Todos los lunes de Semana Santa se celebra en Caspe la procesión de “La Sentencia”. En ella se escenifica la comparecencia de Jesús ante Poncio Pilato, prefecto romano de la Provincia de Judea. La historia, relatada en los Evangelios, dice que Pilato, pudiendo liberar a un preso durante la celebración de la Pascua judía, prefirió lavarse las manos dejando que el pueblo decidiese entre Jesús de Nazaret y Barrabás. Todos conocemos el desenlace: Jesús de Nazaret, junto con Dimas, el buen ladrón, y Gestas, fueron crucificados.
Hoy, gracias a Dios, el final de los culpables no es la cruz ni mucho menos. Pero hay ciertas cosas que no cambian a pesar de los siglos. Esta semana, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha anunciado que también piensa lavarse las manos con los defraudadores. Con un “gravamen especial” del 10% se podrán regularizar las rentas no declaradas, tanto dentro como fuera del país… Casi nada! Una amnistía fiscal con la que pretenden recaudar unos 2.500 millones de euros. O lo que es lo mismo, blanquear 25.000 millones de euros, hasta hoy, escamoteados al fisco en perjuicio de todos. Con esta amnistía unos cuantos barrabases fiscales lograrán zafarse de la ley, ayudados por nuestro “popular” Gobierno. ¿Y quién hace de Jesús en esta particular estación del Vía Crucis? Pues creo que está más que claro: Trabajadores y parados. Esa gran parte de la sociedad a la que están dejando “hecha un Cristo” con desastrosas reformas laborales, entre otras cosas.
Parece ser que, lamentablemente, los indultos de los dos últimos gobiernos (conviene recordar que el PSOE ya “perdonó” al banquero Alfredo Sáenz por sus pecadillos) se quedan ahí. Y a los de siempre, nos tocará seguir cargando con la cruz a lo largo de, por lo menos, cuatro años más de largo calvario.
Nestor Pascual
