La Pequeña Edad de Hielo

Durante los últimos años, un tema que adquirió bastante protagonismo y que fue portada en muchos de los grandes medios de nuestro país, era la cuestión referente al cambio climático. Algo que en la actualidad, ha acabado siendo relegado a puestos inferiores de los ránkings informativos, como consecuencia de las fatalidades que la crisis económica nos está propiciando día tras día.

A pesar de ello, de vez en cuando, podemos leer en algunos periódicos, noticias referentes a estudios científicos o valoraciones de datos, que nos hacen retroceder por unos momentos a los titulares que hace seis o siete años, dominaban muchas de las secciones más mediáticas de la prensa.

Dentro de este complejo mundo que abarca la climatología, nos encontramos con etapas históricas, que albergan cierto interés para aquellos que pretendemos emplearlas como herramienta de medición, a la hora de entender o comparar las sucesivas alteraciones, a las que nuestro hábitat se ha ido exponiendo a lo largo de los últimos siglos. En este sentido, la P.E.H (abreviada) o Pequeña Edad de Hielo, representa un intervalo temporal a tener en cuenta, que resulta indispensable analizar desde una perspectiva crítica, para pronosticar o especular con los diferentes escenarios climáticos, a los que en un futuro no muy lejano podríamos vernos sometidos.

Denominamos con las siglas de P.E.H., a un período frío que se extendió a grandes rasgos en un espacio cronológico de varios siglos (concretamente desde el XIV hasta el XIX), en diferentes escalas y lugares de nuestro planeta.

Para muchos autores, la definición podría extenderse, y llegar hasta fechas que se introducen en pleno siglo XX.

En este sentido, podremos ver como en regiones más septentrionales de Europa, su manifestación fue más temprana, mientras que en otros puntos del continente, su desarrollo acabó siendo más tardío. De sus repercusiones, hay múltiples anécdotas, que nos sirven para reflejar las diversas formas de afección, que tuvo al mismo tiempo, en unos y otros puntos de Europa.

En el caso de Aragón, si nos vamos a la provincia de Teruel, a más de uno le habrá llamado la atención saber que durante los momentos de mayor dureza de la P.E.H., municipios como Griegos (ubicado en la comarca de la Sierra de Albarracín), podía encontrarse durante varios meses incomunicado como consecuencia de la nieve que quedaba acumulada en el lugar, puesto que las temperaturas y el régimen de nevadas, imposibilitaban cualquier labor encaminada a aliviar del hielo este entorno de singular belleza.

Algo similar sucedía en otras franjas más septentrionales, hasta no hace tanto tiempo, pues en el Pirineo Aragonés, todavía se recuerda como a mediados del siglo XIX, los glaciares ofrecían una extensión considerable que les permitía estar en contacto directo con las morrenas (1). Sabemos que en regiones alpinas, el avance de los glaciares fue tal, que éste llegó a llevarse por delante pueblos enteros.

De la misma forma, incluso las localidades costeras no llegaban a librarse de la influencia de este fenómeno, pues municipios que tenemos estudiados, como el caso de Vinaròs, sabemos que a lo largo de este período sus temperaturas mínimas pasarán ha acentuarse de modo considerable, así como se da pie al desarrollo de distintas problemáticas, originadas por la escasez de recursos, como consecuencia de la modificación de dichos patrones climático

Sólo como ejemplo, la zona continental de la costa avanza debido al enfriamiento que se produce en las masas oceánicas del planeta.

También, parece no ser un fenómeno casual, que sea en este preciso momento, cuando se acentúe la crisis de la actividad salinera del Golfo de Valencia, entre los siglos XVI y XVII (2).

De las mínimas históricas que pasarían a formar parte de nuestros anales, Font Tullot dejó notas de interés, como las referentes a las diversas olas de frío que se intensifican durante la segunda mitad del siglo XVI: “punto aparte merece el mencionado severo invierno de 1572-1573, durante el cual hay que destacar entre otros acontecimientos: la gran nevada que el 29 de diciembre cayó en Alicante, nevando también luego en Córdoba; los estragos causados por el frío en la agricultura y ganadería de Cataluña; la helada del Ebro en Tortosa en el mes de enero; y los intensos fríos en Levante y en Baleares, donde también hubieron nevadas. Durante este invierno la Península cayó bajo los efectos de una masa de aire de origen siberiano que afectó principalmente a la vertiente mediterránea” (3).

La plaza mayor de Albarracín nevada. Obra del pintor Juan Gómez Martínez
La plaza mayor de Albarracín nevada. Obra del pintor Juan Gómez Martínez

Ahora bien, dejando de lado datos y fechas, una cuestión que también debe de interesarnos, es la referente al origen y las causas que explican la génesis de la P.E.H.

Existen diversas teorías, entre las que cabe destacar aquella que atribuye este descenso planetario de las temperaturas, como resultado de las potentes erupciones volcánicas que se generaron por aquellas fechas. Así, un equipo internacional de investigadores de la Universidad de Colorado Boulder, cree que el destacable frío del momento, pudo verse favorecido por las importantes erupciones volcánicas que desde el trópico, generaron una gran emisión de sulfatos y partículas hacía la atmósfera que reflejaban la luz hacía el espacio, de modo que ello afectó al clima, con las consecuentes variaciones en las corrientes marinas y masas de hielo planetarias (4).

Otra explicación, es aquella que se fundamenta en la teoría de los ciclos solares. Según los datos analizados por un equipo de investigadores de la UAB y diversas universidades americanas, la incidencia de los ciclos solares fue más importante de lo que hasta el momento se ha creído para resolver el complejo significado de lo que fue la Pequeña Edad de Hielo (5).

El principal elemento de peso, es que se ha conseguido demostrar que durante este periodo hubo máximos de avance glaciar, que coinciden perfectamente con las fases mínimas del ciclo solar. Pues durante estos siglos, el frío posiblemente fue el factor más importante que determinó buena parte de la evolución de nuestro medio, así como de la posición de la línea de playa.

Debido a estas consecuencias, se cree que el “Sol se prepara para el inicio de un nuevo ciclo solar con escasa actividad, según han explicado científicos del Nacional Solar Observatory (NSO) y el Air Force Research Laboratoy (AFRL), que comparan la situación actual con la vivida en 1645, cuando se registró un periodo de inactividad solar durante 70 años conocido como la «Pequeña Edad de Hielo«. Los expertos han llegado a esta conclusión tras estudiar la estrella y detectar un descenso de las manchas solares de la superficie y una menor actividad cerca de los polos. Según han señalado, esto podría implicar incluso «una hibernación del Sol» para el próximo ciclo solar, es decir, en los próximos 11 años” (6).

De acorde a ello, se puede estimar que esta situación, podría modificar nuestro clima, hacía un medio más frío como en el que vivíamos siglos atrás.

Motivo por el que surge la gran cuestión, de sí más adelante nos encontraremos en un ambiente más fresco, o por contra, y de acorde con la hipótesis del cambio climático antropogénico, veremos un proceso acelerado del deshielo planetario.

Hasta la fecha, conocemos muchos elementos que intervienen en nuestro clima, y durante las últimas décadas los modelos de predicción meteorológica han avanzado de manera considerable, no obstante, ello no evita que muchos de estos temas todavía deban de analizarse más a fondo, de modo que podamos saber con una mayor fiabilidad que tipo de escenario medioambiental nos aguarda el futuro.

David Gómez de Mora

Bibliografía:

(1) Martí C. y García J.M. (1994). El Glaciarismo subpirenaico: nuevas aportaciones. Geoforma Ediciones, Logroño.

(2) Mateu Bellés, J. F.; Sanchis Ibor, C. y Ferri i Ramírez, M. (1999). El Golf de València durant els segles XVI i XVII. Cambis Ambientals. 367-374 pp. Geoarqueología i Quaternari litoral. Memorial María Pilar Fumanal. Universitat de València. Departament de Geografia.

(3) Font Tullot, I. (1988). Historia del clima en España. Cambios climáticos y sus causas. Instituto Nacional de Meteorología. 297 pp. Madrid.

(4) De Jorge, J. (2012). El enigma de la Pequeña Edad de Hielo de la Tierra. ABC, ciencia (31-1-2012)

(5) Rull del Castillo, V. (2006), La Pequeña Edad de Hielo, ¿causada por un mínimo en el ciclo solar? Revista de divulgación científica de la UAB. Univesitat Autónoma de Barcelona. Barcelona

(6) Sanz, E. (2011). ¿Se avecina una nueva Pequeña Edad de Hielo?. Muyinteresante.es (15-6-2011)

 

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