El Compromiso. Una celebración en mal estado.

A día de hoy, y a punto de entrar en el 2012, podemos considerar al VI Centenario del Compromiso de Caspe una conmemoración fallida. Y aviso: me refiero a su vertiente oficial, no a los actos locales o populares, y siempre en comparación con otras conmemoraciones históricas recientes. Sin ir más lejos, es llamativa la ausencia a estas alturas de tres elementos básicos en estos eventos: documentales o material audiovisual de contenido histórico; una página web que reúna información sobre actos, publicaciones, etc…; y una exposición itinerante de carácter divulgativo –lo cual ha sido anunciado, pero solo para municipios aragoneses, y con una falta de tiempo evidente-. Es decir, los mecanismos que mejor difunden el hecho histórico o personaje al que se rinde tributo, y los valores intrínsecos al mismo que se quieren transmitir. Por que, ¿para qué si no se conmemora –ojo, que no digo se estudia o investiga, conceptos radicalmente opuestos- algún aspecto del pasado?

Otro síntoma de debilidad es su limitado ámbito geográfico, y su escasa cooperación con Cataluña, Valencia, la Administración central y sus principales organismos culturales. Es cierto que el considerado acto oficial más importante es el XIX Congreso de Historia de la Corona de Aragón, y que previsiblemente reunirá a especialistas españoles y europeos. Pero da que pensar que un congreso de carácter periódico, cuya organización y temática fue decidida en el último congreso de Valencia en 2004, y cuyo desarrollo es desde entonces independiente, sea el acontecimiento central. Por no hablar de su alcance real en la divulgación y conocimiento del Compromiso de Caspe y su época. Más bien se trata de una actividad especializada y académica, útil y necesaria para el mundo investigador, pero de un impacto social muy reducido.

Sería fácil achacar a la actual crisis económica las razones de este desinterés. Sin embargo, creo que la causa final va más allá y responde a razones político-culturales, unidas al significado último de toda conmemoración. Hoy sabemos, gracias a diferentes estudios, que conmemorar supone vincular presente y pasado, y otorgar a este tiempo un determinado simbolismo que sirve a intereses políticos actuales o a memorias particulares o colectivas. ¿Qué sucede con el Compromiso de Caspe? Pues sencillamente que no existe un concepto claro de su utilidad política actual, y que además, ha sido objeto de confrontación en la construcción identitaria y cultural del nacionalismo español y catalán especialmente. Algo que no sucede, por ejemplo, en conmemoraciones exitosas como la Constitución de Cádiz, o el reciente centenario de Joaquín Costa organizado por el Gobierno de Aragón, cuyo uso público presente es evidente. Eso si, como éstas, el VI Centenario del Compromiso de Caspe demuestra la contradicción existente entre política cultural conmemorativa, de carácter apologético y circunstancial, y el verdadero conocimiento histórico. Solo que carece del mismo interés político.

                                                                                                               Óscar Adell Ralfas

 

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