Desde hace unos cuantos años vemos en la tele, oímos en la radio y se difunden en las redes sociales vídeos y canciones de artistas que han hecho un “cover” o una versión de un tema famoso. Las interpretaciones, a veces, se constituyen por sí mismas en canciones nuevas, concebidas de una forma totalmente distinta a la original y, aunque a muchos puristas no les gusten, en ocasiones se generan productos musicales de una gran calidad. No obstante, en la mayoría de los casos las versiones que realizan algunos artistas se convierten en auténticas perversiones musicales. Hay muchos factores que han convertido los temas más emblemáticos de una generación en un producto musical vulgar y carente de sentido. Sin lugar a dudas, uno de los elementos que más ha propiciado la aparición de auténticas perversiones musicales ha sido la telebasura.
Perversiones o la telebasura como factor de degeneración musical.
En la última década la televisión ha sido una de las culpables de la perversión en la que ha caído el mundo de la música más comercial. Esta afirmación puede parecer un tanto atrevida, pero a medida que vaya explicando mis argumentos, espero que la ambigüedad que rodea a la frase se vaya difuminando. Todos conocemos, por suerte o desgracia, programas como Operación Triunfo, Factor X o el actual programa que lleva por título “La voz”). El show en estos espectáculos consisten en sacar del anonimato a chicos y chicas con voces privilegiadas y convertirlos en estrellas. La competición es feroz, pero más duro debe ser acabar el concurso y convertirse en una pseudoestrella, como les ocurre a la mayoría de los participantes. ¿Quién se acuerda de Manu Tenorio?
Sea como fuere, para alimentar este tipo de concursos los organizadores planean una serie de actuaciones donde los “artistas” tienen que interpretar canciones de otros artistas. Ahí es donde surge el gran problema. Las canciones que interpretan suelen sumar más desaciertos que virtudes. Sin duda, parte de la culpa la tiene la empecinada idea de los productores musicales de convertir a todo el mundo en una estrella pop. Para lograrlo, necesitan un hit, un tema conocido que haya sido famoso en un pasado (reciente o no, recordemos que estos programas intentan enganchar al mayor espectro social posible) y que no cuente con una versión muy reciente de éxito. En ocasiones se eligen hermosas baladas, canciones míticas del pop español o internacional o echan mano del rock. No olvidemos que el objetivo final es elaborar un producto musical para vender un producto televisivo y, en segunda instancia, con el fin de lograr vender miles de discos o giras “fantasma”, que no dejan de ser un producto generado por la inercia mediática de estos shows. Pues bien, hemos visto desfilar por esos escenario televisivos llenos de luces y de purpurina a voces portentosas intentando convertir temas tan famosos como run to the hills del grupo Iron Maiden o el satisfaction de los Rolling Stones (que acabo de oír y casi me da un infarto) en un hit popero. El otro día, además, una amiga me comentó la existencia de “La voz”, un programa de una cadena que solo ofrece “telebasura”. Con cierta alegría me comentó las “reglas” del concurso y me instó a ver un video. Mi sorpresa fue ver a dos chicos en una especie de ring, uno con pelo largo y una voz portentosa y otro de pelo corto y voz menos agraciada, cantando una canción de Bon Jovi. Una vez más, la voz superaba en todos los sentidos la descafeinada versión guitarrera (o popera) que ofrecía la banda del programa. La cuestión es, que si nos evadimos del ambiente de euforia colectiva que se genera en el plató de ese shows (y de tantos otros) y nos quedamos con los aspectos meramente musicales, nos encontramos con lo que, coloquialmente podría definirse como “una mierda de versión que alucinas”. La perversión no tiene personalidad, es una mera copia de la original aunque interpretada a dos voces, una excelente y la otra, un tanto mediocre. Sin embargo, la gente, en un ejercicio de catarsis exultante colectiva, aplaudía frenética, gritaba y parecía querer comerse a los participantes. No sé qué opinión tendrán los fans y seguidores de Bon Jovi, Rolling Stones o Iron Maiden de las citadas versiones, aunque después de oírlas, no cabe duda que no dejan indiferente a nadie.
En ocasiones, las perversiones musicales que generan estos programas llegan a ser tan insultantes para algunos fans que acaban por rebelarse. El caso más mediático se produjo en Inglaterra. En esta ocasión la protagonista de la polémica fue la canción de Hallelujah. Compuesta e interpretada en origen por Leonard Cohen, esta canción se popularizó en los ‘90 gracias a la versión que hizo Jeff Buckley para su disco Grace. En el año 2009, en una de las fases del concurso X Factor, una de sus concursantes interpretó una versión popera carente de sentido. La, en mi opinión, vulgar adaptación del tema y su posterior comercialización incomodó a los seguidores de Buckley, que veían atónitos como la versión del famoso programa se convertía en una de las canciones más vendidas en iTunes. Para reivindicar la versión de Buckley, que para muchos es la mejor, su legión de seguidores acordaron promover una compra masiva del tema en el portal de venta de música de Apple. La batalla musical que se vivió en Inglaterra sobrepasó fronteras y acaparó pequeñas secciones de los noticiarios de medio mundo. Pero, realmente, ¿Qué es lo que estaba en juego? ¿La dignidad de una gran canción, cuya mejor interpretación fue del difunto Buckley? ¿El hastío de la gente por esos programas y por sus perversiones musicales? Yo no tengo una respuesta. Quizás mucha gente estaba harta de los productos sintéticos que generan esos programas, de su escasa calidad musical y de que les jodan esa canción con la que se enamoraron una vez. La sociología podría darnos algunas pistas, aunque de lo que no cabe duda es de la división social que generó esa canción en las navidades del 2009.
Jeff Buckley:
X Factor:
Diversiones musicales.
No, no todo va a ser perversión. La música también ofrece a veces grandes diversiones. Todavía no he llegado a ver una en esos programas que bien podrían incluirse en esa categoría de la parrilla televisiva conocido como “telebasura” (bien, lo reconozco, apenas veo la tele, pero tengo informadores teleadictos que me mantienen al día). Reconocer las perversiones musicales que se han realizado en los últimos años es una tarea sencilla, basta ver ese tipo de shows para localizar decenas. Más difícil, si cabe, es hablar de esas versiones que han sido adaptadas por algunos grupos o cantantes con acierto. Y digo que es un tema difícil de tratar porque son fenómenos extraños y sujetos a un fuerte componente subjetivo. Reconocer que la versión que realizó Bunny West de la mítica canción Run to the Hills es, cuando menos, aceptable puede levantar las iras de los heavy’s más clásicos. En este caso, como ya ha ocurrido, lo fácil es hacer una versión rockera del tema. Si buscas “cover run to the hills” en Youtube te saldrán decenas de resultados y muchos de ellos son versiones realizadas por grandes y pequeñas bandas de metal. Lo difícil en estos casos es adaptar el tema a otro estilo y dotar a la canción de personalidad propia. Eso lo consigue Bunny West. Vale, lo acepto. No es tan cañera como la original, pero ¿qué sentido tendría o tiene hacer una versión con un doble bombo y guitarras todavía más afiladas? o, ¿qué sentido tiene copiar una canción y poner a una cantante femenina en lugar de un vocalista masculino, como es el caso de las Maiden United? Para mí, la auténtica perversión es hacer una copia literal de la canción (para eso te compras el disco y oyes la original). Si te gusta la música, entenderás de qué te hablo.
Iron Maiden:
Bunny West:
Y ya que hablo de versiones buenas y que rompen con el estilo original del autor para adaptarlas a su propio estilo musical, aunque puede que genere polémica (esta siempre es buena si se genera un debate saludable y enriquecedor), voy a apostar ahora fuerte por la versión que Trenz Reznor hizo de la canción Immigrant Song the Led Zeppelin. El tema es parte de la banda sonora que Reznor compuso para la primera parte de la saga de Millenium (versión Americana) y sorprende la oscura atmósfera que rodea a toda la composición. Fuerza, oscuridad, tensión,… es como un thriller musical que va creciendo a medida que el sonido llega a su fin. Yo no soy amigo de la electrónica, pero he de reconocer que el viejo componente de NIN es un provocador, un gran músico y tiene un estilo propio.
Led Zeppelin:
Trenz Reznor:
Seguro que ahora tienes muchos temas en la mente. Algunas diversiones y otras perversiones musicales. Apuesto a que ahora recuerdas viejos temas que te han pisado jóvenes promesas. O, quizá, te vengan a la memoria algunos covers que te han conquistado por su fuerza y personalidad, como esa maravillosa versión que Guns and Roses hizo del famoso tema Knockin´ on the Heaven´s door de Bob Dylan.
Llegados a este punto, a tí lector, te pido que seas crítico con las canciones, especialmente con las versiones o covers. No te dejes embaucar por los focos, los aplausos desmedidos y la purpurina y distingue de lo que es musicalmente bueno de lo que es una mera copia sin sentido ni sentimiento. Yo ya me he posicionado. Ahora te toca hacer tu propia crítica.
Iván Heredia