¿Héroe o villano? 2ª parte. De cuidadano a «el incorruptible»

MaxiximiLos datos históricos más relevantes de esta época apasionante se pueden encontrar en cualquier enciclopedia, o leyendo algún libro específico sobre el tema. Los datos aportados en este artículo, han sido tomados de Historia General Moderna, de J. Vicens Vives (editorial Vicens-Vives), historiador cada vez más reivindicado después de sufrir un cierto ostracismo dado su pasado “franquista” (lo que no es obstáculo para ser uno de los mejores y más independientes historiadores que en España han sido) y del clásico Historia de la Revolución Francesa, de Norman Hampson, historiador británico en la línea clásica de esta especie tan peculiar de historiadores (Alianza Editorial). La valoración del personaje, totalmente particular y propia del que suscribe.

Para desgracia de la nación francesa y sus ciudadanos, la línea de sangre que los dividió en dos bandos irreconciliables (toma de La Bastilla y las muertes indiscriminadas que causaron las fuerzas del Orden) empezó a ser seguida de otras líneas no menos sangrientas que poco a poco fueron atomizando el movimiento popular que clamaba por una nueva manera de entender la política. La fuga y posterior detención de Luis XVI, arruinó la posibilidad de una monarquía constitucional, reclamada por no pocos de los diputados de la Asamblea Constitucional. Miles de manifestantes piden la abdicación del rey en el Campo de Marte (17 de Junio de 1791) siendo dispersados a balazos, con el resultado de cientos de muertos, por el batallón de la Guardia Nacional, de reciente creación y comandado por el marqués de La Fayette, héroe de la Independencia de Estados Unidos y hombre de extraordinario prestigio en París, marcando otra de las antedichas líneas rojas: la Asamblea, de mayoría moderada, respalda al viejo héroe, y los sans-culottes ( que por cierto no son esos desharrapdos que vemos en la iconografía clásica, eran en realidad artesanos y tenderos o empleados subalternos, la gran masa de población situada entre la pequeña burguesía y el proletariado, íntegros y rectos, acostumbrados a una vida dura y a recibir un trato brutal de las autoridades, propugnan soluciones simples, efectivas y rápidas, estas tendencias llevaron a un recelo cauteloso por parte de los políticos burgueses ante fuerza tan formidable como extremista, sólo Marat los respaldaba, y era su ídolo indiscutible)claman venganza espoleados por las encendidas páginas de los diarios parisinos. Los líderes de la izquierda, temiendo una reacción, pasan a la clandestinidad (Marat), o se exilian (Dantón,Hebert, Desmoulins), creando un vacío de poder en el sector más radical de la población parisina. Robespierre, oculto en casa de un ebanista simpatizante de los jacobinos, parece que es en estos momentos cuando radicaliza su postura de cómo gestionar la situación: no radicaliza su discurso, sino los medios para llevar a cabo su sueño de una Francia republicana, democrática y protectora de los desheredados. Una frase suya, algún tiempo después, cuando ya era miembro prominente del Comité de Salud Pública resume su cambio de postura: “El terror sin virtud, es desastroso. La virtud, sin terror, es impotente”. Maximiliano Robespierre, que había llegado a París con 31 años, como un oscuro diputado de provincias, con un exiguo equipaje que consistía en tres mudas de ropa interior y dos de exterior, siempre se caracterizó por un espíritu espartano, afable a la par que inflexible, amigo de la higiene y consciente de que aquellos hombres estaban haciendo Historia. Nada podía apartarlo de su objetivo (excepto la guillotina, claro) y esa manera de ser y estar le valió el apodo, tanto entre amigos como enemigos de “El Incorruptible”, definitorio de su personalidad y que le venía como de molde. Incorruptible fue, en sus fobias y filias, inasequible, y firmemente convencido de que ya no había marcha atrás fue uno de los instigadores que con mayor ahínco trabajó para que el ciudadano Luis Capeto ( Luis XVI) fuese juzgado por traición. El resultado lo conocemos todos. Algún tiempo después, María Antonieta corre su misma suerte. El juicio y posterior ajusticiamiento de la ex-reina provocó el alineamiento de algunos radicales en una facción que fue motejada de indulgentes, entre los que, sorprendentemente, se sumaron revolucionarios tan fetén como Dantón, que pedían su absolución. Es en estos procelosos momentos cuando se produce uno de esos hechos que cambian la historia: el asesinato de Marat, indiscutible héroe sans-culotte, provoca que las miradas de esta combatiente, y numerosa fuerza recaigan en el hombre con más prestigio del momento: Maximiliano Robespierre, que asume el mando del Comité de Salud Pública, por aclamación. El Incorruptible coge la pelota al vuelo y remata de volea: encarcela, juzga y ajusticia a Dantón, por tibio y a Hebert por terrorista, y ya queda expedito el camino para nuestro patrocinado: tanto a derecha como a izquierda el hueco es ocupado por los partidarios de Robespierre, sin ninguna contestación y la dirección de la guerra es asumida también por el Comité. No crean que mientras tanto la Asamblea se duerme en los laureles, o se esconde de la degollina: trabaja en fruslerías como la abolición de la tortura, proclama la Declaración de los Derechos del Hombre y pone los cimientos del Código Civil (luego completado por Napoleón) mientras cambia la estructura económica del país. Cuando ya la guerra es ganada por las fuerzas revolucionarias y Robespierre respira aliviado, pensando que todo está en orden, de repente, los moderados, ayudados por antiguos radicales como Fouché y Barrás (que luego completarán su metamorfosis/traición como ministros de Napoleón) acollonados por el poder y prestigio del Incorruptible, lo detienen, juzgan y ajustician en un proceso relámpago que no deja que las Secciones más radicales de París puedan hacer nada por salvar a su ídolo. Solo la traición de antiguos jacobinos pudo lograr lo que sus enemigos declarados no pudieron: apartar, para siempre, del poder al hombre que lo había sido todo en el proceso revolucionario que cambió a la Nación , y, podríamos decir, que con sus luces y sombras, fue el paradigma de una generación de hombres que dieron lo mejor de sí mismos, y se enfrentaron a todo por la defensa de unas ideas que desde entonces han sido el faro que ha iluminado a tantos y tantos hombres honrados que han luchado por un mundo mejor y mas igualitario, ya saben:

Liberté, egalité y fraternité.

Manuel Bordallo.

Entradas relacionadas

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies