La utopía del bien común puede ser imposible de alcanzar plenamente, pero sí podemos aproximarnos a ella en entornos más pequeños, como ahora veremos. Con la suma de muchos pequeños entornos estaríamos más cerca de conseguirla. En todo caso, sí debería ser el objetivo que guiara nuestros pasos, para cada vez acercarnos más, y no para alejarnos, como está ocurriendo ahora.
Lo que no tiene sentido es esperar alcanzarla siguiendo ideologías de hace ¡doscientos años! Si Adamh Smit, Locke y Marx creadores del capitalismo, el liberalismo y el comunismo levantaran la cabeza, verían ilógico que se sigan aplicando, ¿qué tiene que ver aquel entorno con el nuestro actual? No conocían las tecnologías, ni internet, ni contaban con la experiencia de haberlas llevado a la práctica. Aprendamos de nuestra historia. Quedémonos con lo bueno de ellas, y cambiemos lo que vemos que no funciona y nos aleja del bien común que ellos mismos a su manera perseguían, es decir, evolucionemos.
Además no nos va a quedar otro remedio, porque por mucho que nos vendan que hay que seguir creciendo de forma ilimitada, los recursos naturales tienen un límite, y cada vez está más cerca. Nuestras futuras generaciones sufrirán las consecuencias de nuestra actual irresponsabilidad y falta de conciencia, pero parece no importarnos. Reaccionemos.
Christian Felber, creador de la Economía del Bien Común, propone la configuración de un nuevo orden económico y quiere la colaboración de todos para ello. Para esto formula 20 puntos básicos como puntos de partida para el debate, algunos de ellos ya se introdujeron en el artículo anterior (http://www.bajoaragonesa.org/elagitador/la-economia-del-bien-comun-i-un-nuevo-modelo-de-desarrollo-esta-en-marcha/) Conocida la teoría vayamos a la parte práctica.
¿Cómo?
Apliquemos el sentido común: Decíamos que vivir la vida en base a unos valores nos hace más respetuosos con los demás y con nuestro medio ambiente, y eso hace que nos desarrollemos en armonía y vivamos más felices, que es la principal aspiración que nos une a todos. Que sean pues los valores la base de la economía, esta es la gran revolución de este modelo, ya que todos los anteriores no los han tenido en cuenta. Esta base creará unas relaciones económicas con sentido común, entre personas y para las personas, en el que todos ganemos, no solo algunos.
Analicemos pues por un lado esos valores, y por otro las personas con las que los ponemos en práctica. Esto se refleja en la herramienta base de la Economía del Bien Común: El Balance del Bien Común. Este instrumento nos ayudará a hacernos conscientes de cómo es nuestro comportamiento económico, si realmente se sustenta en esos valores, y de qué manera podemos mejorarlo para conducir nuestra actuación de forma responsable hacia ese bien común.
Este balance fue diseñado por un grupo de empresas pioneras de Austria en 2010. Los criterios y puntuación asignada están en constante evaluación y evolución, pues es un sistema totalmente abierto y transparente en el que todos podemos participar, aprovechándonos de los medios tecnológicos con los que contamos. Actualmente se está adaptando a la economía española y también a una aplicación más específica para los municipios.
Criterios obligatorios que debe cumplir: Compromiso (de llevar a la práctica las mejoras posibles), totalidad (que se tengan en cuenta todos los aspectos, no como la Responsabilidad Social Corporativa de las empresas), capacidad de medición, comparabilidad, claridad, de carácter público, auditoría externa y consecuencias jurídicas.
¿Quiénes?
Empresas de todo tipo, asociaciones, fundaciones, ayuntamientos y otras entidades públicas, partidos políticos, instituciones, centros educativos y los ciudadanos a nivel individual. Todos somos parte del sistema económico, y por tanto todos somos responsables. Todos podemos tratar de realizar este balance. En la web oficial se facilitan todas las herramientas necesarias gratuitamente y a quién dirigirse para cualquier duda. http://www.gemeinwohl-oekonomie.org/es
– Ciudadanos: Somos fundamentales en el sistema, pues somos los consumidores finales y en nuestra mano está elegir. Las empresas producen en función de las tendencias que observan en nosotros. Es indispensable en este momento que aquellas personas que actualmente tengan una mejor situación económica consuman con conciencia y de forma responsable, para aumentar la demanda y que vayan bajando los precios de estos productos sostenibles, y facilitar así el acceso a ellos del resto de la población. Producto local, comercio justo, productos ecológico, ahorro de energía y renovables, banca ética…
– Empresas: La utilización del balance ayuda a las empresas a analizar y mejorar su comportamiento ético. Muchas ya se comportan de forma responsable en diversos sentidos, pero siempre se puede mejorar. Otras han ido funcionando por inercia sin habérselo si quiera planteado, o pensando que lo que se ha hecho siempre es lo que está bien. Nunca es tarde para replantearse las cosas y tratar de incluir, cada uno en la medida de sus posibilidades, nuevas prácticas más responsables. La principal contraprestación: la satisfacción de saber que con el esfuerzo se está contribuyendo a la mejora de tu entorno y de la sociedad. Contraprestaciones extra: aplicando la economía del bien común, por un lado, se obtiene beneficio de las sinergias que se generan debido a la mayor valoración y puntuación conseguida en el balance cuanta mayor sea la colaboración entre todos, tanto clientes como proveedores. A la vez, tienen la posibilidad de conseguir una certificación de ese valor añadido con el que probar su comportamiento ético, que premiarán no solo las administraciones públicas con ventajas fiscales, sino también los consumidores cada vez más concienciados. Las empresas que consigan esta certificación podrán plasmar la puntuación obtenida del balance al lado de su código de barras. En la web oficial se informa de los pasos a seguir.
En el siguiente video veremos un ejemplo de empresa que roza la utopía, pero que es totalmente real: La Fageda
En este documental de La 2 veremos varias “Utopías Cercanas” del pueblo de Alcoy en Valencia.
– Municipios: son uno de los principales promotores del bien común, pues pueden fomentarlo y promoverlo con ayudas económicas, bonificaciones y contratación de empresas que cumplan con el bien común. Los municipios por su propia razón de ser ya desarrollan buenas prácticas encaminadas al bien común. Con la aplicación del balance se reconoce esta labor y se proponen mejoras. Al implantar la economía del bien común estas buenas prácticas se comparten con el resto de municipios afines generando una red de colaboración y enriquecimiento mutuo.
La economía del bien común no está vinculada a ninguna organización política, simplemente invita a todos los partidos políticos a integrar sus principios en los programas electorales. Recientemente se han hecho 4 peticiones previamente consensuadas para las elecciones europeas del 25 de mayo. (Salario máximo, impuesto sobre transacciones financieras, fomento de reconversión en cooperativas de empresas en crisis e introducir el criterio de utilidad social en los concursos públicos)
http://www.elmundofinanciero.com/noticia/28389/Economia/La-Economia-del-Bien-Comun-invita-a-todos-los-partidos-a-integrar-sus-principios-en-los-programas-electorales.html
En noviembre del 2013 tenía lugar la 1ª asamblea de municipios de España donde se ponían en común la situación y el trabajo de las diferentes poblaciones. Algunos ya tienen la certificación como esta pequeña localidad de Salamanca:
Otras como esta localidad de Gran Canaria de 70.000 habitantes está todavía en proceso (lo que se llama la “segunda semilla”)
Para el que tenga interés: https://www.youtube.com/watch?v=y633vXB5Afo
Y para finalizar, por si todavía no se empieza a desvanecer la idea de utopía, un artículo muy completo al respecto de El Diario: La Economía del Bien Común: Una utopía congruente http://www.eldiario.es/colaboratorio/Economia-Bien-Comun-utopia-congruente_6_103299676.html
Un nuevo sistema es posible gracias a todos ¿te apuntas al cambio?
Cristina Ferrer
