Nueva nouvelle cuisine vs entremés-ternasco-Contessa

 

En Aragón tenemos unos cuantos centros educativos que imparten hostelería, tanto escuelas dedicadas únicamente al sector como institutos que albergan ciclos formativos de cocina o servicios entre su oferta.

Y más tendría que haber…

Quién no ha salido un sábado a cenar y ha vuelto a casa con hambre, mal humor y el bolsillo vacío… Y es que los hosteleros de esta tierra a veces parece que estemos en otra onda y no prestemos mucha atención a lo que hacen nuestros vecinos catalanes, vascos o navarros. Está claro que hacerlo muy bien no es fácil, pero es que  hacerlo muy mal tiene que ser complicado de cojones. Lo del entremés, ternasco y Contessa  pasó de moda hace treinta años. Hay que mojarse un poquito más y pelarse el culo a base de leer recetas, ver videos demostrativos, ir a cursillos y ponerle un poquito de ganas al tema. Lo del plato combinado y el bocata está muy bien, pero es que a veces cuesta encontrar un garito donde lo hagan bien y, si no es mucho pedir, que el camarero te regale una sonrisa y sea un poco amable. Si no le gusta estar detrás de una barra que hubiese estudiado informática, electricidad o se hubiera hecho recogedor de fruta profesional.

La hostelería ha sido y sigue siendo uno de los sectores con más intrusismo laboral: ¡¡cualquiera sabe poner una caña o freír un huevo!! Por eso creo que estas escuelas están haciendo una gran labor, tanto formando a profesionales como animándolos a vivir la cocina desde dentro. Desde que empecé a estudiar hostelería en Guayente muchos han sido los amigos que han dejado el oficio por falta de ganas, interés o cierto miedo a una profesión que te da buenos tragos pero de vez en cuando también alguno amargo. Los que nos hemos quedado, y los que están por venir, tenemos la oportunidad de cambiar el rumbo de la hostelería aragonesa. En un pequeño pueblo de la provincia de Huesca, Tamarite de Litera, un amigo y excompañero de fogones y fatigas se ha montado un restaurante, menú a doce euros, cenas por encargo y demás. Pues bien, el chavalote en cuestión se está ganado un nombre en toda la provincia  a base de sudor, esfuerzo y dedicación desde un pueblo que no llega a cuatro mil habitantes.

 Con esto quiero decir que sigue habiendo sitios donde comer bien, disfrutar de una buena mesa y un buen servicio. Sin estrella Michelin, sin estar en Zaragoza. No acepto como excusa a un chaval de veinte años lo de la crisis. Trabajo sí que hay, y bastante. Lo que está claro es que no te van a venir a buscar a casa. Así que si tienes que coger un autobús, tren o avión e irte a trabajar a ochocientos kilómetros de tu pueblo, pues es lo que hay. A un servidor también le gustan mucho las fiestas de Agosto, San Cristóbal y la piscina por las tardes, pero es el momento de espabilar, de comerse el mundo, de conocer otras ciudades o pueblos, de aprender un oficio y de paso  ganar algo de dinero.

Mi primer sueldo remunerado lo gane trabajando en el Restaurante  Meridiano Cero: pizzas, bocatas, platos combinados, etc. Grandes recuerdos me vienen a la cabeza y mucho cariño les guardo a Manolo y Neri. Igual que se empieza a construir una casa por los cimientos, es importante aprender cocina desde la base. Unas buenas lentejas nunca pasarán de moda pero lo de la esferificación inversa… ya llegará.

Ojala no se me pase nunca el gusanillo de la cocina y caiga en lo del entremés y el ternasco, que para eso siempre hay tiempo.

Animo chavales, que aunque suene a tópico, ¡querer es poder!

 Chema Barceló

Entremeses guarrones

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