Un verano verdaderamente jodido. (De Rosa Benito a las Pussy Riot)

El verano que termina ha sido feo. Los peores incendios, más mosquitos que nunca, un calor infernal. España al borde de la asfixia financiera, el derrumbe casi definitivo de la familia Jurado-Mohedano. Puestos a destacar algo no me quedo ni con la Eurocopa, ni con las expropiaciones mercadónicas de Sánchez Gordillo ni con el “ecce homo” de Borja. Me parece más interesante el papel que la cultura popular ha tenido en tres de los acontecimientos más destacados de la agenda estival.

Uno. El activismo punk de las ya célebres Pussy Riot ha logrado retrotraernos a tiempos que creíamos definitivamente idos. Los tiempos de la provocación, el humor y la protesta inteligente. Cuando la cultura servía para plantar cara y proponer alternativas. Desde las acciones contra la guerra de Vietnam de los yippies Abbie Hoffman y Jerry Rubin al Salve Regina con el que los Sex Pistols obsequiaron a la soberana británica pasando por las gamberradas de Jello Biafra y sus imprescindibles Dead Kennedys. Con una pose y un sonido heredados de bandas como Chicks on Speed o Babes in Toyland, las Pussy Riot han conseguido trascender la condición de broma inocente para convertirse en un serio desafío a la imagen exterior de un país históricamente poco acostumbrado a los debates. Y ello tan solo con pasamontañas de ganchillo, guitarras eléctricas y cajas de ritmos. Produce cierto sonrojo contemplar las palabras impresas en la camiseta que Nadezhda Tolokonikova portaba durante el juicio. “No pasarán” fue el lema que popularizó la líder comunista (y ortodoxamente pro-soviética) Dolores Ibarruri, “La Pasionaria”, durante la defensa de Madrid. Ironías de la historia o simple inteligencia provocadora la de la bella rockera.

Dos. Los Juegos Olímpicos de Londres han servido para poner a la cultura pop donde merece. Podrá cuestionarse el acierto en la elección de los artistas pero el hecho de que, tanto en la ceremonia de apertura como en la de clausura, gran parte del protagonismo recayese sobre la música popular logró conmoverme a pesar de lo aburridas que ambas resultaron. Que un acontecimiento tan mainstream se cierre con un multitudinario concierto de Blur, Specials y New Order en Hyde Park resulta cuando menos emocionante. Que un reino tan anclado en la tradición y el orgullo imperial como Gran Bretaña dedique una ocasión tan especial a culturas forjadas por sus clases populares y cimentadas, no sobre las elites de Cambridge u Oxford, sino sobre las aportaciones de los inmigrantes que han ido desembarcando en su suelo, es un reconocimiento claro a la enorme contribución de dichas culturas al mantenimiento de la hegemonía que un día tuvo el Imperio Británico sobre el resto del mundo. Cuando no pudieron dominarnos con su Armada nos enviaron las canciones de aquellos jóvenes melenudos. Por no hablar de los millones de libras ingresados y los miles de puestos de trabajo creados. Si, yo también me sentiría orgulloso de pertenecer a un país cuyo equipo olímpico desfila a los sones del “Heroes” de Bowie. A propósito: ¿alguien es capaz de imaginar qué sonará en Madrid en el funesto caso de que le concedan la organización de los Juegos del 2020?

Tres. En consonancia con lo anteriormente expuesto y para subrayar la importancia que la cultura en general tiene en cualquier país desarrollado, desde el uno de septiembre en España los productos culturales costarán un diecisiete por ciento más gracias a la subida del IVA. Sabido es que somos una potencia cultural de primer orden y que tenemos el vicio de devorar cultura como bestias por lo que cabe afirmar que lo que pretende el Gobierno con esta brutal subida impositiva es reconducir su consumo a niveles socialmente aceptables. Buena medida, sí señor ¿Quien quiere vivir en un país de intelectuales y gafapastas? Otro gallo les hubiera cantado a los británicos si hubieran hecho lo mismo a su debido tiempo. También tendrían su Bisbal y su Bustamante y no a esa pandilla de rockeros maleducados y soeces a los que, además, no hay quien entienda.

P.S. En realidad, lo peor del verano ha sido la pérdida de mi amigo José Antonio, a quien he querido dedicar lo primero que escribo desde su marcha.

Jesús Cirac

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