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