Maella. La cosa va de retros.

Vuelve lo viejo, vuelve lo desgastado… ¡vuelve lo retro!  Esta vez, los visionarios de la moda han ampliado campos, haciendo un duro ejercicio de transgresión y han conseguido que Maella se haya convertido en una pasarela viviente. A las 12 del mediodía comienza el baile… Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal…” La música se reparte desde el ayuntamiento por toda la megafonía local y los vecinos comienzan su particular desfile por las calles de esta bonita villa. No se puede ser más cool.

Parece gracioso visto así, pero la realidad es un poco más cruda. El ayuntamiento de Maella decidió recuperar, tras ganar las elecciones, “la bendita y alabada”, una oración que se canta en honor a la Virgen del Pilar. Este hecho ha atraído las curiosas miradas de los medios de comunicación, además de los numerosos corrillos y debates que se han formado por la comarca. No es por la canción que suena, de la que no tengo absolutamente nada que decir… Dios me libre. Es por la forma en la que suceden los hechos. Cuando reproduces una canción religiosa, por todo el pueblo, obligas a todos los vecinos a oírla, vulnerando así las libertades religiosas de los individuos y comunidades que no sean afines, en este caso, al catolicismo. Es en el artículo 16 de la Constitución donde queda claro.

16.1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley. 

Si se debe garantizar la libertad religiosa de todos los individuos, el Ayuntamiento de Maella, y cualquier Ayuntamiento, debe abstenerse de reproducir cualquier contenido religioso por la megafonía local. Y no porque lo diga yo, sino porque en España ninguna confesión tiene carácter estatal. Me remito de nuevo a la Constitución. 

16.3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones. 

Así pues, el ayuntamiento maellano debe trasladar esa música al lugar que le corresponde que es la iglesia, y dejar a un lado esas imposiciones absurdas que lo único que consiguen es crispar el ambiente entre vecinos y colocar a Maella como un pueblo anclado en la mitad del siglo pasado.

Nestor Pascual

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