1939: el drama del puerto de Alicante

Antes de entrar en el tema en cuestión, cabe recordar que fue en Alicante donde se tejieron los hilos de la conspiración para dar el golpe de estado el 18 de julio de 1936. Se celebraron reuniones y se trazaron  los mecanismos de la rebelión. Fue en el cuartel de dicha ciudad donde algunos oficiales presionaron al gobierno militar para que declarasen estado de guerra y paralelamente, el Capitán General de Valencia y el gobernador Civil pedían lealtad a la República. ¿Qué ocurrió? Se acuartelaron esperando los acontecimientos que consideraban inmediatos pero no fue hasta el día 24 que este se levantó y consecuentemente se dio orden de detención de aquellos oficiales del regimientos partidarios de la rebelión. Entrados ya dentro del periodo de guerra, en la ciudad de Alicante existía el temor a los bombardeos y fue en los primeros meses del 1937 cuando se organizaron los refugios de la capital. En aquellos momentos se tejió la defensa aérea de la ciudad, pues los nacionales tenían como objetivo las fábricas de armas de la ciudad, que suponían la principal actividad de la ciudad. El año 1938, la escasez de alimentos se incrementó y los nacionales ganaron la ofensiva contra Cataluña en el Ebro. Entrados en el mes de enero del 1939, éstos ocuparon la ciudad de Barcelona y para una gran parte de la población la guerra había terminado. En resumen, y como idea principal cabe destacar que los últimos meses del año 1938 y los dos primeros meses del 1939 estuvieron marcados por una serie de hechos bélicos que supusieron un golpe muy duro para la República.

A finales de febrero y principios de marzo de 1939, Negrín, desde su centro de mando conocido por los mandos como la Posición Yuste, intentó convencer a los generales republicanos para prolongar la resistencia de la ciudad de Alicante. La división de opiniones de los republicanos era evidente y el 4 de marzo, Segismundo Casado, comandante republicano del Centro optó por acabar con el problema que hacia tres años que estaba en pie y formó el Consejo de Defensa Nacional contra Negrín, que había vuelto hacia un mes de Francia con la vaga esperanza de que empezara la guerra Europea y así, la República se salvase. Casado tenía el apoyo de un sector socialista, de todos los republicanos y de gran parte de los anarquistas[1]. Esto desencadenó una segunda guerra civil dentro de el bando republicano, ya que este, recibió más apoyo de los que esperaba. Aun así, sus planes fracasaron y los nacionales fueron ganando territorio declarando Franco el día 1 de abril del 1939: << En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, nuestras tropas victoriosas han alcanzado sus últimos objetivos militares>>

Al día siguiente finalizó el Consejo de Ministros y fue la marcha del gobierno, pero la dirección del Partido Comunista intentó organizar una zona alrededor de la zona de Cartagena, Murcia y Alicante que junto con el Frente Popular pedían ayuda a todo el pueblo para luchar contra los fascistas [2].

El golpe de Casado, que ya hemos citado anteriormente, supuso que la mayoría de las autoridades civiles y militares fueran, o bien destituidas o encarceladas. Además, se corrió el rumor de que el puerto de Alicante, bajo la tolerancia del bando franquista, sería la puerta de salida del país[3]. En esos momentos Manuel Rodríguez se hizo cargo del Gobierno Civil, y por tanto del control político de Alicante. Lo que se produjo fue un vacío de poder que supuso que la situación se volviera insostenible y que no quedara más poder que el militar en la ciudad. ¿Qué es lo que se hizo? Se ordenó una evacuación, pero esta fue hecha a dedo, y grupos como los comunistas no tuvieron esta opción. El día 25 de marzo se supo que había podido acabar las negociaciones que estaban en pie entre el Consejo Nacional de Defensa y el gobierno de Burgos, es por eso que podemos decir que el mes de marzo estuvo lleno de altibajos que hacían entrever que el final de la guerra se acercaba. El día 28 las tropas de Franco ocupaban Madrid y llegaban a Alicante miles y miles de personas.

En ese contexto fue cuando la miseria, la escasez y el hambre que hacia años que sufrían creció. Casi todas las actividades fueron interrumpidas. En los periódicos del día siguiente se informaba de la capitulación de Madrid y en el Avance publicaban: << un potente ejército, que tiene moral y que defiende, con la vida de los combatientes la libertad y la independencia de España, cuajado en guerra, no desertará su deber ni traicionará al Consejo Nacional de Defensa y a las necesidades que le dieron la vida>> Es decir, Alicante se convirtió en el último reducto republicano en caer en manos del franquismo. Pasemos, pues, a analizar los hechos que ocurrieron en el puerto alicantino.

El puerto del Alicante: de la esperanza a la desolación

Desaparecidos los frentes, los republicanos optaron por escapar de la segura represión que les vendría encima. Corrió de boca en boca que el puerto de Alicante era el sitio ideal para escapar del enemigo, esto se basaba tanto en la supuesta presencia de barcos británicos y franceses para el exilio como en las promesas del general Casado de respetar un tiempo mínimo para la evacuación. Para el 28 de marzo de 1939 ya se habían extendido los susurros sobre el puerto de Alicante y centenares de militares y civiles acudieron allí desde todos los frentes. No obstante, la ciudad se había convertido en un espacio donde reinaba el desorden y la confusión. Entre los miles de refugiados todos tenían alguna noticia cierta que contar y todos se creían las más inverosímiles; ya que todos esperaban lo que no se produciría, el exilio.

Llegó, entonces, una riada humana al puerto alicantino. Para su sorpresa, vieron que no existía ningún barco, excepto los destruidos por los bombardeos franquistas y los que volaron los republicanos para que no cayera en manos del enemigo. Empezó a extenderse el desánimo, que se acrecentó cuando la multitud se enteró que el Stanbrook y el Maritime, los últimos y únicos barcos de exiliados, ya habían zarpado. En este contexto, algunos protagonistas de los sucesos llegaron a pensar que en caso de que algún barco llegará se produciría una catástrofe. Se iniciaría una batalla campal para embarcar, hecho que no hubiera sido extraño si tenemos en cuenta que muchos iban armados y la desesperación iba in crescendo: delante el mar y detrás un enemigo que más que avanzar se pasea sin resistencia alguna.

Se calcula que acudieron al puerto de Alicante alrededor de 15.000 personas para encontrar la salvación. No parecería raro que reinara el desorden, pero para que esto no ocurriera se intentó crear una especie de organización militar y se formó una improvisada Junta de Evacuación, integrada por todas las representaciones políticas y sindicales del puerto. El propósito de ésta era la de encuadrar a los militantes correspondientes para elaborar un plan de embarque y organizar la vigilancia. Para dicho propósito se entablaron contactos con la Comisión de Ayuda y con la Comisión Internacional, encabezada por el diputado francés Charles Tillon. En este instante, dicha comisión hizo saber que los barcos estaban cerca y que llegarían durante la noche, hecho que se produjo. No obstante, el barco que llegó dio la vuelta sin acabar de entrar en el puerto; esto se repitió la noche del 29 y del 30. Mientras, siguieron llegando rezagados al puerto y recién entrada la noche del 30 también llegaron las tropas de la División Littorio a la ciudad, encabezadas por el general Gambara. La situación de desesperación era máxima: la comida escaseaba, los nervios a flor de piel esperando barcos que llegan pero se retiran y el suicidio de gente que prefiere morir a ser prisionera o que, simplemente, no soporta más la tensión. Además, los franquistas habían interceptado un telegrama que decía: << Por orden del Comité Internacional de Ayuda a España, llamamos a todos los barcos mercantes en ruta a que entren al puerto de Alicante a recoger refugiados >> [4].

Como hemos visto algunos barcos llegaron, pero por diversos motivos dieron media vuelta. En primer lugar, no se presentaron los barcos de la Marina de guerra francesa y británica para proteger a los mercantes. Además muchos capitanes al recibir la información de la ingente cantidad de personas que había en el puerto y la posibilidad de una batalla campal, decidieron retirarse, necesitaban unas garantías mínimas. Muertos los ánimos, la mañana del 31 se avistó un barco, pero la decepción fue máxima al descubrir que se trataba de un minador franquista. Franco había ordenado el bloqueo del puerto de Alicante a cualquier barco que no fuera su aliado. Pasado el mediodía, otros dos minadores llegaron con sus respectivas tropas que desembarcaron a la tarde. Nadie saldría del puerto.

Las tropas españolas exigieron entonces la entrega de los prisioneros o dispararían indiscriminadamente, cosa que sucedió hasta tres veces. Empezaron, una vez más, las deliberaciones sobre si suicidarse, dejarse matar ahí mismo o entregarse; la gran mayoría optó por la última opción. Antes, tiraron las armas, joyas, relojes, especias como el azafrán y todo lo de valor al fondo del mar para que no cayese en manos enemigas. Finalmente, a las seis de la tarde empezó el éxodo del puerto que finalizó a la mañana siguiente. Las mujeres y niños fueron conducidos a los cines de la ciudad mientras que el resto se dirigió hacía el camp dels Ametllers. Mientras desfilaban en silencio hacía un destino incierto, si bien era seguro que les esperaba la muerte, la prisión o campos de concentración, se escuchaban detonaciones que indicaban nuevos suicidios o actos de camaradería.

En los últimos días de ese mes de marzo la Junta había estado negociando con los cónsules de Francia, Bélgica y Argentina para el establecimiento de una zona neutral en el puerto; y el gobierno mejicano estaba comprometido a acoger a todos los exiliados. En un primer instante pareció una realidad factible, hasta aceptada por Gambara, pero el general Franco había negado dicho pacto aludiendo a que todas las personas del puerto eran prisioneros de guerra.

Hemos visto hasta ahora los movimientos finales de la Guerra Civil, el drama del puerto de Alicante con el intento de exilio de miles de republicanos. Pasemos, entonces, a analizar el viaje de los exiliados que si tuvieron suerte; los pasajeros del Stanbrook.

El  Stanbrook 

Era uno de los dos barcos que se encontraban en el puerto de Alicante el día 28 de Marzo de 1939, y su cometido era el de evacuar a tantos refugiados como pudiera. La República tenia contratos con diferentes navieras para transportar a sus fieles al exilio,  la “Mid Atlantic Company y la “France Navegation”  tenían que mandar diferentes barcos para transportar a los exiliados, pero se basaron en  unos supuestos impagos para no llevar a cabo lo pactado. Por tanto llega el día 28 y solo hay dos buques atracados en el puerto para evacuar la ciudad, donde no menos de 15.000 personas estaban esperando en las instalaciones del puerto para lograr un pasaje que los llevara al exilio. [5] Entre el pasaje, había sobre todo intelectuales militares y técnicos que habían permanecido durante el conflicto como asesores o periodistas. El viaje del Stanbrook hasta el puerto de Orán fue lastimero, sobrecargado, viajando en la noche evitando cualquier encuentro con la armada franquista, fue atacado por un avión nada mas zarpar que por suerte no tuvo consecuencias.

Teniendo en cuenta que la capacidad estimada era de unos 100 pasajeros y que llevaba alrededor de los 2600  el peligro de zozobra fue constante, durante las 22 horas que duro el trayecto, un trayecto que en condiciones normales se hubiera realizado en un espacio menor de tiempo.  Pero la llegada al puerto de Orán no fue la esperada, las autoridades de la ciudad tenían ordenes del gobierno  Déladier de no recibir mas refugiados españoles, y estos impidieron el desembarco del pasaje. No fue el único barco al que se le impidió desembarcar, sino que otros buques salidos en los últimos días de la costa española también esperaban para poder realizarlo. A no ser que se tuviera previsto trasladarse a otro país, o ser personaje importante, las autoridades no autorizaron desembarco alguno, y lo mejor de todo es que estaban condenados a permanecer en el barco sine die en unas condiciones infrahumanas. El buque permaneció en puerto durante mas de un mes, en el que el pasaje fue desembarcando en pequeños grupos (mujeres y niños principalmente), hasta que alguien se hiciera responsable del mantenimiento de los refugiados antes de su desembarco, unos gastos que en un primer momento se fijaron en 250.000 francos , aunque luego se rebajo la cantidad hasta los 170.000 que finalmente fueron abonados por el  SERE[6] y fue cuando la mayoría del pasaje desembarco. La historia del Stanbrook acabó en 1939 a las puertas del puerto de Amberes donde un submarino alemán lo hundió, pereciendo el pasaje entero, incluido el capitán Dickson. Este barco fue la salvación para mas de 2000 republicanos.

Elisa Bondía Suñé

NOTAS:

[1]. Preston, P. La Guerra Civil Española. Editorial Base. Barcelona (2013) p:315-318

[2]. Ramos, V. La guerra Civil en la provincia de Alicante. Tomo III. Ediciones Biblioteca Alicantina. Alicante (1974) p.148

[3]. Santacreu Soler, José Miguel; Mainar Cabanes, Eladi; Llopis Sendra, Robert, Gandia i el seu port, març de 1939: el penúltim acte de la Segona República espanyola.

Santacreu, J.M Una presó amb vistes al Mar. El drama del port d’Alacant, març de 1939. Tres i quatre. Valencia (2008) p: 157-203

[4]. Santacreu, J.M Una presó amb vistes al Mar. El drama del port d’Alacant, març de 1939. Tres i quatre. Valencia (2008) p: 184

[5] Fuente: J. B. VILAR, “La última gran emigración política española …”, Anales de Historia Contemporánea, no 2 (1983), p. 276.

[6] Servicio de Evacuación de Refugiados

stanbrook

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