La música se muere: iTunes la está envenenando.  Lejos quedan los tiempos en los que un álbum era una colección de sencillos, y que tener un álbum era tener algo significativo de un autor.  En realidad yo tampoco viví aquellos años, pero en mis tiempos de juventud un álbum aún era algo digno de respeto.  Recuerdo que de vez en cuando podía comprarme un LP, en vinilo, que entonces era lo habitual.  Hoy parece algo hípster o incluso snob.  Me emocionaba cuando uno de mis grupos favoritos anunciaba la salida de su nuevo disco. Contabas los días.  Llegado el momento ibas a la tienda de discos y te llevabas la obra a casa.  Comenzaba el ritual tras deleitarme con la carátula del 12”, digna de ser recopilada en tu creciente y orgullosa discoteca.  Deslizabas el vinilo con cuidado fuera de su funda, lo acostabas con mimo en el plato, lo acariciabas con el cepillo de fibra de carbono para reducir un poquito el inevitable crepitar que producían las burbujas de electricidad estática al ser heridas por la aguja.  Luego pinchabas el disco con el diamante, el tocadiscos giraba y ajustabas el volumen del amplificador.  Te sentabas delante de las letras… y a disfrutar.  Años más tarde llegó el CD, y la nómina que llenaba un poco mi cartera me permitía algunos de estos caprichos.  Llegabas a la tienda de discos y repasabas las estanterías con los dedos haciendo sonar el plástico de unas cajas con las ya pasadas.  Con velocidad y estilo, presumiendo de ser un entendido, se tenía que notar que no era un esporádico.  Las discográficas redujeron la calidad de las grabaciones en cedé amplificando el volumen y despreciando los detalles.  No quedaba otro remedio, y los cedés eran muy prácticos.

La música agoniza.  Cierto es que echarle la culpa sólo a iTunes es excesivo, y aunque sí es su principal verdugo, Apple no está sola.  También tenemos a Spotify, a Google Play, a YouTube… y no nos olvidemos del origen de todo esto: la avaricia de las sociedades de autores y de las discográficas, con las emisoras de radio comerciales que les bailan el agua y sacan su tajada.  Esto es un negocio, no lo olvidemos.

En realidad la música no se muere, pero sí se ha transformado.  Ya no es lo que era.  Siempre ha sido generador de dinero, pero hoy día muchos músicos se han convertido en una suerte de mercaderes que venden su producto, no a sus seguidores más o menos fieles, sino a compañías que saben van a sacar rédito de la imagen.  Y de la noticia. Por si aún no queda claro, estoy hablando de U2 y sus “canciones de inocencia”, título que me suena a frase de político retorcido, de las que nos repiten una y otra vez, por muy incierta que sea, con afán de que nos la creamos.  “Songs of Innocence” de U2, fue vendido a Apple, íntegro, para ser “regalado” a través de iTunes a todos los clientes de la tienda virtual.  Regalar la música no es algo novedoso, Radiohead ya lo hizo en su momento con “In Rainbows”, uno de sus mejores discos.  Es una buena manera de promocionarse, para luego llenar conciertos y festivales.  Radiohead lo regaló directamente a sus fans, que muchos luego compramos gustosamente el disco físico, por aquello del fetichismo y de apoyar a quienes alimentan nuestra alma.  bono_u2Apple, en cambio, representa todo lo reprobable y censurable de esta sociedad capitalista: icono del monopolismo, líderes de la obsolescencia programada, reyes del consumismo, y creadores de esa imagen de (falsa) exclusividad de lo más snob.  Y U2 se han prostituido con ellos.  “Songs of Innocence”, no es un mal disco, aunque para mi gusto peca en exceso de comercial.  No es lo que yo esperaba de la banda autora del mítico “Achtung Baby”.  La primera pieza, tal vez la peor del disco pero tan comercial que la han elegido como primer sencillo, homenajea al grupo punk por excelencia, yo diría que de un modo insultante.  Aderezado por unos coros pensados con alevosía para ser himnos de estadio, en una estrofa habla del punk como “el sonido más bonito que jamás escuché”.  Con una frase así de cursi Joey Ramone se debe estar revolviendo en su tumba.  Claro que, ahora que las camisetas del grupo están de moda y hasta un producto televisivo como es Mario Vaquerizo se atreve a liderar una banda española tributo a Los Ramones, lo de “The Miracle” de U2 no es para tanto.  Apple seguro que saca rédito de todo esto.  Es un negocio.  Es su negocio.

itunes-spotifyHoy día se venden discos, pero menos que antes.  Lo que se promociona no es digno de coleccionar el discoteca alguna.  Se llevan los hits.  Música de usar y tirar.  Se usa Spotify, iTunes o YouTube para buscar el boom del momento.  Hoy todo es virtual.  Y efímero.  Cinco minutos y a otra cosa.  Cinco minutos o incluso menos.  Tenemos mucha prisa y las modas cambian rápido.  En estos tiempos, poca gente que escucha música realmente le siente un apego.  Sí hay piezas dignas de coleccionar, de sentir orgullo al poseerlas en tu propia discoteca, pero una gran cantidad de música será olvidada en pocos años, si no meses.  No pretendo ser fatalista, insisto en que sí hay música buena.  De hecho, en mayor cantidad que antes.  Más tecnología, más experiencia, más competencia, más inversión, más festivales, mejores grupos.  Pero, comparado con el volumen total de música producida, esos son los menos.  La mayor parte de los grupos que se promocionan en estos tiempos son flor de un día, grupos con un solo tema estrella, productos para adolescentes, que sean fáciles de buscar en YouTube, creados por los mismos productores que hicieron famosos a grupo estrella de hace 5 años y de los que nadie se acuerda salvo las chonis, en su día adolescentes, que babearon con sus fotos y desafinaron desgañitándose en, tal vez, el único concierto de su vida al que asistieron.paissemanal_20130804-550x732

Recuerdo el artículo por el que decidí dejar de comprar cada domingo “El País”, cosa que llevaba haciendo incontables años sólo por disfrutar del suplemento “El País Semanal”.  En el artículo que ilustraba la portada de aquel Semanal, ensalzaban al reggaeton, haciendo odiosas comparaciones donde se mofaban de la música indie y del trip-hop ente otras.  Que el principal medio de prensa escrita, supuestamente progresista, exalte el reggaeton, y lo lleve a portada de su Semanal, dice mucho de la escasa calidad musical que reclama el público.  Y dice mucho de lo bajo que ha caído «El País», que prefiere la tirada al nivel cultural.

Éste es el panorama.  AC/DC degradado a jingle sonando a las 5 de la tarde en “La Ventana” de la SER.  Cuarentonas que comparten gustos musicales con adolescentes chonis y con niñas de primaria.  Camisetas de “The Ramones” como icono hípster.  Programas televisivos de franja de máxima audiencia dedicándose a “descubrir” nuevos “talentos” musicales.  Clones que triunfan porque tienen mucha voz, mucha promoción, y mucha producción.  Mitos del pop-rock prostituyéndose con multinacionales monopolistas.  La música tal vez no se está muriendo, pero sí agoniza su sentido como expresión artística, como referente cultural, como icono generacional y como motor de rebeldía.

 

Javier Giménez

iPod U2

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