Vía verde de Val de Zafán.

 

Algo recorre mi cuerpo cuando oigo hablar de la Vía Verde. Quizás sea una lucha interna entre dos sentimientos queridos, bicicleta y ferrocarril. No deja de sorprender que las infraestructuras por donde hoy transitan ciclistas y senderistas estuvieran concebidas como grandes vías de comunicación y desarrollo. Sé que debería alegrarme de que en España seamos capaces de reutilizar más de mil ochocientos kilómetros de vías en desuso con fines turísticos, pero me queda ese recuerdo amargo de una línea férrea que nunca debió perder la utilidad para la que se construyó.

Val de Zafan fue un ferrocarril con unos orígenes muy convulsos. La primera concesión de un ferrocarril para unir Zaragoza con un puerto del Mediterráneo la obtuvo León Cappa el 1 de junio de 1858 pero no funciono totalmente hasta pasada la Guerra Civil. Más de ochenta años frente a los escasos treinta que estuvo en producción. Fue el Rey Alfonso XII quien puso la primera piedra un día después de hacer lo propio en la estación internacional de Canfranc. El primer tramo, de treinta y dos kilómetros entre La Puebla de Híjar y Alcañiz, se inauguró  el 31 de julio de 1895.

No entraré en los detalles económicos de las obras, con su falta de capital, suspensión de pagos, sus dos pleitos internacionales con los obligacionistas extranjeros que llevaron a  enfrentarse a la compañía concesionaria “The Saragosse, Tortosa & East Coast Railway Cº” con la banca parisina Banque d´Escomte. Unos escándalos financieros que hoy en día dejarían como santos a los gestores de Bankia. Tras un parón de más de veinticinco años fue otro rey, Alfonso XIII, quien impulsó la reanudación de las obras. Pero fue la proclamación de la dictadura de Primo de Rivera, el 11 de Septiembre de 1923, la que consiguió acelerar las obras. La II República no llegó a paralizarlas, pero sí ralentizó su ritmo.

Pero la finalización de esta línea vendría de la mano de un hecho luctuoso, la Guerra Civil, que le dio el espaldarazo definitivo a una obra prácticamente concluida. Su trazado se reveló como una crucial herramienta logística para el transporte de armas, municiones y hombres, por parte de los sublevados, durante la Batalla del Ebro. Serán los zapadores militares de los “Nacionales” quienes extenderán los carriles hasta Pinell de Bray en junio de 1938. Finalizada la contienda, batallones disciplinarios de presos republicanos fueron los encargados de asentar definitivamente aquellos carriles. De esta forma, en octubre de 1939, se inauguraba oficialmente el tramo entre Alcañiz y Bot, y poco tiempo después, en septiembre de 1941, se ponía en funcionamiento el resto del trazado hasta Tortosa.

Nunca se llegó a completar el objetivo principal, llegar a Sant Carles de la Rapita, a pesar de haberse acabado la explanación en la postguerra. En el año 1969, el hundimiento del túnel entre Torre de Compte y Pinell de Bray sirvió como excusa para el cierre definitivo de este ferrocarril por parte de la administración, que se hizo efectivo el 19 de septiembre de 1973, sustituyéndose por el transporte en carretera. En 1985 se le dio la puntilla empezándose el levante de veintitrés kilómetros de carril con destino a renovar la vía de Huesca a Canfranc. Diez años después se levantó toda la vía quedando cien kilómetros con más de veinte túneles y cinco viaductos, alguno de hasta quinientos metros de longitud, destinados al ocio.

Dejando atrás este pequeño flashback histórico ahora es tiempo de centrarnos en el ferrocarril que aun persiste, no me refiero a los maravillosos Ave que como dice el eslogan “acercan destinos”, hablo de ese ferrocarril regional que nos da servicio a las pequeñas poblaciones y vertebra el territorio. El gobierno actual, en su afán de solucionarlo todo a base de recortes, a falta de paga extra, nos tiene preparada una sorpresa para Navidad.

 “Antes del 31 de diciembre de 2012, el Ministerio de Fomento debe elevar al Consejo de Ministros una propuesta sobre la viabilidad de aquellas infraestructuras ferroviarias que no generen rentabilidad desde el punto de vista económico. Presentando una propuesta en relación con las prestaciones de servicios ferroviarios de media distancia que no tengan la consideración de obligaciones de servicio público.”

En tan solo un párrafo del Real Decreto 22/2012 se pueden basar los futuros cierres de líneas férreas. No sé si estas medidas afectarán al ferrocarril que nos une a los caspolinos con Zaragoza y Barcelona, pero de momento debe hacernos pensar que este tema afecta a todos los ciudadanos. Aun con estos nubarrones sobre el futuro del ferrocarril como transporte publico, no dejo de pensar en las Vías Verdes y sinceramente, me gustaría que nuestros hijos y nietos pudieran viajar desde Caspe a Zaragoza en ferrocarril y no tener que utilizar nuestra línea como “Vía Verde”

Ignacio Gracia

Alcañiz. Abril de 1966
Arnes-Lledó. 2012

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