Reivindico la vis cómica caspolina (a propósito de «El pueblo más divertido de España»)

La posibilidad, muy cercana, de ver a Caspe, a uno mismo o a sus convecinos en la televisión estatal, ha desatado en la mayoría de los caspolinos sentimientos favorables. Pero también los hay que se muestran indiferentes, e incluso los hay contrarios, por varias razones, a esta nueva participación multitudinaria en un programa televisivo.

Por ejemplo, un amiguete comenta que le parece una aberración que, con la que está cayendo en este país (la canción, tristemente, es de sobras conocida por todos, ya saben: paro, corrupción, recortes, desahucios…) se plantearan programas como éste. Llegaba a cuestionarse si, precisamente, estos espectáculos mediáticos no son una especie de maniobra de distracción orquestada desde el Gobierno.

En otro plano, duda del resultado final de la idea argumentando que quizá es demasiado delgada la línea entre la comedia y el ridículo. Si nos ponemos tiquismiquis, lo cierto es que el nombre del programa crea cierta intranquilidad. Lo de “El pueblo más divertido” pudiera interpretarse como algo que busca lo provinciano. Vamos, como que es un proyecto parido para que algunos “capitalinos” se descojonen a gusto a costa de la España profunda. Comprendo su inquietud porque es evidente lo vilipendiada que está la televisión de un tiempo a esta parte. Las cadenas -justo es decir que TVE es la que menos- se lo se han ganado a pulso a base de realities y otros bodrios.

Sin embargo, yo planteo otra lectura. Es incontestable que el país está fatal. Incluso en el plano particular, tampoco nos escapamos; nuestro pueblo -ciudad- padece los mismos problemas que sufre España. La situación está jodida, claro. Pero, ¿qué hacer? ¿Nos sumimos en una depresión-luto general y suspendemos todo los actos festivos? ¿Incluso los que cuestan poquísimo o  ningún dinero?

La idea de participar en el programa surge desde el, quizá, más sólido pilar de Caspe: la sociedad civil. No ha sido el Ayuntamiento el promotor, sino Interpeñas. Y ahí, sí que no caben reproches. Si por algo destaca Caspe es por el éxito de las actividades lúdico festivas y por la capacidad de generar consensos en torno a ellas.

Si además de esto añadimos que los que llevan el patrón de este barco son gente de sensatez probada y con cierta experiencia en este tipo de envites, la inquietud no tiene cabida. Desde el minuto uno les ha preocupado no caer en lo chabacano, huir del “friquismo” y dar una imagen adecuada de Caspe.

Quizá no seamos el pueblo más divertido de España. Al menos no en el sentido de que nuestra genética rezume gracia por todas partes. En otros lares son más chistosos por naturaleza, eso es así. Pero, ¿qué acepción debemos dar a la palabra divertido?

La RAE dice que divertido es algo “que divierte”, y añade “alegre, festivo y de buen humor”. La Fantasmada, las farsas del Compromiso, el concurso Máster del Porrón, la calzoncillada, el teatro, Jesucristo Superstar…¿Sigo?

Por eso reivindico a Caspe y a su vis cómica. Si el teatro de calle, o de sala, si la mayoría de las actividades divertidas y festivas que realizamos los caspolinos son de notable y sobresaliente, ¿Por qué no mostrarlas a toda España? ¿No es una oportunidad para decir bien alto que, al menos en eso somos un pueblo brillante?

Amadeo Barceló

Farsa Medieval Caspe

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