La Maleta Mexicana
En la España de hace siete décadas, tres jóvenes fotógrafos extranjeros se jugaban la vida día a día tratando de captar buenas instantáneas. Los tres militantes antifascitas, se habían conocido previamente en París y decidieron viajar al Sur para apoyar a la República con lo que mejor sabían hacer: fotografías. Sus nombres eran Gerda Taro, una joven nacida en Alemania que contaba entonces con 26 años; David Seymour “Chim”, polaco, de 25 años; el más joven de la terna tenía 23 años y se llamaba Endre Ernö Friedmann, provenía de Hungría, y era conocido como Robert Capa, (seudónimo que creó junto a su novia Gerda Taro).
Capa, considerado el padre de la fotografía de guerra, se desplazó por varios puntos del frente republicano captando miles de instantáneas –entre ellas la famosa y controvertida “muerte de un miliciano”- en lugares como Andalucía, Madrid o Cataluña, ya en el tramo final de la guerra. Pasó después a Francia y, en 1939, abandonó París para trasladarse a los Estados Unidos. Dejó tras de sí un valiosísimo material: muchas de las fotografías captadas por él y sus dos compañeros durante la Guerra Civil Española. Más de cuatro mil negativos de 35 mm. Un colaborador de Capa y también fotógrafo, Tchiki Weiss, guardó las tres cajas en un primer momento. Pero a él también lo buscaban y la valiosa mochila cambio otra vez de manos. El último propietario del que se tiene constancia fue Francisco Aguilar González, embajador mexicano en la Francia de Vichy en 1941–1942. Se supone que fue él quien los trasladó hasta México. Fallecido éste en 1971, los negativos volvieron a mudarse. Pero todavía faltaban varias décadas para que las imágenes vieran definitivamente la luz. Parecía como si el destino hubiera elegido ocultarlos indefinidamente.
En 2007 se puso fin a setenta años de olvido cuando el abundante y fantástico material salió por fin a la luz. Varias personas intervinieron para conseguir que la llamada “Maleta mexicana”, un tesoro en forma de imágenes, fuera depositada en el International Center of Photography de Nueva York. El último propietario, Benjamin Tarver, director de cine mexicano, las cedió de modo altruista.
El pasado año las fotografías fueron expuestas al público. También aquí, en Barcelona. El sábado 14 de enero el programa Informe Semanal, coincidiendo con la clausura de la exposición organizada por el Museu Nacional d’Art de Catalunya, rescató de nuevo la historia de las imágenes recuperadas. La muestra, organizada por el Museu en coproducción con el ICP de Nueva York, llevó por título La Maleta Mexicana. El redescubrimiento de los negativos de la Guerra Civil española Capa, Chim y Taro. La MNAC mostró durante tres meses la colección anteriormente expuesta en Nueva York solo unos meses antes.
El recorrido por las imágenes permitió a los asistentes confirmar que los autores eran tres excelentes profesionales. Retazos de la vida en el frente, los drásticos cambios en las vidas de los españoles, la dolorosa marcha hacia el exilio de los perdedores…Pero la muestra fue mucho más allá: posibilitó acercarse hasta las entrañas de nuestra historia a través de la secuencia original. Fotografía en estado puro.
El caso ha pasado a la gran pantalla a través de la película-documental también llamada La maleta mexicana, dirigida por Trisha Ziff y estrenada el pasado año.
La película, además de narrar el viaje de los negativos desde Francia hasta México, hace hincapié en la posición mejicana durante el conflicto; recordemos que México fue uno de los dos únicos países que prestó apoyo incondicional al Gobierno republicano durante y después de la Guerra (allí viajaron miles de refugiados españoles).
Volvamos a la muestra del MNAC para detenernos ahora en una de las actividades paralelas de la misma. En colaboración con El Periódico se desarrolló una ambiciosa iniciativa que pretendía identificar a varios de los 200 niños y niñas que aparecían en algunas de las fotografías seleccionadas de “La Maleta”. Niños de la guerra retratados en varios lugares de España como Barcelona o Madrid. Parecía difícil pero lo consiguieron. Varios de esos emocionantísimos reencuentros de octogenarios con ellos mismos los recoge el reportaje de Informe Semanal.
Tuve la oportunidad de asistir en primera fila a algo ligeramente parecido durante la muestra 71 años después que organizó la Asociación de Amigos del Castillo del Compromiso hace tres años. El trabajo del fotógrafo Pepe Campúa recogía la entrada de las tropas franquistas en Caspe durante marzo del 38. Gracias a la exposición, varias familias identificaron a sus familiares, distinguiendo a sus padres, tíos, abuelos. A pesar de lo dramático de los momentos que captaban las imágenes, puedo asegurarles que aquellos que localizaron a los suyos vivieron unos instantes mágicos. Puedo entender la tremenda emoción que han sentido aquellos niños al reconocerse a través de imágenes que nunca habían visto. Bravo por la idea.
Entren. Pongan especial empeño en las fotos de Barcelona. Quizá las imágenes oculten alguna sorpresa, pues cientos de caspolinos partieron hacia Cataluña en marzo de 1938 y allí se establecieron durante meses (algunos nunca volvieron). Es difícil pero no imposible. La colección de instantáneas de los niños puede verse aquí:
http://maletamexicana.elperiodico.com/
El reportaje de Informe semanal pueden verlo en:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/informe-semanal/informe-semanal-fotografias/1294504/
Me despido recordando a quienes hicieron posible que esas imágenes podamos verlas hoy. Capa decía que “Si tus fotos no son lo suficientemente buenas es que no te has acercado lo suficiente”. Gerda Taro falleció mientras cubría la retirada de los republicanos en El Escorial durante el verano de 1937; Capa murió durante la Primera Guerra de Indochina en 1954 al pisar una mina; “Chim” se dejó la vida solo dos años después en Egipto, ametrallado mientras cubría la Crisis de Suez de 1956.
Amadeo Barceló Gresa
