El lugar que hoy les mostramos no está al alcance de muchos. A través de una estrecha y desgastada escalera de caracol puede accederse al tejado de la Colegiata de Santa María la Mayor de Caspe. Poniendo los pies sobre él, dos cosas nos llaman la atención. La primera, una poderosa vista desde la que se controla gran parte de la población. La segunda, una inscripción situada en uno de los sillares que forman la puerta de acceso al tejado.
Sabemos que Vicente Cervera era el nombre de la persona que ocupó el puesto de Sacristán de la Parroquia a comienzos de siglo XX. Antes de dedicarse a los menesteres religiosos, y hasta 1922, es decir, bien entrado en años, Vicente Cervera trabajó en el Banco de Aragón. Logró cambiar su trabajo en el banco por el vocacional puesto de sacristán unos meses antes de que los empleados del Banco, y otros muchos caspolinos, fueran agraciados con el premio gordo de la Lotería Nacional de aquel año. No tuvo mucha visión de la jugada que digamos pero seguramente consiguió vivir muy feliz tan cerca de su querido edificio. Concretamente, Vicente Cervera Fontoba, nacido en 1871, habitó una casa anexa a la Colegiata en la vertiente Norte, hoy desaparecida. Podemos pensar, y seguramente no nos equivocamos, que el que más adelante sería Sacristán accedió al tejado con apenas 15 años y allí plasmó su firma en la piedra, eso sí, con alguna incorrección. ¿Alguien con esa edad y con acceso a ese lugar privilegiado no lo habría hecho?
Como curiosidad diremos que dos colaboradores habituales de El Agitador son descendientes directos de Vicente Cervera.
En las próximas semanas, mostraremos más imágenes de los pequeños testimonios que todavía hoy la torre de la Colegiata de Caspe guarda en su interior.
