El pasado 23 de octubre Juan Perro presentó en el Teatro Principal de Zaragoza su Casa en el aire, una casa bien cimentada con grandes temas, poesía y buenas melodías de guitarra, pero sobre todo con la experiencia de un artista que después de más de 30 años en esto de la música, pisa firme por allá donde pasa, sin miedo a experimentar y con la sabiduría que le da el haber absorbido todo el conocimiento de grandes músicos de todos los estilos, estilos que se reflejan en este concierto y que demuestran su evolución.

Nada más entrar al teatro, por la disposición del escenario, vemos que más que un concierto, vamos a ver un recital, un espectáculo diferente, íntimo y cercano. El escenario a oscuras, sólo se iluminan dos sillas en el centro con una mesa con botellas de agua, que por cierto ni probaron.

Esas dos sillas esperaban a dos artistas, ya que en esta ocasión Juan Perro estaba acompañado, y como ya podréis imaginar, a su edad ya sabe elegir buenas compañías. A la izquierda del escenario, Santiago Auserón, Juan Perro, apareció con un traje burdeos ajustado y un sombrero, al estilo canalla y elegante al que últimamente nos tiene acostumbrados. A la derecha, el guitarrista y cantante Joan Vinyals o, como Juan Perro le presentó, “el demoni del barrio de Gracia”, se mostró al principio tímido, sin mirar apenas más que a las cuerdas de su guitarra, pero conforme iba pasando el tiempo, y Juan Perro animaba el concierto, Vinyals se iba soltando, poniéndose incluso de pie y de rodillas para tocar alguno de los temas.

la foto 2A lo largo de más de dos horas, Juan Perro y su acompañante, nos deleitaron con una gran adaptación a guitarra acústica y voces de muchas de las canciones de su último disco, Río Negro, pero también de los anteriores, dándoles un nuevo sentido, un nuevo estilo, que confirma la evolución del músico y que como siempre resultó acertado, e incluso nos regaló alguna canción inédita, como la magnífica Luz de mis huesos, que encandiló al público, y versiones de clásicos en los bises.

Un espectáculo preparado, ensayado, pero que a veces parecía improvisado, como si estuvieran creando sobre la marcha, con muchos guiños a la ciudad de Zaragoza y con mucha complicidad con el público. Juan Perro consiguió que el concierto fuera más una reunión entre amigos, un diálogo con los allí presentes. Ya nos tiene acostumbrados a su humor, a sus historias contadas como si de un cuento o poesía se tratara, pero en este concierto estuvo especialmente hablador e ingenioso. En cada tema hizo una introducción en la que contaba, con un talento especial, cuál era el origen de la canción, basándose en la realidad o en una realidad deformada y mejorada para la ocasión. Nos habló de todos los personajes que han influido en sus composiciones, desde su bisabuela que inspiró el título de Poco talento, hasta el mirlo pruno al que tras mucha insistencia del pájaro, tuvo que dedicarle una canción, pasando por un insecto que le canta a una gota de Ámbar, o el homenaje a muchos personajes como Compay Segundo, de cuyas enseñanzas sobre los ritmos cubanos surgió El carro.

Ámbar

Y así, una tras otra, entre melodías y sus historias, nos llevó de Madrid a Nueva Orleans, del barrio del Gancho de Zaragoza a África. Ritmos africanos, zulus, como él decía, rhythym and blues , son cubano… todo perfectamente ejecutado tanto con su voz, que en ocasiones exageraba dando un aire más teatral al espectáculo, como en las guitarras, destacando la maestría de Joan Vinyals y la complicidad entre ellos.

Reina Zulú

El espectáculo fue un todo. Juan Perro, controla el tiempo y el espacio, la cercanía y la actitud altiva y elegante del artista. Pero hubo momentos a destacar, como la adaptación que realizó de Obstinado en mi error, el Pajarito del ala rota o Girasoles robados, que acabó con una alusión al Riders on the storm, la magnífica interpretación del clásico No más lágrimas sin micrófono, de pie frente al público, para según palabras suyas, probar la acústica del teatro, o como consiguió que un público sentado en un teatro moviera los pies al ritmo de Malasaña, tatareara Reina Zulú o una de sus últimas canciones Nave estelar.

No más lágrimas:

En resumen, Juan Perro nos presentó lo que es, un músico que evoluciona, que no sólo compone si no que adapta sus propias composiciones sorprendiendo al público que no sabe que va a encontrar en cada concierto, y eso se agradece, porque los discos ya los tenemos en casa.

Los allí presentes salimos del teatro con la sensación de haber recibido una lección de como la música se puede interpretar de muchas maneras, de que no hay estilo que no tenga algo que decir, y sobre todo, de que la experiencia es un grado.

Eva Larrosa

 

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