Por fin he terminado esta novela.

Grande, pero eterna.

Aunque el título no exprese más que el nombre del protagonista, atesora mucho más de lo que se nos sugiere en un primer momento.

Se trata de una novela histórica de Francisco Narla. Un relato trepidante plagado de aventuras y con una más que aceptable documentación histórica, gracias al que se recupera el gusto por los clásicos de aventuras.

La acción se sitúa en la época de la Reconquista y comienza con unos hechos que yo desconocía: los ataques de los vikingos a la Península. Como curiosidad, también he descubierto que el desembarco que se narra al comienzo del libro se conmemora cada mes de agosto en la romería de Catoira (Pontevedra), declarada como fiesta de Interés Turístico Nacional, a la que acuden cada año miles de personas.

Pero volviendo a lo que nos ocupa: se nos muestra una historia narrada en tercera persona, muy bien escrita y con un lenguaje más que cuidado, es preciso y exacto en las descripciones. En mi opinión peca casi de excesiva virtuosidad, recordándome un poco a Tolkien,  ya que en algunos momentos te pierdes entre tanto uso sobreabundante del léxico castellano.

La trama se desarrolla lenta, pero inexorable. Assur es un niño gallego que tras ver morir a sus padres, decide intentar salvar a sus hermanos capturados por los normandos. Un afortunado encuentro con Gutier, caballero que lo toma bajo su protección, cambiará su vida y a partir de este momento, se nos van narrando las vicisitudes a las que tiene que hacer frente  a lo largo de su azarosa vida. Conocerá a un médico judío llamado Jesse, a un mercenario normando que lo adoctrinará en el uso de las armas, Weland. Algún personaje lo marcará de por vida, como Leif Eiriksson, hijo del fundador de las colonias de Groenland con el que navegará como tripulante hacia la búsqueda de nuevas tierras. Con ellos viajaremos hasta Groenlandia, Canadá, Inglaterra…

No faltan las luchas, la traición, el amor, algún enemigo, la superación personal, la lealtad  y sobre todo, la esperanza de encontrarse algún día con sus hermanos y regresar a su pueblo natal.

Quizás las casi 1000 páginas que nos muestra el periplo de Assur resulten tediosas en algunos fragmentos, distantes del hilo argumental del que escapa con su uso descriptivo; pero lo que la hace pesada, a la vez, la embellece por otro lado.

El autor, lucense nacido en 1978, es además de escritor de poesía y narrativa, orador en centros universitarios o programas de radio y televisión, por ejemplo Cuarto Milenio.

También es conocido su compromiso con la defensa de la cultura, abanderando proyectos como Lendaria, cuya misión es recuperar, proteger y divulgar la tradición mágica de su tierra, Galicia.

Debo agradecerle a Francisco Narla el sabor del hidromiel, que nunca probaré pero he degustado en sus líneas, la perseverancia que he mantenido junto a Assur en sus travesías, la lealtad que le he profesado junto a Tyrkir, el uso del diccionario que he tenido que hacer para saber con exactitud algún término naval que se me ha cruzado y algunos vocablos normandos,  y ante todo, el coraje de un corazón aguerrido que ha luchado por un objetivo, sin saber que estaba desentramando una cruzada: su propia vida.

Sin duda, un buen libro que recomiendo,  que cautiva y recrea páramos asombrosos, que engancha, que da pereza leer pero que conquista.

Verónica Guardia

assur

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