Las pésimas relaciones entre El Guadalope y la ética periodística o la absolución del “encargado de la Herradura presunto responsable accidente laboral”.

El pasado veintitrés de enero el blog caspolino “El Guadalope” publicaba una entrada titulada “Encargado de “La Herradura” presunto responsable accidente laboral” con ocasión de la celebración del juicio oral contra Miguel Ángel Gracia Villanueva, a la sazón encargado de dicha finca, por el accidente de un trabajador de origen magrebí ocurrido en 2007. La entrada era de considerable extensión y venía firmada al pie por Luis Ignacio Tapia Catalán. En ella se explicaban con extrema profusión de detalles los antecedentes del caso y, aunque cierta dispersión sintáctica enturbiaba en más ocasiones de las deseables el sentido del relato, quedaba claro que quien lo firmaba no se había limitado a desgranar los hechos tal y como habían ocurrido sino que había optado por introducir algunos juicios de valor que, inevitablemente, podían llevar a cualquier lector bienintencionado a pensar que su autor se alineaba claramente con las tesis defendidas por la acusación particular, representada en este caso por el abogado Javier Sagarra De Moor.

Afirmaba Luis Ignacio Tapia Catalán (entendemos que eran sus palabras por no venir entrecomilladas ni en cursiva) que “en todo caso debemos destacar que en este accidente ni la Guardia Civil, ni la Inspección Laboral ni la Fiscal ha actuado de la forma que en otras ocasiones, lo que no deja de producir alarma sobre el diferente rasero que se utiliza por los responsables de la Administración Pública”. Como es habitual en “El Guadalope” la noticia era comentada por tres lectores anónimos que, ocultos tras sus cómodos seudónimos, no dudaban en trazar las líneas que, a su juicio, unían los hechos acaecidos en la finca “La Herradura” con la significación ideológica (socialista) de sus propietarios y su condición de veteranos políticos locales. “¡Viva el socialismo obrero español!” exclamaba Ignacio de Valdealoras Picatoste; “Lo que causa estupefacción es que alguien que se llama socialista sea responsable de estas aberraciones”, apuntaba un tal Niquitas y “Otra vez salimos en la prensa por incumplimiento de la ley y que casualidad ” La Herradura”… si leen el artículo de Luis Ignacio les olerá tan raro como a mí que la Fiscalía haya interesado una sentencia absolutoria, pero se me olvidaba que estamos hablando de la Herradura, los caspolinos sí que lo entendemos, detrás está el de siempre no hay más que añadir, todo es posible” denunciaba con contundencia un indignado José Manuel. Leyendo aquella entrada, con sus correspondientes comentarios, quedaba claro que algo olía mal en “La Herradura”.

La finca de “La Herradura” es un tema muy candente en la opinión pública caspolina y no es de extrañar que un medio de comunicación local que aspire a cubrir el espectro de noticias locales opte por informar sobre el mismo. Por ello ha optado “El Guadalope” y, en consecuencia, le ha dedicado múltiples entradas. En ese sentido nada puede reprochársele a Luis Ignacio Tapia Catalán. Incluso si, en este caso, la noticia está redactada de forma moderada, o claramente, tendenciosa la cosa es aceptable. Cada uno es libre de pensar lo que quiera y de expresarse como quiera. En eso estamos todos de acuerdo. Donde la cosa empieza a fallar es cuando ese medio local empeñado en cubrir el espectro de las noticias locales elige no recorrer todo el camino. Decir solo una parte de la verdad no es estrictamente mentir pero produce los mismos efectos.

Si Luis Ignacio Tapia Catalán entendió, seguramente de forma legítima, que el accidente ocurrido en una finca frutícola de Caspe era una noticia con el alcance suficiente como para merecer ser incluida en “El Guadalope” debería haber sido consecuente y haber realizado el seguimiento de todo el caso y no quedarse con lo que le apetecía, le gustaba o le convenía. Si, en enero, muy diligentemente, solo dos días después de la celebración del juicio oral (recordemos que tuvo lugar el veintiuno de enero y la entrada en “El Guadalope” es del veintitrés) tocaba informar sobre ello, lo consecuente es que el veintitrés de febrero, dos días después de que la juez dictase sentencia absolutoria contra Miguel Ángel Gracia Villanueva, Luis Ignacio Tapia Catalán también hubiera informado a sus muchos lectores de dicha circunstancia. No hacerlo equivale a arrojar la piedra y esconder la mano, a calumniar esperando que algo quede, a intentar pescar en el río revuelto o, simplemente, a añadir leña a un fuego que lleva mucho tiempo ardiendo y, probablemente, ande sobrado de combustible.

El programa en el que El Agitador edita sus textos proporciona excelentes estadísticas relativas al seguimiento de los contenidos que, diariamente, publicamos. Gracias a ello sabemos que las visitas aumentan de forma exponencial cuando tratamos temas locales y cuando revoloteamos en torno a la polémica. Mucho más que cuando hablamos de libros, historia o música. Pero al iniciar nuestro camino tuvimos muy claro que no éramos periodistas y que tampoco pretendíamos serlo. Ello nos hubiera exigido un tiempo que no tenemos, una capacitación profesional que no tenemos y una fortaleza ética que, muy seguramente, tampoco tenemos. Por ello decidimos mantenernos al margen de determinados asuntos o, en el caso de que quisiéramos acercarnos, hacerlo siempre desde la opinión y firmando cada texto publicado. Uno puede opinar lo que quiera haciéndose responsable de ello. Por ello decidimos también no aceptar comentarios en la página. Exigía mucho trabajo aceptarlos y sabíamos que si no aceptábamos anónimos la cosa iba a tener escaso éxito.

Son hoy millones las personas que publican sus textos en internet pero, de ellos, muy pocos son periodistas. Una cosa es publicar y otra cosa muy distinta ser periodista. Los periodistas cumplen, o deberían, a rajatabla las reglas de su profesión: contrastar la información, trabajarse las fuentes, huir del sensacionalismo, informar en el sentido estricto de la palabra. Jugar a los periodistas sin serlo también exige cumplir con las reglas del juego so pena de caer en el ridículo o convertirte directamente en un manipulador o en un pelele. Lo mismo que si juegas a los cocineros sin serlo: deberás sacar el pollo del horno a tiempo o te arriesgas a quedarte sin pollo, sin horno y sin casa.

El caso que nos ocupa es especialmente cutre porque no estamos hablando de Bárcenas o de los ERES andaluces sino de vecinos, en este caso el encargado de una finca, con nombres y apellidos, con los que, nos guste o no, estamos condenados a vivir. Desde El Agitador, y a pesar del nombre, queremos tender puentes y ayudar a cimentar la convivencia de todos los caspolinos. Es por ello que hoy publicamos, por un lado el enlace con la noticia del juicio tal y como fue publicada en “El Guadalope” el veintitrés de enero pasado, a los dos días de producirse, y por otro un pequeño extracto de la sentencia absolutoria de veintiuno de febrero, que Miguel Ángel Gracia Villanueva nos ha hecho llegar muy gentilmente, y que mes y medio después “El Guadalope” todavía no ha publicado, queremos creer que por despiste. Léanse ambos, ciérrese el caso o recurran los abogados y florezca Caspe, siempre.

 El Agitador Bajoaragonés

 

http://elguadalope.es/2013/01/23/encargado-de-la-herradura-presunto-responsable-accidente-laboral/

 

texto modificado para mostrar unicamente los datos de la persona que nos ha autorizado para su pública difusión.
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