La sequía que afecta al embalse de Mequinenza permite llegar a pie hasta el legendario Palacio de Chacón. O al menos hasta lo que queda de él. Un paseo por sus escasos restos permite que cada visitante pueda imaginar la vida de un edificio que ahora es solo una ruina muda con mucho que contar.
Fue construido en el siglo XIX, por la familia De Quinto, se dice que ante una previsible visita de la Reina Isabel II que al parecer nunca llegó a producirse. Desde ese momento, la imponente construcción se incorporó al panteón de los mitos de ese Caspe que todavía no hemos llegado a conocer en toda su hondura, un verdadero locus amoenus a orillas del Ebro frecuentado por aristócratas, burgueses, brigadistas internacionales y caciques. El mismo lugar que cautivó al político republicano Don Rafael Bosque hasta el punto de acabar por comprarlo tras ganar las cuatrocientas cincuenta mil pesetas del premio gordo de la lotería de navidad de 1922. Allí viviría con su esposa Joaquina y sus cinco hijos y hasta allí llegaría en el mes de Julio de 1936 el ominoso capitán de la Guardia Civil, José Negrete, en busca suya. El mismo lugar que, años después, engullirían las aguas del pantano y que, cada cierto tiempo, emerge ante nuestra mirada para mostrarnos lo mucho que todavía ignoramos, lo mucho que todavía nos queda por aprender. Aprovechen para visitarlo antes de que las lluvias vuelvan a anegar este rincón olvidado de nuestra historia.
