EL ASEDIO, de Arturo Pérez-Reverte

Esta es la tercera novela de Pérez Reverte que transcurre en paralelo a la primera serie de los Episodio Nacionales. Sin duda, es la que más se aleja de la trama de la obra de Benito Pérez Galdós. La primera, Cabo Trafalgar, es en la que podríamos encontrar más paralelismos con Trafalgar, y en la que la Historia es casi total protagonista, siendo mi favorita de las tres. En la segunda, Un Día de Cólera, que podríamos comparar con El Dos de Mayo, se entremezclan más el relato histórico y el literario, pero los hechos del levantamiento del pueblo madrileño contra los franceses son primordiales. Aquí, en El Asedio,  nos encontramos con una novela histórica en la que el cerco francés a Cádiz es el telón de fondo y la excusa para encajar el relato, nada que ver con el Cádiz de Galdós, en el que el proceso constituyente es el protagonista indiscutible.

Un comisario de policía, una comerciante ultramarina, un capitán de barco, un capitán de artillería francés, un taxidermista y un salinero enrolado en milicias forman los seis hilos de la tela de araña argumental, unos hilos, que se van cruzando a lo largo del relato pero que no llegan a converger en el centro, como pudiera parecer que estaban destinados desde el principio.

Todo gira en torno al caso de un asesino de muchachas, que actúa por las noches en los lugares donde ha caído o va a caer una bomba francesa, a las que desolla a latigazos. El comisario Rogelio Tizón llevará el peso argumental en su investigación. Alrededor suyo tenemos un Cádiz que teme por perder su exclusividad de comercio con las colonias americanas, donde sus casas de importación-exportación se buscan las habas para seguir sobreviviendo. En ese contexto dos agencias comerciales, una de ellas la de Lolita Palma, deciden asociarse para fletar un barco con patente de corso y contratar a un enigmático capitán, Pepe Lobo, para que lo comande. El capitán de artillería francés Simón Desfosseaux, antiguo profesor de universidad, se devana los sesos en como encontrar la perfecta parábola que han de describir las bombas para alcanzar el centro de Cádiz.  Mientras, Gregorio Fumagal, entre animal y animal disecado se dedica a enviar mensajes a los sitiadores para informarles de los progresos de la artillería francesa en la ciudad. Y un poco mas alejado de todo esto, en primera línea del frente, Felipe Mojarra, procura seguir con vida para poder alimentar a su familia, aunque ahora hay una boca menos, su hija mayor ha ido a vivir a Cádiz para servir en Casa Palma.

Desde que comienzas a leer estás esperando que todo confluya y se resuelva heroicamente, pero como en la mayoría de novelas de Pérez-Reverte, sobre todo en las últimas, el realismo se apodera de todo. La vida misma, con sus grandezas y miserias, en la que solo los poderosos caen siempre de pie, y la gente sin escrúpulos se salva de la quema. Otros, con suerte, pasan sin pena ni gloria. Los más, se resignan a un futuro poco prometedor, o a un sin-futuro.

Una buena novela que tiene al lector agradablemente entretenido, algunas veces, incluso enganchado. A mi juicio le sobran páginas, ya que hay veces que el autor se pierde en explicaciones innecesarias y tediosas sobre la trama y los personajes, que enfangan el texto y pierden al lector en recovecos poco digeribles. Con todo, sigue siendo un libro recomendable.

Carlos Garcés.

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