Che Sudaka: ¿Todos somos perroflautas?

En la pagina web de Che Sudaka ( http://www.chesudaka.com/index.php/en/ )  te recibe un enorme mensaje de bienvenida que te invita, casi obliga, a descargarte gratis el nuevo disco «10».  Bendito siglo XXI.

Luego te añade que si lo quiere en formato físico, por diez euros es tuyo.  Y uno, claro, reflexiona desde su ignorancia: si en los noventa me harté de comprar música original a dos mil pesetas, ¿cómo es posible que entre quince y veinte años más tarde, con la correspondiente salvaje subida de IPC que ha habido, valga menos un  mismo producto?  Porque claro, perder dinero no van a perder, ni estos ni los Amaral.  ¿Entonces?  Entonces solo se me ocurre que todo esto viene por el que etiqueta.  El que marca el precio quiero decir.  Durante décadas lo marcaron ellos y así nos fue.  Hubo mucha gente que se hizo descaradamente rica a nuestra costa.  Ahora que lo marcamos nosotros, ya no están tan contentos.  Ahora han tenido incluso que bajar.  Y vale que nuestra ofensiva no se ha andado con medias tintas: hemos marcado el precio más bajo que hemos encontrado: cero.  O en todo caso lo que nos cueste la línea ADSL, le cueste lo que le cueste al nuevo director de la SGAE.  Y claro, la consecuencia es, guste o no, una normalización del mercado de la música: hacemos un producto, lo enseñamos y si os satisface, me visitáis en nuestros conciertos, que es donde se ve nuestro trabajo y donde conseguimos el dinero.  Y si no os gusta lo que hacemos, no vengáis.

Porque, ¿quién pierde regalando el trabajo o vendiéndolo a bajo precio?  Pues no sé como está el pastel ahora, pero a principios de los 90, todos los grupos tenían el mismo porcentaje sobre PVP.  Todos excepto Michael Jackson, que tenía un cinco por ciento mas.  ¿Y cual era ese porcentaje?  Pues tengo una duda: no sé si era el diez o el quince.  En ningún caso un grupo, Héroes del Silencio, por ejemplo, ganaba más de un quince por ciento de lo que tú pagabas.  No está mal.  Quiero decir, no está bien.  Así que el que menos deja de ganar bajando el precio o regalando el producto es el artista.  Mal menor.

Y además, ¿respondía, responde, el precio a la calidad del trabajo?  Rotundamente no, ya que en el arte la calidad no se mide por el esfuerzo realizado, sino por el nivel del trabajo obtenido.  Esto es, si observamos las cifras de ventas de un grupo cualquiera comprobaremos enseguida que el trabajo posterior a un gran disco tiene un número muy alto de ventas, independientemente de su calidad, porque son consecuencia del disco anterior.  Dicho de un modo sencillo: si te gusta un disco de un grupo, cuando saquen el siguiente, te lo comprarás sin necesidad de escucharlo.  Y si no te gusta, el siguiente nunca te lo comprarás a ciegas.  Un ejemplo muy claro son Los Suaves, cuya calidad podríamos dibujar en forma de pirámide (esto no es una clase: la pirámide espero que se la dibuje el lector si lo cree conveniente).  Los Suaves, iba diciendo, tienen cuatro discos de oro.  Todo correcto, pero solo en número, pues el desfase que antes he nombrado provoca que su último disco de oro «Víspera de todos los Santos» sea provocado por el enorme «San Francisco Express», pues «Víspera» es un disco que marca clarísimamente el declive del grupo gallego.  Y «Maldita sea mi suerte» no fue disco de oro porque los Suaves venían en ascenso, pero todavía no tenían un público tan numeroso.

Y ahora, ¿de qué estaba hablando yo?  ¡Ah, si!  De los Che Sudaka.  Bueno, pues lo que voy a hacer es una de las cosas que más he odiado:  ¿Ustedes conocen a Manu Chao?  ¿Y Amparanoia?  ¿Sí?  Pues a eso suenan los Che Sudaka.  Ni más ni menos.  Y con esto se acaba la opinión.

Che Sudaka son un grupo de argentinos colombianos afincados en Barcelona, con lo que debería ser fácil acceder a ellos en concierto.  Sacaron un disco «Mirando el mundo al revés» en el que no había pausas entre canción y canción, sino que todo era continuado, al estilo de aquel Pedrá, aunque allí solo decían que había una canción.

Luego está «10», que es un disco convencional en ese aspecto.  Y aunque dejo dos canciones con marcado acento político, es necesario reconocer que también le cantan mucho al amor.

 Petu

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