Goteras en la educación pública

No es ya ningún secreto: la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza se cae literalmente a pedazos. Hace años se dio un primer aviso cuando un trozo de techo cayó en plena clase. En estas últimas fechas ha habido más casos. Dos en 24 horas. El lunes 23 de marzo, el difusor de un plafón con fluorescentes caía sobre la espalda de una alumna. El martes 24, en la sala de lectura del Pabellón de Filología, antigua biblioteca de la Facultad, caía una placa y se formaba una gotera que obligaba a acordonar una zona de la sala. Otras partes del edificio lucen lamparones de humedad y hay filtraciones por las paredes de los sótanos. Cuando llueve mucho, aparece el agua por las paredes y suelos de despachos en los bajos y en el último piso. Con eso, y mucho más, caminar por ese lugar es un viaje en el tiempo, porque todo está igual que hace décadas, solo que mucho más viejo, y porque luce y huele a rancio. Es ideal para estudiar materias como la historia, porque uno se sumerge en ella con solo entrar en el edificio. Y es un buen lugar para entender viejas supersticiones. Por ejemplo aquella de los galos de la época de Astérix, que solo temían una cosa: que el cielo, o el techo, pudiera caer sobre sus cabezas.

El espectáculo de una facultad tan desvencijada es bochornoso. Pero como por ahora no ha habido desgracias que lamentar, algunos lo toman a chufa. En la prensa regional, hasta se ha podido leer cómo se ironiza sobre la sobreactuación de estudiantes, docentes y gestores universitarios ante estos hechos, y se aprovecha para criticar que se culpe de todo a los recortes de los gobiernos nacional y autonómico. Como si éstos, sobre todo el segundo, no tuvieran nada que ver. Como si no estuviera en su exclusiva mano abrir el grifo, no de agua sino de dinero, que podría resolver el problema.

La pregunta es obvia: por qué permiten que la cosa llegue a este punto. Por qué llevan años y años negando las partidas para la rehabilitación integral de la facultad o hasta para sus más urgentes remiendos. Tal vez sea útil recordar que el Gobierno regional eliminó de un plumazo el plan de infraestructuras de la Universidad de Zaragoza. Ocurre además que casualmente una desidia tan flagrante la tienen con una facultad dedicada a cosa tan poco rentable como las letras. No creo que sea exagerado preguntarnos si sucedería con otra que produzca más patentes y profesionales encorbatados. Y hasta cabe ver en todo esto la mejor metáfora del destino que algunos en el poder proyectan para la universidad y la enseñanza públicas: dejar que se abran en su seno las goteras, de todo tipo, y acaben hundiéndose ellas solitas por pura inercia. La metáfora es aun más precisa teniendo en cuenta los caprichos del destino: en los mismos días en que caían trozos de techo en la Facultad de Filosofía, el Gobierno autonómico confirmaba que concede los grados de Maestro en Educación Infantil y Primaria a la Universidad San Jorge. Claro que sí. No hay dinero para la pública, pero sí mimos para la privada. Si la primera se hunde, y cualquiera sabe que sin cuidados ni dinero toda construcción lo hace, ahí estará la segunda para sustituirla y hacer negocio.

Camino de eso vamos si no lo evitamos. Hagámoslo. Como los galos, resistamos ahora y siempre al invasor. Al igual que los romanos de Astérix, nuestro enemigo es poderoso, pero también soberbio e inepto. Y loco, porque ni siquiera teme que el techo caiga sobre su cabeza. Claro que, bien pensado, cómo lo va a temer, si ni él ni los suyos suelen aventurarse por lugares, como esa facultad, donde algo así pueda pasar.

 José Luis Ledesma

goteras

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