Crímenes. Ferdinand Von Schirach

Crímenes. Ferdinand Von Schirach. Salamandra. 2011. 187 p.

Sí, han leído bien, el apellido es el mismo. Von Schirach. Y, sí, es el nieto de Baldur Von Schirach, el lider de las Juventudes Hitlerianas juzgado en Nuremberg y compañero de Albert Speer y Rudolf Hess en la carcel de Spandau. Ahí se acaba el morbo y empieza la literatura. Aunque en realidad Ferdinand Von Schirach es abogado. Penalista. Uno de los más destacados de Alemania. Desde su despacho berlinés se ha ocupado de los casos más mediáticos y complejos del país y eso ya le había convertido en un hombre famoso antes de pasarse a la narrativa.

Lo cierto es que su segunda dedicación le ha deparado los mismos parabienes que su actividad como jurista. Este su primer libro ha logrado despachar más de un millón de ejemplares solo en Alemania, ha sido editado en más de treinta países y está previsto que, en breve, se convierta en una película. En España ha sido Salamandra, una de las editoriales con más instinto a la hora de detectar “hypes” literarios, la que se ha llevado el gato al agua. Crímenes contiene once relatos breves. Once casos reales que Von Schirach tuvo que sacar adelante como abogado antes de sucumbir a la tentación de contarlos. Y los cuenta bien. Sin dejarse una coma. Sin poner una coma de más. Casi todas las historias contenidas en este escueto volumen soportarían desarrollos de cientos de páginas sin que el interés del lector decayera ni un segundo. Pero Von Schirach ha preferido decantarse por la condensación. Ha elegido sintetizar y arrebatarnos el respiro con un leve giro de muñeca antes que apabullarnos con kilos de sal gruesa que, en cualquier caso, habríamos devorado con avidez. Podría habernos entregado un tocho denso y pesado y aún así nos habríamos postrado ante su implacable habilidad para estremecernos. 

Hay en Crímenes una exhaustiva prospección en los estratos más profundos de la condición humana. Sus protagonistas son inmigrantes desorientados, empresarios autosuficientes, asesinos profesionales, jueces desgastados, mujeres que aman demasiado, psicópatas de provincias, maridos exprimidos por el peso insoportable de la convivencia. La brutalidad comparte escenario con la ternura, el canibalismo con la conmiseración, la falta de esperanza con la fe inquebrantable en el futuro, el aburrimiento vital con el rigor profesional de jueces, abogados y policías. No es de extrañar el éxito que ha acompañado a esta extraordinaria ópera prima. Nos habla de lo que somos con un lenguaje que todos entendemos y huye del efectismo innecesario en el que, con demasiada frecuencia, suelen embarrancar las narraciones de género. Es una suerte que Von Schirach haya llegado para quedarse. Y, sí, ya ha dicho que piensa ajustar cuentas literarias con su pasado familiar pero para ello los que ya hemos decidido seguir de cerca sus pasos tendremos que esperar todavía un tiempo. Espero que no demasiado

Jesús Cirac

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