¿Crisis, what crisis?

Los que ya peinamos, o teñimos, canas, nos acordamos del disco, y del grupo, un tanto horterilla, pero con canciones agradables y no demasiado malas. Su primer disco de éxito fue éste, en el que observamos a un maromo muy relajado entre basuras. El disco es de los finales de los 70, principios de los 80, cuando aún se resentía el mundo occidental de la primera crisis del petróleo. Parecía que las cosas no podrían seguir igual, que algo habría que hacer con la desmesurada dependencia que sufríamos de los combustibles fósiles. Pero no se hizo nada, se encontraron nuevos yacimientos de petróleo y gas, se modernizaron las técnicas de extracción, y el mar del Norte se plagó de torres extractoras, ofendiendo la vista y ensuciando el mar (fueron los tiempos del crecimiento de las organizaciones ecologistas). En España, hoy en día, seguimos con una dependencia total, yonquis del petróleo y del gas, pero la corrección política y un vago sentimiento ecologista nos ha llevado a montar en las cocinas de nuestras casas y pisos unas pequeñas plantas de procesamiento y tratado de basuras. Un cubo para lo orgánico, otro para el vidrio, otro para los envases ligeros, un lugar donde apilar periódicos, revistas y folios usados por las dos caras, un pequeño envase para las pilas…me pregunto como podemos desayunar tranquilos, comer y cenar rodeados de basura, tal como el fulano del disco de Supertramp.

La pregunta es evidente: ¿realmente sirve para algo tanto tiempo y espacio perdido? ¿Ustedes tienen la certeza de que se reciclen nuestras basuras?, porque yo no. Yo no sé a ciencia cierta si todo el trabajo que me tomo separando mis desechos sirve para algo. Un ejemplo: las pilas. En Caspe hay unos contenedores especiales que están al lado del cuartillo de los policías municipales. En el montón de años que han pasado desde que los colocaron, no tengo noticia de que los hayan vaciado alguna vez; vayan y lo comprobarán, las pilas ya se escapan de los contenedores, y allí están, como el primer día (bastante más sucios, claro) Sigamos con ejemplos, el papel: según me acabo de enterar (hace muy poco) las revistas no se pueden reciclar, las tintas que contienen hacen que este proceso sea inviable. El papel que está fabricado con cloro, tampoco. O sea, que solo es recuperable el cartón y poco más. El vidrio que tan alegremente guardamos, descargando nuestra conciencia, tampoco sirve para reciclarlo para la contención de líquidos; si que sirve para otras cosas, pero para volver a utilizarlos como botellas, no. Plásticos, no hablemos, no saben qué hacer con ellos (en Aragón no hay planta de reciclaje, hay que llevarlos a Navarra, o a Cataluña). Y podríamos continuar, pero sería demasiado triste y prolijo. Los distintos gobiernos nos han encargado hacer un trabajo gratis, que acometemos alegremente, para no darnos nada a cambio: las empresas que sí ganan dinero con la recogida y reciclaje de basuras (no hablo de la basura normal, sino de la especializada) son contratadas a dedo por la administración, se aprovechan de nuestro trabajo y cobran con nuestro dinero.

Aunque se bareme el grado de bienestar de una sociedad por la cantidad de basura que genera, ya es hora de empezar a pensar en como consumir de una manera más ecológica, y sobre todo, lógica. No sean guarros, no tiren tantas cosas, reciclen desde su casa y no habrá que pagar costosas empresas para que lo hagan por nosotros. Cuando me entere de cómo hacerlo bien, se lo comunicaré.

Manuel Bordallo

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