Elementos geopolíticos sobre las cartas de población. Vinaròs y otros municipios

 Representación de las murallas medievales de Vinaròs tras la visita de F. Paholac en 1315

La creación del Reino de València, esconde multitud de cuestiones, todavía hoy difíciles de esclarecer. Una de ellas, es aquella vinculada con la repoblación de múltiples municipios (entre ellos bastantes castellonenses), que desde su fundación se encontraban regulados por los fueros de Zaragoza.

Intentaremos evitar no entrar en detalles de fondo sobre que es una carta de población, simplemente y de modo conceptual, definimos con esta terminología, a aquel documento por el que la realeza, nobleza o iglesia, otorgaban diferentes privilegios a un conjunto de individuos, para que estos poblaran un nuevo o antiguo asentamiento, como consecuencia de los intereses geoestratégicos que dicho espacio ofrecía.

“No todos los autores coinciden en el concepto de carta puebla. Mª L. Ledesma señala que no existe una definición concluyente o ecuánime sobre la noción de carta puebla, pues la tipología documental es muy variada. En lo que si hay coincidencia es en admitir que son instrumentos jurídicos de ordenación del territorio” (Ledesma), (Gómez Bayarri, 2008, 392).

Respecto a la influencia aragonesa en estas tierras, si seguimos el referido trabajo de Gómez Bayarri, puede comprobarse como hay un claro interés por conceder los fueros de Zaragoza a muchos de los nuevos municipios que iban surgiendo durante la reconquista valenciana.

En el caso de esta franja litoral, se percibe el dominio que los caballeros aragoneses tenían sobre las nuevas poblaciones costeras. Así, en Peníscola, además del alcaide del momento (el noble Gil de Atrosillo), también estaba el procurador de Jaume I que entrega la carta fundacional a Benicarló, Fernando Pérez de Pina, otro noble aragonés que se involucró de pleno en la empresa reconquistadora desde sus inicios.

Respecto al caso de Vinaròs, el historiador local Jose Manuel Borràs Jarque, nos comenta en torno a la cuestión del origen de los fueros que: “Vinaròs pasó al poder del conquistador (Jaume I), cuando València aún era musulmana. Conquistada València en el año 1238, seguidamente el rey se ocupó de dar fueros propios…, después, los aragoneses y los nobles lucharon para que en toda València estuviesen los Fueros de Zaragoza, sin conseguirlo, así, con la finalidad de evitar más discordias, se resolvió en dejar en libertad a la ciudad de València y los pueblos del Reino, para que aceptaran los Fueros de Aragón o los valencianos. El resultado de tal convenio fue que se decidió aceptar los fueros aragoneses, sólo en algunos pueblos de la raya de Aragón, pertenecientes a cuatro baronías o señoríos feudales. Todos los demás, Vinaròs entre ellos, aceptaron los fueros de València” (Borràs Jarque, 1929, 40-41, I T.).

En esta cita de la obra del cronista vinarossenc, la cuestión se trata de un modo tan somero, que prácticamente no da pie a profundizar sobre que tipo de elementos, intervinieron en los propósitos de poblar con fueros de Aragón, un buen número de las localidades de la franja septentrional del Reino de València.

No obstante, quien sí analiza el tema de modo más detallado, es Antonio Ubieto, cuando en su segundo tomo de los “Orígenes del Reino de València”, aporta algunos detalles, que desenmascaran la intencionalidad que tenían aquellas donaciones bajo leyes aragonesas.

“La formación del -Reino de València- fue muy lenta y dificultosa. Las motivaciones se debieron al distinto concepto que nobles, algunos clérigos y el monarca consideraban sobre su posesión en las tierras conquistadas. Pues el rey no tenía conciencia clara de lo que significaba la conquista de los reino de Abủ Zeyt y de Zayyản, aunque generalmente pensaba que estaba ampliando sus estados aragoneses. Los nobles aragoneses estaban totalmente convencidos que se extendían las fronteras de su reino, como lo reitera la documentación coetánea. Sin embargo, las órdenes militares siguieron una postura ambigua ya que en las tierras ocupadas  extendieron la -Costum- de Lleida, y no los Usatges de Barcelona” (Ubieto, 1979, 206).

Es cierto que ya desde 1234, Hugo de Forcalquier comienza a extender concesiones a los nuevos asentamientos con la costum de Lleida (Càlig en 1234, Cervera en 1235, Sant Mateu y Rossell en 1237 o el Carrascal de Cervera en 1239) (Ubieto, 1979, 207-208).

No obstante, es necesario remarcar que salvo éste breve listado de enclaves, y unos cuantos más que a duras penas no llegan a sumar más de una docena, “existe una cantidad abundante de repoblaciones hechas a fuero de Zaragoza, respondiendo a la presencia de la nobleza aragonesa en el reino valenciano, sobre el que se extendía entonces el Reino de Aragón” (Ubieto, 1979, 207).

“Se confirma que la nobleza aragonesa -y una mínima parte de los Hospitalarios que usó las costumbres de Lleida- consideraron la ocupación del reino de Abủ Zeyt, como una extensión de sus tierras patrimoniales hasta época muy avanzada del siglo XIII, pues se puede observar que prácticamente hasta mediados del siglo XIII siguieron otorgando cartas de población a fuero de Zaragoza, admitiendo la supremacía de esta ciudad en lo jurídico sobre toda la zona” (Ubieto, 1979, 213).

Esto fue un problema con el que tuvo que lidiar el monarca a lo largo de su vida, ya que para la nobleza aragonesa, aquellos territorios que quedaban regulados por los fueros de Zaragoza, y en conclusión una parte considerable del norte del Reino de València, pasaban a convertirse en nuevos espacios geográficos, que casi literalmente se habían adherido a las tierras de Aragón, a pesar de que en los Fueros de València, ya se deja claro y explícito, que el nuevo Regne llegaba por su parte septentrional hasta el río Ulldecona (actual río Sénia).

 “Por ello Jaume I de Aragón tuvo que realizar una labor paciente para que poco a poco se fuese extendiendo el -reino de València- hasta reducir a los aragoneses a las fronteras que habían alcanzado en torno a principios del siglo XIII… siguiendo las políticas de atraer a los nobles, vencerlos en caso de resistencia, y entregrar sus bienes a las órdenes militares, cambiando los fueros de Zaragoza por los de València” (Ubieto, 1979, 213-214).

Si analizamos por intervalos temporales, las donaciones que se realizan en las nuevas poblaciones valencianas con fueros de Zaragoza (a lo largo del siglo XIII), de acorde a los datos que pueden recabarse en las páginas 411-412 del estudio de Gómez Bayarri, se aprecia claramente el punto de inflexión que marca el año 1242.

De acuerdo a los documentos referidos en el anterior artículo, observamos como desde la posesión de Morella, hasta la carta puebla de Vinaròs (septiembre de 1241), en sólo 8 años se extienden prácticamente el 50% de los fueros de Zaragoza, otorgándose en los restantes 59 años hasta el año 1300, la mitad complementaria. Un notable desequilibrio numérico, que hace intuir esa intervención por parte del monarca, a la hora de eliminar los intereses de la nobleza aragonesa en el recién fundado reino cristiano de València.

Parece ser que incluso con la toma de esta ciudad (en otoño de 1238), hasta el documento fundacional de Vinaròs, no se efectúa ningún tipo de medidas que sirvan para regular la entrada de los fueros de Zaragoza en las poblaciones valencianas. Buena prueba de ello, es que en esos tres años, ya se rebasa más del 23% de enclaves que deberán de regirse por las leyes aragonesas.

Ya hemos planteado en más de una ocasión, si no es un hecho casual, que Vinaròs tarde demasiado tiempo en repoblarse (y consecuentemente recibir una carta fundacional) si comparamos su fecha respecto al conjunto de localidades de su entorno. Una hipótesis que podría fundamentarse por motivos vinculados con una falta de entendimiento, delimitación de lindes o desacuerdo en derechos, que complicarían desde un inicio, lo que a priori debía ser un proceso de asentamiento sencillo, como otros muchos que a esas alturas ya se habían generado en este lugar.

Surge entonces la pregunta, de si fue a raíz de ese breve espacio cronológico, cuando comienza a plantearse y ponerse en práctica, una nueva estrategia geopolítica para el Reino de València, que favoreciera la permanencia de los fueros valencianos por encima de los zaragozanos.

 David Gómez de Mora

Fueros de Zaragoza en las localidades del  Reino de Valencia  (siglo XIII) . Datos extraídos de Gómez  Bayarri (2008, 411-412). 

DavidBibliografía:

*Borràs Jarque, J.M.; (1929). Historia de Vinaròs (I tomo). Edición facsímil (2001). Ayuntamiento de Vinaròs, 525 pp.

*Gómez Bayarri, J. V.; (2008). Cartas pueblas valencianas concedidas a fueros aragoneses. Aragón en la Edad Media, núm. 20, pp. 391-412.

*Ledesma Rubio, Mª L.; Las “cartas de población” medievales como fuente de investigación. Metodología de la investigación científica sobre fuentes aragonesas. Jaca, 1986, II. Zaragoza, 1987, pp. 125-165. Cartas de población y fueros turolenses. Cartillas turolenses núm. 12. Teruel, 1998. “Las cartas de población medievales en el Reino de Aragón”. Cartas de población, fueros y ordenaciones municipales de Aragón. Tercera Muestra de documentación Histórica Aragonesa. Zaragoza, 1990, pp. 21-30.

*Ubieto Arteta, A.; (1979). Orígenes del Reino de València. Cuestiones cronológicas sobre su reconquista (II tomo). Ediciones Anubar, 298 pp., Zaragoza.

 

 

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