Alcaldía nueva, propósitos viejos

Qué poco estoy echando de menos las elecciones locales de 2015. Seguro que recordarán buena parte de aquello. Retrocedamos hasta febrero de 2013: los partidos políticos caspolinos no situados a la izquierda perpetraron una moción de censura tan perfectamente legítima como palmariamente exenta de ética. Entre los tres (PP, CPC y PAR), dos años antes habían sumado casi el 52% de los votos. El PSOE se quedó en un 34% y CHA en un 10%. Siete concejales contra seis. Tenían la mayoría absoluta pero –ellos sabrán la razón- tardaron dos años en ponerse de acuerdo y en percibir la -en su opinión- inoperancia del equipo de gobierno encabezado por Florencio Repollés.

Como decía, la moción fue perfectamente legítima. El problema es que, bajo mi punto de vista y el de muchas otras personas en Caspe, el momento fue extremadamente inoportuno. Florencio Repollés ya estaba muy mal de salud. Y ya sabemos cómo acabó todo.

En las semanas posteriores a la moción de censura, varios compañeros de la asociación decidimos dar un paso al frente, mojarnos. Los modos del nuevo equipo de gobierno, el uso grosero del líbelo y el anonimato, el apoyo de varios medios digitales al tripartito (incluso un periódico comarcal aplaudió la moción de censura en su editorial) y la escasa beligerancia de la oposición, nos llevaron no a mojarnos, sino a zambullirnos de pleno en la política local.

Aquella etapa de Bajoaragonesa de Agitación y Propaganda fue excepcional. Porque aunque nunca hicimos ascos a la política local, les aseguro que la asociación no nació para inmiscuirse en ella con tanto ímpetu.

Confieso que lo pasé bien y que fue satisfactorio. Todavía hay quien nos recuerda de cuando en cuando que parte del fracaso del tripartito en las elecciones de 2015 se debe a nuestros conocidos artículos de opinión. Quizá tengan algo de razón, aunque lo cierto es que siempre hemos creído que los resultados de aquellas elecciones deben medirse en clave de fracaso: fue la propia actividad del tripartito la responsable de la pérdida de casi 900 votos en solo cuatro años.

Pero también confieso que fue agotador. Aquella etapa fue lo que fue: una ofensiva contra un equipo de gobierno que, según nuestro criterio, se mostró autoritario y bronco utilizando medios poco adecuados para lo que tiene que ser la convivencia vecinal. En todo caso, hicimos opinión política y crítica a la gestión municipal. Algo legitimo y necesario en toda sociedad democrática. Pero nunca fue algo personal.

Han pasado cuatro cursos y la situación es muy distinta. Disfrutamos de cierta calma. En mi caso, llevo más de tres años sin escribir sobre política. Además de preocuparme por la familia y el trabajo -como todo el mundo- otros proyectos personales me han llevado a desconectar de muchas cosas. Apenas he tenido tiempo para aportar mi granito de arena en actividades relacionadas con la historia, que es lo que realmente me entusiasma.

¿Ya no me interesa la política local? No he dicho eso. Al contrario: me gusta ver que gente nueva se implica en ella. Es una buena noticia. Apenas quedan rastros en las listas hoy en liza de los protagonistas de los viejos enfrentamientos municipales. Gracias a todas las caras nuevas por dar el paso, y gracias también a los que llevan años arrimando el hombro, porque me consta que cada vez cuesta más encontrar gente comprometida.

A la nueva corporación, a la que ustedes elijan, me gustaría pedirle mucho y poco a la vez: humildad, compromiso, y que no vuelvan los malos rollos al Ayuntamiento. Y sobre todo, que sean optimistas y trabajen fuerte por nuestro pueblo. LOSAN se va y cada vez cierran más tiendas. La cosa se está poniendo complicada en Caspe. Me temo que todos vamos a tener que remar mucho, pero ellos, el consistorio, tendrán que ser los verdaderos capitanes de la trainera.

Este domingo voten a quien quieran, o no voten, hagan ustedes lo que les venga en gana. Pero recuerden que muchos pasaron por la cárcel por conquistar la democracia, tuvieron que exiliarse, perdieron sus trabajos o sus familias, fueron multados, o incluso perdieron la vida por ella. La democracia es un privilegio y sería conveniente recordarlo. Y celebrarlo en la fiesta de las urnas.

Amadeo Barceló

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