Un, dos, tres, vote usted otra vez

Menudo rollo, ¿no? Otra precampaña, otra campaña, otra fiesta de la democracia… Con la resaca que llevamos. Pero ya lo dice el consejo: “Evite la resaca, ¡manténgase borracho!”

Las pasadas elecciones, como todos sabemos, no eran unas elecciones cualesquiera. Lo que se votaba no era un simple parlamento con esperanzas de que éste eligiera presidente. Se trataba de la representación institucional de una ruptura política y social que se había realizado años antes. No quiero restringir, de forma muy presuntuosa, esta representación en Podemos. No era el único agente implicado en el que un pueblo proyectó sus esperanzas de ruptura con un sistema, unas dinámicas y un régimen que se encuentra cada vez más deslegitimado. Pero desde luego, Podemos es agente imprescindible y clave en esta ruptura.

21D. El parlamento más fragmentado de la historia reciente de la democracia española. ¡Hay que entenderse! Gritan los medios. Pasan los meses y pasa el invierno. Pacto C’s-PSOE. ¡Podemos bloquea la formación de gobierno! Gritan los medios. Investiduras fallidas, paripé, ciudadano Felipe haciendo horas extra, nuevas elecciones. ¡Los partidos no han sabido llegar a un acuerdo! Gritan los medios.

Y la gente se pregunta, ¿Qué le habría costado a Podemos abstenerse en la investidura pactando unas medidas en favor de las clases populares? ¿Por qué tenemos que estar medio año sin gobierno cuando miles de personas están pasando por dificultades que se podrían solucionar con los pactos que se habrían podido alcanzar?

Más allá de la negativa del matrimonio C’s-PSOE de asumir medidas claves e imprescindibles, como son “las 5 de la PAH”, me temo que ese apoyo no habría servido para resolver estos problemas. Como he empezado diciendo, estas elecciones se trataban de alcanzar o no una ruptura política y social con un sistema y unas estructuras. No porque nos guste romper cosas, sino porque cada vez se hace más visible que no son válidas. Porque está demostrando que el modelo de desarrollo presente no solo no satisface las necesidades de los y las ciudadanas, sino que va en su contra. Dado el estancamiento del consumo no tiene otra que atacar a los trabajadores para poder seguir creciendo y acumulando riqueza.

El paro estructural no se va a solucionar con medidas de incentivos fiscales para las empresas ni cambios en el modelo de contrato. La desindustrialización no se va a superar con un incremento del turismo. La crisis ecológica y energética que nos viene no se va a solucionar permitiendo aparcar gratis a los coches eléctricos. Hace falta la voluntad política de realizar las medidas de fondo y de ruptura necesarias para poder alcanzar cambios profundos que consigan mejorar sustancialmente las condiciones de la clase trabajadora. Y esto, apoyando un gobierno C’s-PSOE no solo no es posible, sino que va en su contra. Este gobierno no representaría más que una reconfiguración de las élites con retoques cosméticos (muy bien vendidos por los medios, por supuesto) que permitiera que todo continuara igual. De hecho, lo que esto favorecería sería ocultar las vergüenzas de un sistema económico y político que habían quedado al aire. Mediante reformas superficiales tratarían de vendernos que ya todos los problemas están solucionados, cuando el origen de éstos está profundamente enraizado.

Si Podemos, Izquierda Unida y las confluencias hubieran apostado por ceder sus votos a esta (tercera) vía a cambio de unas cuantas medidas levemente reformistas, habría sido la anulación y el portazo a la oportunidad de conseguir cambios reales. La auténtica capitulación de unas demandas imprescindibles que quedarían huérfanas en un momento a escala nacional, europea y mundial que las necesita más que nunca. Cualquier discurso que se saliera del reformismo más asumible por el sistema iría a parar a esa marginación de la que tanto le ha costado salir. El conformismo tan amado por una parte de esa “izquierda auténtica” de este país no ha conseguido alcanzar ni si quiera su programa de mínimos. Enfrentarse a los ataques financieros de la Troika y negarse a la reprivatización de los bancos comprados con dinero público requiere una coherencia y defensa de posiciones que no estamos acostumbrados a vivir. Pero esta vez hemos venido a por todo el pastel.

Por lo tanto, el escenario de la repetición de elecciones nos permite acudir a un segundo asalto de esta coyuntura de ruptura que se consiguió abrir hace unos pocos años. Tenemos otra oportunidad para apostar nuestras cartas a reformas de gran calado, desde posiciones institucionales, en favor de una mayoría social. Sin olvidar en ningún momento, que llegar al gobierno no significa tomar el poder.

Así que ustedes eligen si se piden otro tercio o deciden irse a casa. Pero cuidado, porque la última vez que los y las españolas salieron del bar y se fueron a dormir, tardaron treinta años en empezar a despertarse.

Martín Lallana

Bartender_Serving_Beer

Entradas relacionadas

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies