Fleet Foxes. Helplessness Blues.

Cierto. El disco que reseñamos hoy tiene ya un año. Pero El Agitador no existía cuando fue editado. No pasa nada por hacerlo con retraso.

Después de un primer disco tan deslumbrante como el que Fleet Foxes editaron en 2008, en el mítico sello Sub Pop, casi nadie pensaba que pudieran mantener el listón igual de alto en siguientes entregas. Pero en este su segundo larga duración, siempre tan difícil, consiguen desarrollar todavía más las virtudes que les elevaron a los altares de la música independiente.

Con sus largas barbas y su desaliño indumentario Fleet Foxes parecen vivir congelados en el tiempo, habitar un limbo estético y musical que nos remite a los estereotipos del universo hippie de los felices sesenta. La realidad es que apenas son unos veinteañeros aunque manejen con maestría tantos y tan viejos mimbres. Sus influencias son claras y bien diversas. Las armonías vocales de Beach Boys, la atmosfera del Neil Young de Harvest, el discurso de Simon and Garfunkel, el poder melódico de los Beatles más pegadizos, el arrebato del gospel de factura blanca. Unas veces parecen un coro de seminaristas en estado de gracia, otras un grupo de scouts vocingleros y descocados. Suelen transitar cómodamente por terrenos minados en los que cualquier otra banda haría pedazos su reputación. A un lado de la línea acecha lo cursi, lo grandilocuente, lo excesivo, al otro, apenas a unos milímetros de distancia, la excelencia. La grandeza de Fleet Foxes radica en su extraordinaria facilidad para construir canciones maravillosas, intemporales, luminosas, brillantes, con elementos tan, a priori, adversos. Las que habitan este Helplessness Blues son capaces de cortarnos la respiración. Sim Sala Bim arranca con tímidos acordes de arpa antes de estallar en toda su hermosa plenitud, Lorelai con unos coros a la Beach Boys que, en cualquier otra banda, producirían risa, The plains/Bitter dancer con una larga introducción a base de guitarra acústica y coros que, de no tratarse de ellos, nos haría abandonar la escucha a los pocos segundos. Pero las tres canciones que acabo de citar, junto a Helplessness Blues y a Bedouin Dress y las otras siete restantes, frecuentan mis labios con más frecuencia de lo que me atrevo a reconocer. Las tarareo continuamente desde hace aproximadamente un año sin haber llegado a encontrar una razón objetiva para ello. Forman parte de mi inconsciente musical desde que este maravilloso disco vio la luz para aportarle sentido al universo.

Jesús Cirac

http://www.youtube.com/watch?v=KyP0DACgdgc

http://www.youtube.com/watch?v=DrQRS40OKNE&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=DT-dxG4WWf4&ob=av3e

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