Desde mi ignorancia: sobre Bárcenas, sobre Dios, y sobre todas las cosas

Sinceramente, parece mentira que estudiáramos lo mismo ellos y yo.  Desde luego que lo estudiamos, no me queda ninguna duda.  Pero ahora ya tengo claro que a pesar de ser aprobados todos, no todos aprendimos lo mismo.

Porque se me hace difícil de creer que esta inmensa mayoría de nuestros políticos dieran clases de religión, o de ética.  Que les enseñaran los mismos valores que a mí me han ayudado a crecer como persona y a dormir a pierna suelta.  Porque hay comportamientos que no pueden excusarse en la legalidad.  A uno no le enseñan a ser buena persona acumulando miles y miles de euros.  Sin ninguna duda, es éticamente ilícito.

Parece improbable, en definitiva, que crean en la existencia de Dios.  Al menos tal y como se lo enseñaron.  De ser lo contrario, de creer en Él, les tienen que entrar unos sudores del carallo de pensar en la resurección de los muertos y el juicio al que serán sometidos.  Porque saben que de nuestros jueces se escaparán, por compra, por pasivo o por espabilaos.  Pero de la Justicia Divina no se escapa ni Dios.  Imagino con gozo a algunos de ellos durmiendo el sueño de los injustos oir las trompetas del apocalipsis y con una sonrisa de oreja a oreja llena de gusanos, el yerno les avise: «ha llegado la horaaa»  Entonces sí que se harán pipí encima, porque ni bancos suizos, ni escuchas ilegales ni prescripciones les librarán de ese juicio.  Su bajeza moral es tal, en mi opinión,  que habría que inventar un octavo pecado capital, pues todos los demás se quedan cortos.  Tengo treinta y ocho años y ya puedo afirmar, con rotundidad y pruebas, que la codicia no tiene límites.  Lamentablemente para ellos.  De todas maneras no consigo imaginármelos en la iglesia golpeándose el pecho: «Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa»

No seré yo quien de una clase sobre la existencia de Dios.  Todavía no lo he visto y, como humano que soy, todavía dudo.  Pero en estos tiempos que corren parece que su existencia es mas necesaría que nunca para la inmensa mayoría de nosotros.  Y no por una habitual necesidad de esperanza, no.  Sino por nuestra intrínseca actitud vengativa.

En fín.  Pienso en su vida y me apeno y siento cada día mas felicidad por la mía.  Salvo errores puntuales o malentendidos, uno puede mirar a la cara a todo el mundo.  Puedo coger el tranvía y tomar el café en cualquier bar de España.  Otros no pueden decir lo mismo.  Quizá es que les parece que no son de este mundo.  Pero es que no lo son.

Amén.

PD – Esta columna no habla solo de Bárcenas, sino de todas aquellas personas a las que representa.  Su nombre es una metáfora.  El título adecuado sería «Sobre Barcenases»  Pero es que el plural de Bárcenas es muy feo.  Aunque bien pensado, el singular también es feo con avaricia.

Daniel Baquer

Luis Bárcenas haciendo la "Peineta"

 

Entradas relacionadas

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies