El Sexto Centenario ya pasó, hay que empezar a montar el siguiente.La valoración de asistencia a las fiestas y sus consecuencias económicas ya se harán, quizás ahora es demasiado pronto. La implicación de barrios, asociaciones y personal en general, como todos los años anteriores ha sido espectacular. La ciudadanía caspolina ha cumplido con notable alto. Como siempre.

Las instituciones políticas, en cambio, tanto la local como la comarcal y autonómica sólo se puede calificar como de decepcionante. Decepcionante además desde hace años. Desde que los caspolinos empezaron a diseñar como debería ser la celebración del Sexto Centenario los políticos han hecho caso omiso de cualquier sugerencia que desde Caspe se les ha ofrecido. Ellos son los que saben de estas cosas. Los que llevan años ensayando obras de teatro y farsas, y comprando o fabricándose sus trajes por afición no tenían, según los políticos, nada que decir sobre una fiesta que han sido ellos quienes la han levantado obrando una especie de milagro sociológico que merecería un buen estudio: como desde la nada, el empeño de la gente del común pone en marcha unas fiestas mejores que las que organiza el Ayuntamiento; el anterior gobierno autonómico pasó de la celebración como del diablo, y el nuevo con la excusa de que ya estaba todo el pescado vendido, no han puesto demasiado de su parte (quizás algo de razón tienen, pero sigue siendo una excusa). Los políticos abofetean nuestra dignidad paseándose por Caspe cada uno con un coche oficial, con un chófer por barba y un escolta para cada cargo que ha acudido por aquí. Y han sido muchos los que han venido. Con la que está cayendo, parece que un poquito de contención y ahorro en sus gastos hubiese sido un ejemplo para todos. Cualquier pelacañas se da cuenta que a este personal los ciudadanos les importamos un pimiento. Y lo demuestran cada vez que tiene ocasión. Un cero para ellos. Y que no vuelvan más a restregarnos por la cara lo estupendamente que disparan con pólvora ajena.

En otro orden de cosas, la rehabilitación del Castillo del Compromiso, bien, No llegaron a tiempo, pero algo se pudo ver. Y lo poco que se pudo ver gustó. Más de lo que el personal sospechaba. Por ese lado nada que objetar. Problemas: variados y provienen todos de el mismo fallo. La falta de un Plan Director del Uso del Castillo del Compromiso. Eso es algo que se debió hacer antes que la obra, porque ahora ya está casi acabada, y aún no se tiene una idea clara de para qué se va a utilizar. Sala de conciertos, museo, biblioteca, archivo…. Parece que habrá que seguir estando encima del asunto para poner una pizca de sensatez, y ambición, que no son incompatibles, para una correcta utilización y disfrute de espacio tan emblemático, o como diría un encorbatado, este marco incomparable. Hay que empezar a pensar en un Patronato que gestione, y hay que empezar ¡¡ya¡¡. El 601 Aniversario está a la vuelta de la esquina.

Manuel Bordallo.

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