Cuando la novela negra es negra, negrísima…

El asesino dentro de mí, de Jim Thompson, RBA libros.

Se empieza asesinando, se continúa por faltar al respeto de los mayores, y se acaba, en el colmo de la abyección, por faltar a misa los domingos. Este debería haber sido el título del artículo de hoy, pero me pareció demasiado largo. Aún así es una buena síntesis de la novela, excelente, de Jim Thompson. Por una vez el periódico El País acierta en su enésima colección de libros, una muestra muy bien seleccionada de novela negra, género que cumple a la perfección el adagio de enseñar deleitando. Los clásicos de este tipo de novela, sobre todo americana (de la novela negra europea podemos hablar otro día, cuando ustedes quieran) cogieron el género y le empezaron a dar un sesgo más social que policial: las novelas de JimDashiell Hammett y de Raymond Chandler ya no sólo eran crónicas de crímenes y de su resolución por los héroes de nuestro tiempo, los detectives privados, solitarios, amargados y críticos con la condición humana; se fueron convirtiendo en una bomba de relojería política y social, y el panorama que mostraban era algo así como el reverso tenebroso del sueño americano. Las ansias de justicia y la honradez del detective solitario, convenientemente apaleado por policías y criminales indistintamente, siempre detrás de la chica equivocada, acababan por resolverse con un punto de acidez: la justicia es una maquinaria no demasiado bien engrasada y que deja bastante que desear.

La lucha del solitario detective contra todo y contra todos se muestra titánica y abocada al fracaso, y las novelas empiezan a ser un espejo que muestra la podredumbre de una sociedad capitalista con muchas más sombras que luces. El izquierdismo militante de estos autores,(no sólo Hammett y Chandler) les restaron popularidad, y trabajo, ya que la mayoría ganaban sus garbanzos como guionistas de Hollywood,(siempre

dispuesta a repeler cualquier cosa que sonase a comunismo, o socialismo) Jim Thompson también trabajó un tiempo en la fábrica de sueños, el fue el elegido por Stanley Kubrik para que le escribiese el guión de “Atraco perfecto” y “Senderos de gloria”, dos auténticas joyas del cine, gracias, en parte, a sus estupendos guiones.

Todo lo anterior escrito sobre la novela negra y su función como arsenal crítico del sistema de vida americano, no vale del todo para las novelas y cuentos del señor Thompson: sus relatos no tienen un héroe apaleado que lucha contra todo un sistema. Sus novelas son la crónica de los crímenes cometidos por psicópatas con razones propias y personales para odiar al sistema. Son desechos de la sociedad: sheriffs corruptos, criminales funcionales, timadores, prostitutas, chulos, en fin, lo mejor de cada casa…

La potencia de la literatura de Jim Thopmson, queda de manifiesto en esa malsana simpatía que nos provocan sus antihéroes. Ellos nos cuentan como y porqué matan, violan y roban sin ningún tipo de cortapisa moral, y nos parece bien, nos caen estupendamente, ellos también son héroes a su manera: luchan contra una sociedad corrupta hasta el tuétano, en la que cualquier persona honrada quedará, irremediablemente, ahogada, triturada y desechada, apartada de cualquier recompensa moral por la potencia del crimen institucional: el Estado como Primer Criminal.

Demasiado para una sociedad como la americana, que en sus entresijos es como la describe Jim Thompson, pero que en su imaginario quiere ser como la de las novelas con héroe: aunque todo sea un tremedal de corrupción e injusticia, el héroe puede con todo y lo limpia todo.

Olvídense, en esta novela, no hay salvación para nadie, ni para el criminal (porque está muy feo eso de matar y violar) ni para sus enemigos: constructores enriquecidos ilegalmente, fiscales venales, sindicalistas mafiosos, gamberros adolescentes, chicas con sueños imposibles, funcionarios malversadores…..

Quizás este país antaño llamado España necesite un Jim Thompson autóctono que nos cuente como está el Tema

 

Manuel Bordallo.

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