¿La última carga de los sindicatos de clase españoles?

Dicen que una imagen vale por mil palabras, en este caso no es del todo verdad. Hacen falta unas cuantas palabras para explicarla. Vemos a unos sujetos  inmersos en una guerra, con armas ofensivas disparando no se sabe bien contra quien, yo me atrevería a pensar que son víctimas del síndrome Froilán y se están disparando a sus propios pies. Si, mientras vemos la imagen, escuchamos su discurso, esperaríamos ver otra clase de armas y bagajes: cartuchos de dinamita, naranjeros, monos azules con gorrillo cuartelero y pañuelo rojo al cuello, tal es la ranciedad de sus razones (que no digo que no la tengan, pero su articulación parece sacada de algún manual marxista de los años cincuenta, o cuarenta, o treinta) y su fundamental raíz anticuada. La sociedad actual se merece otro tipo de discurso. Los mineros, como personas individualizadas me merecen el mayor de los respetos. En este país de nuestros pecados,  hay muchos sectores desmantelados por completo, quedando los trabajadores al pairo: el Capitalismo es lo que tiene; nadie se compadeció de estos sectores, que en sus buenos tiempos habían generado mucha riqueza para todos. Ahora, los mineros nos exigen, a todos, gobiernos, trabajadores y parados que no dejemos morir su sector productivo, que sigamos financiando sus pozos de extracción, o como se llamen, aunque sean deficitarios de un modo absoluto: el carbón que se extrae en España es de una calidad ínfima, no vale para quemar en las centrales de ciclo combinado por su contenido en azufre, contaminante en grado no asumible; el carbón que se importa, de mucha mejor calidad, añade su precio, barato, muy barato. O sea, que por mucho que nos duela, nos vamos a quedar sin mineros, son especie en vía de extinción, están sentenciados. Y deberían asumirlo sin aspavientos y disfraces de guerrilla zapatista, es una guerra perdida de antemano. Quizás los sindicatos, o por mejor decir, sus dirigentes, deberían haber previsto un desenlace distinto. Tiempo han tenido.  Mucho tiempo. Seguramente no les pareció conveniente fomentar algún tipo de cooperativa para sus asociados, o un reciclaje para cuando llegase el impacto del meteorito, que acabará por extinguirlos, como a los dinosaurios. Seguramente han pensado que con reeditar una Revolución de Asturias de mentirijillas sería suficiente para evitar lo inevitable. Seguramente están equivocados. Y si no lo están, y disparando cohetes y petardos consiguen sus objetivos, nos muestran el camino al resto de los mortales, trabajadores y parados: no hace falta estudiar y generar nuevas empresas, no hace falta buscarse la vida como hacemos todos, sólo es necesario un tubo de p.v.c. y caña al mono que es de goma. No ha caído el Muro de Berlín. Nada ha cambiado. Al menos para ellos. Yo creo que sí, que al Capitalismo es necesario combatirlo de otros modos y maneras. Cuando sepa como, se lo comunicaré. Palabra.

Manuel Bordallo

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