Escuchar música es como disfrutar del sexo

Hace un tiempo un amigo me dijo que en ocasiones prefería jugar un partido de fútbol a echar un kiki. Yo me quedé sorprendido de escuchar esa afirmación, porque, aunque me gusta el fútbol, no podía llegar a entender que pudieran equipararse, y mucho menos que fuera mejor, el fútbol que el sexo.  Con el tiempo le comprendí mejor.  Supongo que hacer siempre lo que se quiere está sobrevalorado: hay que saber disfrutar con lo que surge.

Uno, que es más melómano que deportista, siempre ha sentido un sabroso placer al deleitarse con un buen tema disco de un grupo consagrado, o con un buen tema de un artista debutante, o al ver un vídeo musical original.  El éxtasis supremo es ir a un buen concierto, y ya no digamos a un festival con artistas escogidos con gusto.

El pasado 9 de febrero, en las noticias musicales del programa de Virginia Díaz, 180 grados de Radio 3, Leyre Guerrero comentó que Scientific Reports ha confirmado empíricamente que escuchar música produce en el cerebro las mismas reacciones que el sexo, las drogas, la comida o el alcohol.  Esto es, que disparan en nuestro cerebro una liberación de endorfinas y dopamina.  Hablando claro: placer.  Y como todo lo que genera placer, puede generar adicción.

Sinceramente, no me sorprende nada.

Uno puede disfrutar de momentos hedonistas sin tener que ser rico.  No digo que el dinero no ayude, pero no hace falta ser millonario para poder disfrutar de un vino con matices, o con una comida sabrosa, un café con cuerpo, una tarde de sexo apasionado, o deleitarse con un playlist escogido.  Hay placeres de los que los ricos no pueden apropiarse.

Los humanos necesitamos sentir.  Sentimos cuando amamos, sentimos cuando nos desprecian, sentimos al ser padres y sentimos cuando alguien cercano se va.  La música, como otras cosas de las que se pueden disfrutar en la vida, también nos hace sentir.  Podemos sentir la fiesta, euforia, melancolía, rabia, romanticismo, relax e incluso tristeza; podemos viajar sensorialmente a lugares lejanos con Fela Kuti, Sigur Rós o Şebnem Ferah, o percibir la vida de nuestras calles con León Benavente o Vetusta Morla.  Podemos incluso sentir náuseas con David Bisbal o al escuchar reguetón.  Cada uno que sienta lo que sea.  Vivir es sentir.  La música es de esas cosas con las que se disfruta de la vida, con las que se asocia el hedonismo y que se disfruta con cada chute.

Escucha música, juega al fútbol, viaja a sitios que no conoces, come bien, bebe mejor, folla lo que puedas, sufre, ama… y escucha música.  Disfruta de la vida.

Javier Giménez

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