El 1 de noviembre de 1996 el diario francés l’Humanité[1], publicaba una carta firmada por Pierre Georges y fechada en marzo de 1938. Había llegado a sus manos a través del colonel Rol-Tanguy.
Henry Tanguy había sido un trascendente luchador y organizador de la resistencia francesa[2] durante la Segunda Guerra Mundial, vinculado al igual que Georges al Partido Comunista galo. Algunos años antes también ejerció de comisario político de la XIV Brigada Internacional durante parte de la Guerra Civil española. En recuerdo de ella y de su compañero Theo Rol, añadió el apellido de éste a su pseudónimo.
Según el algo confuso editorial del periódico, los acontecimientos que se narraban, habían tenido lugar durante la retirada hacia Gandesa de la XIV Brigada Internacional ante la presión de las tropas italianas.
Fue escrita el 19 de marzo de 1940, desde la prisión de la Santé.
Recientemente fue publicada una traducción casi completa de ella, a falta de algunas líneas[3], en la que ya se vinculaba lo descrito con los sucesos acaecidos en marzo de 1938 junto al río Guadalope cerca de Caspe.
A continuación planteamos nuestra versión a partir del texto de l’Humanité.
Aragón 19 de marzo 1938.
Agazapado detrás de un arbusto escudriño con mis prismáticos el borde de un bosquecillo que, a doscientos metros a mi izquierda, finaliza la meseta de Miraflores. A mi derecha, oculto por una colina, se encuentra el pueblo de… [falta el nombre en la transcripción original] que durante tres días y tres noches, los fascistas llevan atacando constantemente. No queda más que una casa en pie pero, entre las ruinas, un batallón de la Garibaldi continúa resistiendo. A un kilómetro más o menos detrás de nosotros, camuflado por otro bosque, una batería de 76 mm., atendida por los antifascistas alemanes, responde golpe por golpe a la artillería de la «Legión Condor». Cada dos minutos, con una precisión pasmosa, los obuses pasan silbando sobre nuestras cabezas, y se pierden por detrás de los árboles que sigo vigilando cuidadosamente.
Durante la noche, por orden del comandante Oussidum, acudí a ocupar con mi sección esta pequeña altura que sobresale ligeramente sobre la meseta, y que también protege todo el flanco izquierdo del 9º Batallón, apostado para la defensa de esta llanura y la carretera hacia Maella. A pocos pasos de mi, dos franceses instalan una batería con una ametralladora Maxim, que el comandante del batallón me ha enviado como refuerzo. Después de haber verificado los objetivos de disparo de la «metra», corro, agachado hacia el otro extremo de mi sección. Cuando paso cerca del FM[4](el único que posee mi sección) me paro y me quedo junto al tirador. Es un joven de diecinueve años, de Marsella… Once meses en el frente, dos heridas. Con él, sé que el fusil ametrallador está en buenas manos.
Desde hace una hora, esperamos el inicio del ataque que los fascistas han preparado y del que nos advirtieron desde el observatorio de la Brigada. Cada voluntario, para protegerse, ha excavado con su casco y bayoneta, una especie de fosa, de algunos centímetros de profundidad. La tierra echada por delante forma así un pequeño talud… Cada uno aguarda, acurrucado en su agujero, con el dedo sobre el gatillo del fusil y las granadas al alcance de la mano. Durante toda la mañana, la aviación fascista ha descargado toneladas de bombas sobre el pueblo y nuestras posiciones. Hace un momento, un avión de caza Messerschmitt (alemán) llegó para ametrallarnos. Mal lo llevó, porque lo derribaron con la antiaérea del batallón. Por fin, la artillería alemana que disparaba desde esta mañana disminuye progresivamente su fuego. En cambio, la nuestra aumentó su cadencia, los obuses vuelan con velocidad alocada por encima de nosotros. Ahora nuestros cañones disparan delante del bosquecillo, formando así una barrera de fuego. Miro mi reloj que indica las cinco y media de la tarde, el sol se oculta en el horizonte. En la línea de frente, las armas automáticas de los enemigos comienzan a bailar. Por nuestra parte, nadie dispara. La posición que ocupo con mis hombres está aislada del resto del batallón por dos carreteras que pasan por debajo, a la izquierda y a la derecha de nuestro promontorio. Tenemos órdenes de mantenerla hasta el último hombre. De estos dos caminos, uno viene del pueblo y va a Maella, el otro viene de Alcañiz y se junta con el anterior un poco más lejos.
Soldado Refugiado en una Roca. Aragón 1938.
Donación Walter, Karl (Polonia). Archivo de la Imagen de Castilla La Mancha.
Colección: Fondo Fotográfico Brigadas Internacionales. Signatura: 65030/30.
A ochocientos metros, sobre la carretera de Alcañiz, un tanque alemán o italiano se dirige hacia nosotros. Doy la orden al FM de disparar proyectiles antitanque tan pronto como esté a tiro. Veo a lo lejos, a nuestra izquierda a los hombres que salen del bosque y que se dirigen hacia nuestras líneas, fusil en mano… Avanzan mediante asaltos sucesivos. Al mismo tiempo, un enlace del batallón me da la orden de abrir fuego. Inmediatamente me incorporo y ordeno disparar a toda la sección.
En pocos minutos, el ruido llega a ser infernal, las balas silban por todos los lados. Estoy cerca de la ametralladora que escupe constantemente sus cortas ráfagas, un arbusto me oculta hasta los hombros, tengo una rodilla apoyada en la tierra y examino, con mis prismáticos, el avance del enemigo. Los hombres, atrincherados en sus agujeros, cargan sus armas y disparan tranquilamente a los objetivos que les indico. Miro otra vez mi reloj, son las seis y cuarto de la tarde…
Me levanto para ir a protegerme en mi trinchera que está a algunos metros, doy un paso, grito y caigo sosteniéndome el vientre con mis dos manos… Me quedo durante un momento inmóvil, asfixiado como al recibir un golpe en la boca del estómago. A penas a cien metros, el tanque continúa con su fuego asesino, a mi alrededor veo las balas rebotar sobre las piedras. Me arrastro penosamente hacia mi agujero, el tanque me dirige una nueva ráfaga y siento un dolor agudo en el muslo y el brazo izquierdo. Escucho las explosiones de los paquetes de dinamita que mis «anti tanquistas» lanzan contra el monstruo de acero, siento la sangre que fluye en mi bota y en mi brazo… Un último esfuerzo y caigo, extenuado en mi fosa. Me tumbo sobre la espalda, saco mi pistola de su funda y espero mirando ese cielo azul. Ninguna nube lo cruza. Hace mucho calor.
Me duele terriblemente el estómago. Quiero mirar la hora, pero me doy cuenta que la bala que me ha roto la muñeca tampoco ha respetado mi reloj. Todavía puedo escuchar el «tac-tac» de nuestra ametralladora y del FM mezclado con las explosiones de granadas, después mis oídos comienzan a zumbar y me hundo poco a poco en la nada.
Pierre Georges.
Volviendo al principio: retirada hacia Gandesa de la que no se habla… tropas italianas que no aparecen… pero… ¿dónde puede situarse esta acción?
Para alguien que conozca un poco el entorno de Caspe, aparecen topónimos de lugares conocidos, aunque carezcamos del nombre de esa población cercana.
A partir de los reflejados, sobre todo por esas referencias topográficas y viales, los hechos parecen desarrollarse y creemos que coinciden con el término municipal de Caspe, al oriente de la ciudad, en algún punto cerca de Mira Flores o Miraflores. Como tal se conoce una partida en la vega del río Guadalope, en la que ha existido desde la antigüedad un importante núcleo de hábitat disperso. Sobre ella existe, en la margen izquierda del cauce, una elevación amesetada llamada Plana Cabrera. En los planos utilizados por los militares de entonces (hoja 442 de la cartografía 1:50000 realizada en 1928) no aparece ningún nombre, por lo que Pierre Georges le aplicó posiblemente el que vio más cercano y así la describió como le plateau de Mira Flores.
Desde su posición veía el final de ese suave relieve a su izquierda, mientras que a su derecha una elevación tapaba el pueblo de… nos sigue faltando el nombre.
Entre otras cosas, además indica que se halla sobre un promontorio a cuyos pies, a derecha e izquierda, hay sendas carreteras. Una va del pueblo misterioso a Maella y la otra a Alcañiz. Añade que su posición se halla un poco por encima de esa plana y defendiendo el flanco izquierdo del 9º Batallón.
Con esos datos creemos que los puntos suspensivos se pueden sustituir ya sin duda por Caspe y el lugar en el que fue herido Pierre Georges debe situarse en algún lugar de la margen derecha del Guadalope en las inmediaciones o sobre las elevaciones que dominan el paso del puente de Masatrigos, un poco al oriente del paso principal de El Vado. Es ahí el lugar más plausible que coincide con lo descrito: enfrente se tiene Miraflores y la Plana Cabrera. A su derecha los accidentes del terreno impiden ver la cercana Caspe. Allí además bajo un mismo cabezo discurren hacia el este (su izquierda) la carretera de Caspe a Maella, y al oeste (su derecha) un camino importante, una cañada ganadera que seguía hacia el sur hasta empalmar con el camino de Barbarroya y desde allí continuar por el de Miraflores a Alcañiz. Esa referencia no puede corresponder con la entonces y hoy carretera principal, pues eso nos llevaría bastante al oeste del área, en un terreno que para ese día era ya del campo franquista. A partir de esa confluencia de rutas que hemos señalado y hacia el sur, existen varias más que permiten llegar perfectamente hasta la capital del Bajo Aragón turolense por ambas márgenes del Guadalope y que entonces estaban en uso habitual.
Como veremos en el siguiente apartado, ese flanco izquierdo del batallón podría corresponder perfectamente con las referencias que se tienen cuando se desplegaron las unidades republicanas desde el este (Maella) y sobre la margen derecha del Guadalope, como de hecho debió ocurrir.
Detalles de las cotas y el trazado de la cañada que desciende. Tras ellas la carretera de Maella.
¿Qué pudo pasar el 19 de marzo de 1938 en esa zona y por qué?
El día 9 de marzo de 1938 comenzaba la Batalla de Aragón[5]. El inmenso despliegue y la superioridad absoluta de las fuerzas comprometidas por el ejército golpista aplastaba y desintegraba todas las tropas republicanas que en principio podían oponérsele. De esta manera y para el sector que estamos tratando, en menos de una semana se alcanzan por parte del Cuerpo de Ejército Marroquí, los alrededores de Chiprana. Si tenemos en cuenta que habían partido desde casi ochenta kilómetros al oeste, podemos comprender lo que significaba la guerra relámpago recién inventada.
El día 14 de marzo, comenzaban a llegar refuerzos gubernamentales para detener la ofensiva sobre Caspe. Entre ellos y al día siguiente, a las dos de la tarde, se despliegan en Maella las tropas de la XIV Brigada Internacional (La Marsellaise). Con toda premura se emprendían el día 16 una serie de contraataques contra las tropas de Yagüe, unidos a las ya maltrechas unidades que no habían parado de retroceder, en mayor o menor desorden, de la 35 División y lo poco que quedaba de la 224, así como el resto de las integrantes de la 45 División. En palabras de Juan Modesto en carta dirigida al general Rojo el día 15 «no quedaba de reserva ni un tío».
El día 17, la Vª Brigada de Navarra tomaba la que había sido capital del Aragón republicano y el general Bautista Sánchez se arrodillaba devotamente a los pies de la escalinata de la iglesia deSanta María de Caspe[6], tras los nueve bombardeos aéreos sufridos por la ciudad y sus alrededores entre el 13 y 16 de marzo.
Pasadas unas jornadas de reorganización por parte de los dos bandos, el 19 de marzo las tropas rebeldes de la 1ª División de Navarra, al mando del general García-Valiño, intentaron por primera vez cruzar el río Guadalope principalmente por el entorno del puente de El Vado. En ese ataque y muy cerca de ese paso sobre el cauce, alrededor del viejo puente de Masatrigos, posiblemente sería malherido Georges.
Las fuerzas sublevadas serían frenadas hasta la caída definitiva de todo el sector entre los días 26 y 29. Tuvo fortuna de salir con vida Pierre de las orillas del Guadalope… casi todos los soldados extranjeros que pudieran haber sido hechos prisioneros, fueron inmediatamente fusilados y sus huesos aún yacen bajo los campos y las cunetas de las partidas de Vuelta del Rey y Maillón.
Pero… ¿Quién era Pierre Georges?[7]
Nació el 21 de enero de 1919, en París. Desde muy joven continuó el trabajo de panadero de su padre Félix Georges, así como su militancia sindical comunista. En 1928, su progenitor lo inscribía en la Federación de niños obreros y campesinos de Villeneuve-Saint-Georges (Seine-et-Oise, Val-de-Marne).
Tras finalizar sus estudios primarios, a los catorce años, se unió a las juventudes comunistas y dejó la panadería para trabajar como obrero en el ferrocarril. Cuando tenía 17, el 31 de octubre de 1936, y a pesar de todos los consejos en contra, tomó el camino hacia España. Al mes siguiente se enrolaba en las Brigadas internacionales.
Durante 1937 lo encontramos vinculado a la Brigada «La Marseillaise», donde fue nombrado ayudante en el estado mayor de la XIV Brigada Internacional y encargado de prensa.
En enero de 1938 finalizaba su formación en la escuela de oficiales de Albacete. Tras una breve estancia como instructor en la escuela de suboficiales de El Escorial, pasó a integrarse de nuevo en la Brigada. Durante todo este periodo los informes militares certifican su valía aunque se evitó enviarle al frente, dados sus escasos 18 años. Pero las cosas cambiaron rápidamente y el 19 de marzo de 1938 lo hallamos al mando de una unidad en las inmediaciones de Caspe. Ya tenía 19 años, como el «joven» de Marsella al que confía la ametralladora.
Tras su paso por España, regresó a Francia en agosto de 1938 donde continuó con su trabajo ligado a la industria metalúrgica. En abril de 1939 fue elegido miembro del comité central de las juventudes comunistas. La firma del pacto germano-soviético supuso la prohibición del Partido Comunista francés. Por ello y por sus actividades de propaganda fue encarcelado junto a su mujer Andrée Coudriet (entre otros familiares y militantes) a finales de 1939. Consiguió evadirse en junio de 1940 (durante el avance alemán) de una granja de internamiento para trabajadores y pasó a la organización de una exitosa lucha armada en el entorno de Marsella, como responsable de las juventudes comunistas del sureste de Francia bajo el pseudónimo de Frédo. Un poco antes, en marzo, escribía la carta que hemos referido con anterioridad.
Su pericia y el apoyo de algunos cargos dirigentes del Partido Comunista francés le llevan a desplazarse a la región de París a principios de 1941 para entrar en la dirección nacional de las juventudes comunistas y organizar un grupo de lucha. El 21 de agosto, él mismo realizará el considerado como primer atentado sangriento contra las tropas de ocupación en Francia: l’attentat au métro Barbès. Con dos disparos acaba con la vida del militar alemán Alfons Moser. La represión de los invasores y de las fuerzas policiales de Vichy es inmediata, pero la lucha armada de la guerrilla ha comenzado en Francia, y ya no hay vuelta atrás. El gobernador militar de Paris Otto von Stülpnagel presenta a los terroristas como un grupo extranjero, comunista y judeo-bolchevique. En octubre, el general de Gaulle habla desde Londres. Marea la perdiz. Por un lado expone su desacuerdo táctico con los atentados, por otro los apoya moralmente.
En 1942 debe abandonar París escapando por poco de un nuevo arresto. La mayoría de sus compañeros de lucha han sido capturados o ejecutados. Se instala en la región del Franco Condado, donde ayuda a la implantación de unidades de maquis bajo el nombre de guerra de capitaine Henri. Herido en la cabeza, vuelve a la capital para ser de nuevo capturado por la policía y condenado a muerte en noviembre de 1942. A pesar de todo ello consigue evadirse en 1943. Esta vez se implica en mantener la resistencia por las regiones de los Vosgos y del Alto Saona.
Cuando se aproxima el desembarco de Normandía, pasa a actuar hacia el occidente de Francia. Otra vez es arrestado, pero escapa de inmediato. Fue nombrado responsable de los Francotiradores y Partisanos (FTP) del sur de la región de Paris, adoptando el nombre de colonel Fabien. Así participa en la insurrección y liberación de la capital gala en agosto de 1944. En otoño se une a un grupo de 500 hombres formando la Brigada de Paris (Les Fabiens) que se integrará con las tropas aliadas de la división de Patton en su lucha contra los alemanes.
El 27 de diciembre de 1944 Pierre Georges moría en Habshein (región de Alsacia) por la explosión de una mina en su puesto de mando. Las causas exactas de ese accidente nunca fueron completamente esclarecidas.
Concluyendo:
Con lo expuesto, parece bastante razonable pensar que la carta publicada por l’Humanité refleja algunos de los acontecimientos que ocurrieron a oriente de Caspe tras su toma por las tropas franquistas el 17 de marzo de 1938, y en concreto para algún lugar cercano a los pasos de El Vado y/o el de Masatrigos sobre el Guadalope el día 19. Posiblemente sea intrascendente para la Historia tal conjetura, pero los testimonios personales sobre la masacre que allí se desarrolló son muy escasos, y sobre todo los del bando perdedor. Aquí hemos querido traducir sus palabras por él y por la multitud de personas sin nombre ni tumba que yacen hoy desparramadas por los campos desde esos puentes hasta Maella. La presencia del colonel Fabien y su carta, les otorga tal vez el recuerdo que evita la muerte definitiva.
Sin duda fue una persona de profunda militancia y acción. Integrante de los heroicos voluntarios de las Brigadas Internacionales para los derrotados y de las hordas comunistas para los vencedores de la Guerra Civil. Un héroe para Francia o un terrorista para los ocupantes alemanes. Al final nos queda una estación de metro y una plaza que llevan su nombre en París. No muchos franceses se acuerdan de él. No muchos españoles se acuerdan de él.
Su estancia por tierras caspolinas es… me recuerda a las charlas con un amigo, en las que me dice que Caspe ha sido la mayoría de las ocasiones de la historia el telón de fondo del teatro del mundo, pero sólo eso, esa tela pintada para la escenografía.
En el verano de 2012 realizamos una excursión de la asociación B.A.P. para conocer de primera mano el área de El Vado, desde la pequeña elevación del cabezo del mismo nombre (o cabezo de Monleón) en cuyas cercanías dejó parte de su sangre Pierre Georges, y bastantes más, su vida.
Salvador Melguizo.
[1] Puede leerse la versión original en: http://www.humanite.fr/node/163439
[2] Entre sus muchos méritos destaca haber recibido en París la rendición de las tropas alemanas que la ocupaban en 1944.
[3] José Manuel Guíu; El verano de los Halcones. Los aeródromos militares de Caspe (1936-1939), C.E.C.B.A.C.- IFC, 2008, p. 158-160.
[4] Tal vez se refiere al fusil ametrallador Châtellerault FM 24/29.
[5] José Mª. Maldonado; El frente de Aragón. La Guerra Civil en Aragón (1936–1938). Mira Editores. Zaragoza, 2007.
[6] Giovanni Artieri: «Caspe saccheggiata dai rosi in fuga», en el diario La Stampa (18 de marzo de 1938).
[7] Monique Georges; Le Colonel Fabien etait Mon Pere, Editions Mille et une Nuits, 2009.
Claude Pennetier (Dir.); Dictionnaire biographique, mouvement ouvrier, mouvement social, Éditions de l’Atelier, Tome 5, 2009.
Agradecemos sinceramente la amabilidad de Claude Pennetier al facilitarnos la información solicitada.
Breve bibliografía:
· Artieri, Giovanni: «Caspe saccheggiata dai rosi in fuga», en el diario La Stampa (18 de marzo de 1938).
· Georges, Monique: Le Colonel Fabien était Mon Pere, Editions Mille et une Nuits (14 janvier 2009).
· Guíu, José Manuel: El verano de los Halcones. Los aeródromos militares de Caspe (1936-1939), C.E.C.B.A.C.- IFC, 2008, p. 158-160.
· Maldonado, José Mª. (2007): El frente de Aragón. La Guerra Civil en Aragón (1936–1938). Mira Editores. Zaragoza, 2007.
· Pennetier, Claude (Dir.); Dictionnaire biographique, mouvement ouvrier, mouvement social, Éditions de l’Atelier, Tome 5, 2009.